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Las “semillas mágicas” de Bill Gates

El filántropo estadounidense apuesta por semillas modificadas para conseguir salvar los problemas alimentarios a nivel mundial.

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En la imagen un registro del fundador de Microsoft, Bill Gates. EFE/Peter Foley/Archivo
EFE

La crisis alimentaria a nivel mundial se ha visto agravada, en los últimos meses, por la guerra en Ucrania. Durante los primeros meses del conflicto quedaron atrapadas millones de toneladas de trigo, impidiendo que pudieran llegar a países que lo necesitaban. Por fortuna, un acuerdo gracias a mediación de Turquía permitió que los buques graneleros partieran del puerto de Odesa hacia sus destinos en otros países.

Pero todavía es un problema, más allá de la guerra, que requiere de una fuerte inversión. La ayuda alimentaria, según asegura Bill Gates, no será suficiente, por lo que se necesitarán innovaciones tecnológicas como la que él mismo ha estado financiando de un tiempo a esta parte. En un informe reciente publicado por la Fundación Bill y Melinda Gates apunta lo que él llama como “semillas mágicas”.

No es otra cosa que unos cultivos que se adaptan al cambio climático. De esta forma podrían resistir también a las distintas plagas agrícolas. En dicha publicación se emplea también un mapa que modela la forma en el que cambio climático puede afectar a las condiciones de crecimiento de los cultivos en varios países del mundo.

Pero esta idea, no obstante, también ha encontrado sus críticos, que rechazan el papel destacado de la tecnología para abordar el problema alimentario. Entre los argumentos están esfuerzos mundiales para proteger el medio ambiente y que estas semillas necesitan pesticidas y fertilizantes a base de combustibles fósiles para crecer. Además, aseguran que no aborda de forma urgente la crisis, pues se necesitan años para su desarrollo. Por tanto, no servirá para países que dependen de las importaciones en la actualidad, o que sufran sequías extremas.

Objetivos de la ONU

El debate generado puede intensificar la presión mundial para llegar a cumplir los objetivos marcados para la paz y la prosperidad mundial, conocidos como Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, antes de la fecha límite de 2030. En total 17 metas, entre las que se incluyen acabar con la pobreza y el hambre, combatir el cambio climático, garantizar el acceso al agua limpia o trabajar por la igualdad de género.

“Es bastante sombrío en relación con nuestras esperanzas para 2030, pero soy optimista de que podemos volver a la normalidad”, asegura Bill Gates a AP. El filántropo señala a la guerra y la llegada de la pandemia como las dos grandes causas que han generado un empeoramiento de la crisis alimentaria en el mundo. De cara a la próxima cumbre de la Asamblea General de la ONU de este mes, advierte que la ayuda alimentaria no será suficiente.

“Es bueno que la gente quiera evitar que sus congéneres mueran de hambre cuando conflictos como el de Ucrania interrumpen el suministro de alimentos”, explica Gates, antes de señalar al problema de países que no producen los alimentos suficientes, algo que se verá incrementado con las consecuencias del cambio climático. “La temperatura sigue subiendo. No hay forma, sin innovación, de acercarse a la alimentación de África. Quiero decir, simplemente no funciona”.

Por tanto, el informático y fundador de Microsoft vuelve a pedir, como lo viene haciendo desde hace ya más de una década, mayor inversión en investigación agrícola. En este punto, recuerda que las semillas de maíz prosperan a temperaturas más altas y en condiciones más secas que otras variedades. Unas semillas que fueron desarrolladas en el marco de la Fundación Africana de la Tecnología agrícola, allá por el año 2008. Desde entonces, la fundación ha empleado unos 1.500 millones de dólares en subvenciones destinadas a la agricultura en este continente.

Semillas modificadas

En el año 2013 comenzaron en Ghana las pruebas de campo para cuatro variedades de semillas modificadas, pero no fue hasta el verano pasado cuando la comercialización de una de ellas fue aprobada. Una decisión que fue criticada por los activistas, quienes se preguntaban si no sería mejor destinar esos recursos a fondos para la investigación o la construcción de carreteras o para el almacenamiento.

En su contra, varios investigadores que alegan la posible huella ambiental que puede dejar la agricultura industrial, el uso de fertilizantes basados en los combustibles fósiles o la disminución de la biodiversidad. Entre las alternativas, el desarrollo de bancos de semillas administrados localmente, sistemas de compostaje para promover la salud del suelo o intervenciones con pesticidas que no impliquen el uso de productos químicos.