Frederick Christ Trump, el padre de Donald Trump, nació en Nueva York. A los 17 años fundó su primera empresa de construcción. En la década de 1920 se centró en construir y vender viviendas en el barrio de Queens.

Tras la segunda Guerra Mundial, y con el éxodo de europeos a América, empezó a construir viviendas para familias de clase baja y media en la costa este del país, sobre todo gracias a las ayudas destinadas a los hogares, lo que le granjeó pingües beneficios y se le empezó a conocer como un visionario.

La calidad de sus edificios y viviendas era de sobra conocida. Además que ahorraba cada centavo que podía a la hora de edificar. Ahí empezó su fortuna, asociándose con cadenas hoteleras y arriesgando en inversiones en la ciudad de Nueva York, lugar que nadie esperaba que despegara como lo hizo en el siglo XX.

La leyenda del millón de dólares

Donald Trump siempre ha dicho que su padre le legó un millón de dólares para empezar sus negocios. Aunque según investigaciones fiscales, ese millón sería una leyenda, ya que un trabajo del diario The New York Times afirmó que Donald heredó, en realidad, al menos 413 millones de dólares (al valor actual) por parte de su padre.

Una cantidad que habría aumentado por prácticas fiscales “dudosas”, como cheques como regalo en Navidad, o dar un valor inferior al de mercado a los inmuebles que vendía.

Según los datos fiscales a los que accedió el diario americano, el padre de Donald habría dejado un total de más de 1.000 millones de dólares para sus hijos, muy alejado del millón para empezar a jugar a ser empresario que afirma el magnate, recientemente elegido como el 47 presidente de Estados Unidos.

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