La ‘solución Corea’, el plan de Estados Unidos para llegar a la paz en Ucrania
Europa afirma que los “conflictos congelados” sin un arbitraje robusto, acaban favoreciendo al actor con superioridad logística y de fuego (en este caso, Rusia).


Estados Unidos ha propuesto en el actual marco negociador de la ofensiva en Ucrania, que las tropas de Zelenski se retiren de, aproximadamente, el 30% del territorio que aún controla en la región de Donetsk, transformándolo en una “zona económica libre” sin tropas militares. Según este plan, las fuerzas rusas no ingresarían en esa franja.
Esta iniciativa surge del proceso de paz impulsado por Estados Unidos, originalmente con un plan de 28 puntos que fue revisado a uno de 20 tras intensas negociaciones. EEUU ha propuesto una zona desmilitarizada al estilo de la que separa las dos Coreas para parar la guerra en Ucrania. Así se puso fin al baño de sangre entre las dos Coreas en 1953.
El presidente Zelenski confirmó que EE. UU. planteó este esquema durante una conferencia de prensa, remarcando que cualquier cesión territorial deberá someterse a referéndum u otro mecanismo electoral en Ucrania. “Si algunas tropas se retiran y otras permanecen, ¿qué evitará que las rusas avancen o se infiltren?”, ha afirmado el presidente ucraniano.
En Ucrania, a muchos niveles, pero sobre todo entre la población, existe gran desconfianza. Muchas voces consideran que esto sería una ventaja para Rusia, otorgándole control indirecto de un territorio estratégico. Alemania, Reino Unido y Francia habrían participado en la revisión del plan original, mostrando apoyo al enfoque estadounidense, aunque sólo bajo garantías internacionales robustas.
Medios internacionales como AFP, The Guardian, L’Obs, subrayan los riesgos de falta de claridad sobre gobernanza y las consecuencias prácticas de un retiro unilateral, así como la urgencia que EE.UU. estaría imponiendo para cerrar un acuerdo antes de Navidad. Aunque el plan tiene potencial para desescalar y ofrecer herramientas de reconstrucción, su éxito depende de establecer un marco claro de control, supervisión y aceptación democrática. Sin eso, las objeciones de Kiev y la población ucraniana podrían hacerlo inviable.
De dónde surge el plan de paz ‘a lo Corea’
La iniciativa se enmarca en un paquete de paz revisado de 28 a 20 puntos impulsado por EE. UU., con urgencia por lograr definiciones antes de Navidad y bajo fuerte presión sobre Kiev en un contexto de avances rusos y ataques a infraestructuras críticas.
Zelenski confirmó públicamente que Washington propone la retirada ucraniana de sectores de Donetsk que aún controla, y que cualquier concesión territorial debe someterse a referéndum o elecciones en Ucrania. El esquema plantea una “zona económica libre” según la terminología estadounidense y una “zona desmilitarizada” en el lenguaje ruso, sin claridad sobre su gobernanza y verificación de no avance ruso tras la retirada ucraniana. La administración Trump está intentando construir un “off‑ramp” negociador con coste político asumible para ambas partes. Pero el déficit de diseño institucional (quién administra, quién patrulla, qué reglas rigen) convierte la propuesta en un marco de alto riesgo si no se acompaña de garantías y verificación robustas.
Ejemplos históricos para Ucrania
Zelenski ha subrayado que cualquier retirada debe ser recíproca (paridad en distancias), alertando de infiltraciones rusas “disfrazadas de civiles” y del riesgo de un avance posterior bajo cobertura de la DMZ (zona desmilitarizada). La ausencia de un mecanismo de gobernanza y monitoreo independiente es el punto crítico.
Las zonas desmilitarizadas más exitosas requieren de:
- líneas de armisticio claras
- fuerzas de observación con mandato y reglas de enfrentamiento definidas
- regímenes de inspección y sanción por violaciones.
Ello contrasta con zonas denominadas como “congelamientos” frágiles (como Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur), donde la presencia de facto del patrocinador militar (Rusia) configura un statu quo ventajoso para Moscú. En Donetsk, sin fuerza internacional sólida, una DMZ podría degenerar en una “zona gris” con control indirecto ruso.
El componente de “zona económica libre” aspira a transformar un frente activo en polo de inversión y recuperación. Sin embargo, los incentivos privados dependen de seguridad jurídica, control de aduanas, justicia local y garantías contra exacciones y sabotajes. La literatura mediática sobre el plan no identifica aún arquitectura legal ni custodios institucionales claros (ONU/UE/OSCE/OTAN), por lo que el atractivo económico es hoy hipotético.
Kiev ha reiterado que cualquier cambio territorial debe validarse por vía democrática. Esa exigencia blinda la legitimidad interna, pero prolonga los tiempos. Si la DMZ implica renuncia temporal de presencia estatal efectiva, sin reconocimiento de soberanía rusa, habría que encajarla como régimen excepcional dentro del orden constitucional ucraniano. A nivel del derecho internacional, una DMZ funcional requeriría:
- acuerdo formal entre partes beligerantes
- mandato de organización internacional para verificación
- garantías de terceros.
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Sin esos pilares, la DMZ sería un entendimiento político de difícil exigibilidad, expuesto a rupturas tácticas. La experiencia europea reciente sugiere que los “conflictos congelados” sin arbitraje robusto acaban favoreciendo al actor con superioridad logística y de fuego (en este caso, Rusia).
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