Choque entre Moldavia y Rusia
La embajada rusa en Chisinau pierde poder por acciones inamistosas y supuesto espionaje en el tejado de la misma.
Más allá del legado soviético que comparten Moldavia y Rusia, la guerra de Ucrania no ha hecho bien a las relaciones entre ambos países. A colación de la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y el conflicto en el este de Ucrania, hay inquietud en el país moldavo acerca de su soberanía y su integridad territorial.
Además, Moldavia cuenta con Gagauzia, región autónoma que ha manifestado respaldo hacia Rusia y ha levantado inquietudes sobre una posible inclinación separatista.
Otro de los temas que preocupan al Kremlin es la integración en Europa de los moldavos, pues en estos últimos han buscado estrechar lazos con la Unión Europea y sellaron un Acuerdo de Asociación con la UE en 2014.
No obstante, esto ha suscitado preocupaciones en Rusia, ya que percibe la expansión de la UE en su esfera de influencia como una amenaza a sus intereses geopolíticos, y para rematar, la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, ha denunciado en más de una ocasión la invasión y ha acusado a Moscú de intentar desestabilizar su país.
Acciones inamistosas
Con ello, a finales de julio el Gobierno moldavo comprobó supuestas actividades de espionaje en el tejado de la Embajada rusa y anunció la expulsión de 22 diplomáticos. Esto no ha hecho más que echar más leña al fuego dejando así una plantilla mínima en Chisinau mientras las relaciones pasan por uno de sus peores momentos.
Por lo que según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Moldavia, a partir del martes 15 de agosto, no podrán permanecer en Chisinau más de 10 diplomáticos rusos y 15 miembros del personal de apoyo.
Chisinau se ha distanciado de Moscú desde que Maia Sandu llegó al poder en 2020. En febrero de este año, Sandu acusó a Moscú de intentar un golpe de Estado contra su gobierno.