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Discurso del Rey Felipe VI: “No podemos permitir que el germen de la discordia se instale entre nosotros”

MADRID, 24/12/2023.- El rey Felipe VI en su tradicional mensaje de Navidad, el décimo de su reinado, en el que ha apelado al cumplimiento de la Constitución como garantía de unión y de progreso, al advertir de que si no se respeta, “no hay democracia ni convivencia posibles”, tampoco ley, ni paz, ni libertad, sino “imposición y arbitrariedad”. EFE/ Ballesteros   POOL

Última hora del discurso del Rey Felipe VI

Discurso íntegro del Rey

Buenas noches,

Como cada Nochebuena, tengo la oportunidad de felicitaros la Navidad y de transmitiros, junto a mi familia, nuestros mejores deseos. Es una tradición que me agrada mantener y que también me permite hacer llegar a vuestros hogares algunas reflexiones sobre nuestro presente y sobre los retos que se nos plantean como país.

Las dificultades económicas y sociales que afectan a la vida diaria de muchos españoles son una preocupación para todos. Una preocupación que se manifiesta, especialmente, en relación con el empleo, la sanidad, la calidad de la educación, el precio de los servicios básicos. Desde luego también con la inaceptable violencia contra la mujer o, en el caso de los jóvenes, con el acceso a la vivienda.

Así pues, son muchas las cuestiones concretas que me gustaría abordar con vosotros hoy, si bien esta noche quiero centrarme en otras que también tienen mucho que ver con el desarrollo de nuestra vida colectiva. Es a la Constitución y a España a lo que me quiero referir.

Este año, nuestra Constitución ha cumplido 45 años. Durante estos años de vida democrática, la Constitución, que la Princesa de Asturias juró el pasado 31 de octubre, ha estado presente ininterrumpidamente en nuestras vidas. Y es, sin duda, el mejor ejemplo de la unión y convivencia entre españoles.

No podemos olvidar que uno de nuestros grandes activos en democracia es, precisamente, esa convivencia basada en sentimientos compartidos y en la búsqueda común del bienestar y la prosperidad de todos.

En Asturias en octubre pasado, señalé -y así lo creo-, que es con la unión, con el esfuerzo colectivo y con las actitudes solidarias como se construyen las grandes obras, las que trascienden a las personas, las que duran y permanecen en el tiempo. Es así como un país progresa.

Naturalmente, en España todo ciudadano tiene derecho a pensar, a expresarse y defender sus ideas con libertad y respeto a los demás. Pero la democracia también requiere unos consensos básicos y amplios sobre los principios que hemos compartido y que nos unen desde hace varias generaciones.

Y esa unión, que tiene profundas raíces históricas y culturales, debe descansar sobre todo en los valores que rigen toda convivencia democrática: la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político.

Esos son los valores que nos cohesionan, que le dan fortaleza y permanencia a un sistema democrático como el nuestro.

Y así los define y establece nuestra Constitución, que ha sido el mayor éxito político de nuestra reciente historia, y que supuso la culminación de un proceso que mereció una admiración y un reconocimiento internacional extraordinarios.

Gracias a ella, España consiguió construir y consolidar una democracia plena, abierta e integradora, un Estado Social y Democrático de Derecho, que ha asegurado nuestra convivencia y que nos ha permitido superar diversas y graves crisis en los últimos años. Esa es la evidente realidad de nuestra historia reciente constitucional.

Gracias a la Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia; que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas. Superar esa división, por tanto, fue nuestro principal acierto hace ya casi 5 décadas. Por eso, evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir.

Y hay otra dimensión de la Constitución en la que a menudo no reparamos, y que sin duda es también muy importante: La que nos permite asegurar nuestro modelo de vida, nuestra forma de vivir y de entender la vida. Expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad, es sin duda clave en nuestro día a día. También lo es, acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno... Todos esos hechos diarios -y muchos más- son los que la Constitución ampara, garantiza y protege.

Por ello, quiero reivindicar la Constitución no solo como valor democrático de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con confianza, con estabilidad, con certidumbre. Para que podamos disfrutar libremente de una vida en la que cada uno -con sus circunstancias- pueda ver razonablemente satisfechas sus legítimas expectativas, sus ambiciones, proyectos y necesidades.

Pero es evidente que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido no solo se requiere que la respetemos, sino también que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa; su razón de ser como pacto colectivo de todos y entre todos para un propósito compartido.

Y, finalmente, exige que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional.

Por tanto, fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad.

Y junto a la Constitución, España.

Los españoles iniciamos hace ya casi medio siglo un nuevo camino; lo hicimos juntos, democráticamente, en un proyecto común. Aprobamos una visión compartida de España que reconoce el derecho de todos a sentirse y a ser respetados en su propia personalidad y en su cultura; con sus lenguas, tradiciones e instituciones.

Y hoy, España es una sociedad fuerte, que ha demostrado muchas veces los valores que forjan nuestro sentido como comunidad política:

Hemos sido solidarios con quienes han sufrido la adversidad; Hemos tenido un comportamiento cívico ejemplar en la superación de la COVID;

Hemos demostrado coraje, dignidad y principios frente al terrorismo; Y hemos expresado y -sobre todo- defendido nuestros valores constitucionales cuando estos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo.

