Así habla el lenguaje corporal de Sánchez sobre su no dimisión al frente del Gobierno
Expertos en comunicación no verbal han analizado el discurso del presidente en Moncloa. “Su mirada es seria y podrías pensar “va a dimitir”, analiza Patrycia Centeno.
La comparecencia de Pedro Sánchez de este lunes era una de las más esperadas por parte de un político en los últimos tiempos. Su decisión sobre seguir o no al frente del Gobierno finalmente se ha saldado con un sí rotundo. “He decidido seguir, seguir con más fuerza si cabe al frente de la presidencia del Gobierno de España. Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte, se lo garantizo”.
Unas palabras que han sido muy celebradas en Ferraz, sede del PSOE en Madrid, y criticadas desde el PP. Los socialistas, en boca de Isabel Díaz Ayuso, consideran que “lo único que pretende es el poder sin control, sin contrapesos”. Toda España estaba pendiente de lo que decía el líder socialista. Pero, también, de lo que no decía. Los gestos durante su aparición también permiten ver su estado ante la situación en la que se encontraba.
Patrycia Centeno, periodista y experta en comunicación política no verbal, ha analizado en sus redes sociales lo que decían los gestos de Sánchez sobre él. “Lo ves aparecer y dices: ‘está triste’. Pero no. Si tapas la boca, su mirada es seria y podrías pensar “va a dimitir”. Pero si tapas sus ojos, la boca anunciaba otra cosa”, empieza su análisis sobre su discurso.
En su estudio, la experta resalta el gesto que más ha repetido durante su corta comparecencia ante los medios: apretar los labios. Un gesto, continua, relacionado con la frustración o el hecho de reprimir algo. Pero incluye un matiz. “A diferencia del miércoles, esta vez las comisuras apuntaban hacia arriba”, algo que asocia como una especie de ‘venganza’.
Durante su discurso, apunta, Sánchez seguía mostrando que estaba afectado por lo ocurrido. “Aunque arrugaba la frente (preocupación/duda) y apretaba los labios, las comisuras no bajaban, como mucho se quedaban centradas (sereno)”. Otro gesto que, sin pronunciar palabra, decía mucho, ha sido el de levantar firmemente los pulgares. Una señal que indicaba las posibilidades de seguir. Los silencios también han sido importantes durante su discurso. Especialmente, el que se produce entre las palabras “he decidido” y al anuncio final.
Pasando a la parte del discurso en el que dice lo que debe cambiar por parte de la oposición, Sánchez eleva el labio (chulería) y enseña los dientes (en señal de rabia o ataque, según la experta en comunicación no verbal). Finalmente, en el momento que dice que debe acabar el ataque, las comisuras de sus labios apuntan hacia abajo (dolor) y se sujeta las manos, en señal de protección.
Lo que dice el tono de su voz
Por su parte, Julio García Gómez, experto en comunicación de crisis, ha valorado en Telecinco la aparición pública de Pedro Sánchez. En su análisis, considera que su aspecto es “desencajado” y su rostro “cansado”, fruto del agotamiento al que se ha sometido estos días en los que ha meditado su decisión.
Una prueba de esta tensión ha sido el lapsus nada más comenzar, al decir “buenas tardes” cuando apenas eran las 11 de la mañana en España. El discurso, cargado de “frialdad” según el experto, ha estado lleno de “suspiros en los puntos, que le han servido para coger aire entre frase y frase y para mantener la firmeza”. Julio García apunta el hecho de que el presidente haya mirado el papel en muchas ocasiones “para darse fortaleza”.
“El mensaje está bien articulado desde el análisis de comunicación verbal y gestual. En lo no verbal, le vemos muy medido, con un exceso de movimiento de manos que puede desviar la atención a su rostro”, apunta el experto, que apunta al tenue tono de voz como principal muestra de su fatiga por “una posible falta de descanso”. Sobre este punto, valora el “tono sosegado” en el momento de confirmar su decisión, aportando serenidad en sus palabras.
En general, para el experto ha sido una comparecencia “sosegada, en tono medio, sin grandes fortalezas en la voz, con regularidad en gestos y voz y silencios provocados entre párrafos para centrar la atención de los espectadores”. En cuanto al cierre del discurso, con un “gracias” pronunciado con poca fuerza, considera que “debería haber acabado en tono alto, sin perder fuelle, porque va de más a menos”.
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