Advertencia de la UE sobre Serbia y Kosovo
Josep Borrell ha reafirmado el compromiso europeo con la paz en la región, pero también ha señalado que a las naciones del continente se les está “agotando la paciencia” ante la escalada de tensión
La colisión entre Serbia y Kosovo es una de las más cruentas y complicadas del viejo continente. La de los Balcanes es una región que todavía tiene heridas hondas y abiertas. La sombra de la guerra planea sobre el frágil equilibrio entre un puñado de naciones que, después de décadas compartiendo fronteras, pasaron a atacarse sin cuartel en un conflicto de todos contra todos.
El reconocimiento de la república kosovar es motivo de controversia internacional. Actualmente, 101 de los 193 miembros de la Asamblea General de la ONU se han pronunciado a favor de sus demandas de soberanía. Sin embargo, Serbia sigue reclamando el territorio como una de sus provincias autónomas. La partición de la zona fue el resultado de una revolución separatista posterior al desmembramiento de Yugoslavia en una miríada de pequeñas repúblicas.
La intensidad del enfrentamiento entre Belgrado y Pristina oscila dependiendo de factores tanto externos como internos. La desestabilización de los países colindantes puede revertir en último término en una sacudida fatal de la ya de por sí débil coexistencia. Sin embargo, la Unión Europea ha jugado un papel inestimable en los arduos esfuerzos por erradicar la posibilidad de rebrote de las agresiones bélicas entre vecinos.
Promesas de adhesión
El máximo representante de la diplomacia de la UE, el exministro español Josep Borrell, se ha reunido recientemente con uno de los actores fundamentales para apagar los fuegos de la pendencia. El primer ministro albanés, Edi Rama. Pero, ¿Por qué es tan importante la posición del ejecutivo de Tirana en este asunto? Pues porque la demanda tradicional y mayoritaria de la población kosovar es conseguir la unión con Albania, más próxima cultural y políticamente que Serbia. Esta idea, pilar fundamental del ideario del nacionalismo albanés moderno, se denomina la “Gran Albania”.
En los últimos meses, la fricción entre los mandatarios kosovares y serbios ha aumentado considerablemente, lo que ha obligado a la UE a redoblar la intensidad de sus labores de arbitraje. Ambos países, especialmente Serbia, han expresado en algún momento del pasado cercano su deseo de avanzar por la senda de la integración europea. Algo que la organización supranacional ha utilizado para tratar de crear un clima de entendimiento que, sin embargo, no termina de germinar.
Pero Borrell, en la rueda de prensa con Edi Rama que siguió a la audiencia, se mostró severo con las administraciones de los dos países implicados, y advirtió de que los Estados Miembro de la UE se están “quedando sin paciencia” ante la negativa de ambas partes de cumplir los términos acordados en las negociaciones más recientes. Albania, que también se encuentra en una fase avanzada del proceso de adhesión comunitario, ha optado por ponerse detrás de la Unión y subrayar sus posiciones.