Y todo ello, también lo hemos hecho juntos y de acuerdo con el marco constitucional, decidido por todos los españoles.

La razón última de nuestros éxitos y progresos en la historia reciente ha sido precisamente la unidad de nuestro país, basada en nuestros valores democráticos y en la cohesión, en los vínculos sólidos del Estado con nuestras Comunidades Autónomas y en la solidaridad entre todas ellas... Basada también en nuestra apertura al exterior con una profunda vocación iberoamericana y europea. Precisamente, España ha presidido el Consejo de la UE durante el último semestre, en el que se ha reforzado la unidad de Europa.

No tengo duda de que la unidad, será también la clave para que podamos afrontar con éxito los serios y complejos retos de futuro a los que España se enfrenta hoy.

Para abordar ese futuro, todas las instituciones del Estado tenemos el deber de conducirnos con la mayor responsabilidad y procurar siempre los intereses generales de todos los españoles con lealtad a la Constitución. Cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le estén atribuidas y cumplir con las obligaciones y deberes que la Constitución le señala.

Debemos respetar también a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio. Y finalmente debemos velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país.

España ha tenido a lo largo de su historia, durante siglos, la responsabilidad de influir en el rumbo de la Humanidad. Como también ha atravesado períodos de tragedia, silencio, aislamiento y dolor. Pero el pueblo español los ha superado siempre; ha conseguido sobreponerse, sabiendo elegir su camino con fortaleza y con el orgullo de los pueblos que son y quieren ser.

Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos, para así sentirlo más y cuidarlo entre todos. Así podremos cumplir mejor con la obligación de la que hablé hace unas semanas en las Cortes: la de garantizar a las jóvenes generaciones el legado de una España unida, cohesionada, con voluntad de entendimiento, y sólida en sus convicciones democráticas, cívicas y morales; el legado de una España respetada, de una Nación querida, en la que puedan continuar desarrollando sus vidas de manera libre, de manera segura en un entorno de estabilidad y confianza.

España seguirá adelante. Con determinación, con esperanza, lo haremos juntos; conscientes de nuestra realidad histórica y actual, de nuestra verdad como Nación. En ese camino estará siempre la Corona; no solo porque es mi deber como Rey, sino también porque es mi convicción.

Gracias por vuestro tiempo en esta noche y junto a la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía os deseamos una feliz Nochebuena, con un recuerdo muy especial para quienes, en este momento, con dedicación y entrega, velan por la seguridad de todos, y por el funcionamiento de los servicios públicos.

A todos, Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal y Boas festas. Muy buenas noches; y Feliz y próspero año 2024.

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Desde Redes Sociales

En redes sociales también se podrá enlazar al discurso del rey en directo a través de la cuenta de X (antes Twitter) de La Casa Real: @CasaReal; o de su canal de su canal de YouTube: casarealtv. En definitiva, es la cadena pública de TVE la que todos los años distribuye la emisión al resto de cadenas, las cuales son autorizadas para replicar la programación durante el discurso.

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Dónde se puede ver

El mensaje navideño se podrá seguir por la web de AS y también será retransmitido en directo en los siguientes canales de la televisión pública: La 1, La 2, TVE internacional y Canal 24 horas. Asimismo, podrá verse en las cadenas privadas de televisión: Antena 3, La Sexta, Cuatro y Telecinco. 

Todas las autonómicas públicas integradas en la Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos (FORTA), a excepción de la televisión vasca, ETB, y el canal de televisión español de cobertura autonómica que emite en Cataluña, TV3, emitirán el tradicional discurso navideño.

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Detalles a tener en cuenta

El discurso de este año ha sido grabado en el Salón de Audiencias del Palacio de la Zarzuela, un escenario que cuenta con una decoración simple, pero llamativa: un árbol de Navidad, un nacimiento de la colección privada y dos cuadros habituales de la Colección de Patrimonio Nacional de temática mitológica.

A su espalda, las banderas de España y de la Unión Europea (UE). El discurso, propuesto por la Casa Real y examinado por el Gobierno desde 1979, tendrá una duración aproximada de 12 minutos. Anteriormente, el mensaje lo elaboraba libremente la jefatura del Estado.

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La amnistía

Con las secuelas de la pandemia por el coronavirus ya lejanas, Felipe VI reflexionará sobre la ley de amnistía, en trámite parlamentario, y apelará a la unidad de Nación y la Constitución tan presente en todos sus discursos. Otro de los temas del podría ser la situación en la que se encuentra el Tribunal Constitucional o acerca de la transparencia en los tiempos que corren.

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Temas a tratar

Esta vez, enfrentándose a un momento de fuerte polarización política y distintos frentes abiertos del país. Un 2023 que, entre otras cosas, ha estado marcado por la celebración de las elecciones autonómicas, primero, y las elecciones generales, después.

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El discurso empieza a las 21:00 horas

Nuevo año, mismas tradiciones. Felipe VI ofrecerá por novena vez su discurso de Navidad, un mensaje televisivo emitido desde el Palacio de la Zarzuela ante todo el país por los medios de comunicación, a las 21:00 horas (peninsular) en la Nochebuena, víspera del día de Navidad.

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