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El experto Mertens explica por qué todavía no se puede hablar de un final de la guerra

El profesor de relaciones internacionales de la Universidad Europea asegura que Putin no está dispuesto a negociar y que, de momento, “serán las armas las que hablarán”.

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Frédéric Mertens
Frédéric Mertens

Hace justo un año, el 24 de febrero de 2022, se cumplían los mayores temores: Rusia invadía Ucrania y desataba una guerra que nadie imaginó que duraría tanto y que acabaría involucrando a toda la comunidad internacional. Sanciones estratosféricas a Rusia, comercio detenido, purga entre oligarcas rusos, explosiones en el Nord Stream… ¿Cómo evaluar el mundo antes y después de la guerra de Ucrania?

El experto en relaciones internacionales Frédéric Mertens habla para Diario AS sobre este primer año del conflicto, las fases por las que ha pasado, la situación actual, del papel de China y por qué, de momento, no se divisa el final de la guerra.

¿Cuál es el estado actual de la guerra?

Se ha quedado en un estado de posición, porque tanto Ucrania como Rusia se enfrentan ahora a problemas de logística, más vinculados con la falta de recursos materiales y humanos que al tiempo o las condiciones climatológicas. Por una parte, tenemos a Ucrania, que necesita material pesado como los carros Leopard y otros misiles, por no decir aviones de combate. Enfrente, pues necesitan municiones de todo tipo y, es cruel decir esto, pero también carne de cañón, porque los rusos aplican la vieja metodología soviética de enviar olas humanas para desbordar al enemigo. Como ejemplo histórico, la batalla de Stalingrado.

Ahora estamos en una guerra de posición, a la espera de una ofensiva o una contraofensiva. Algunos que dicen que ya Rusia está en ella, otros, que será en la primavera. Con esto de fondo, tenemos a la guerra dialéctica entre Putin y Biden. Biden habló durante su visita sorpresa en Kiev y después desde Varsovia y enfrente, como réplica, el discurso del Estado de la nación de Putin. En ambos casos, están hablando de la agresión mutua, uno critica el carácter dictatorial y agresivo y autoritario de su régimen, y el otro critica los valores decadentes de sus dirigentes, de sus regímenes y su población.

En el pasado, todos estos conflictos han tenido esa dialéctica discursiva, con subida de tono, con agresividad, para galvanizar la opinión pública y justificar lo que está ocurriendo. También evocan las consecuencias negativas que puede sufrir la población del bando contrario: movilización general, masacres, dificultades socioeconómicas, amenaza nuclear, etcétera.

¿Podrías delimitar las diferentes fases de la guerra en este primer año?

Primero, se lleva a cabo una operación que iba a ser supuestamente especial, muy rápida por parte de Rusia, enviando un convoy larguísimo en dirección de Kiev. Pero el señor Putin y sus generales toparon se toparon contra un alto nivel de resistencia de la población ucraniana, no solo de los militares ucranianos, sino de toda una población. Y eso ha sido un fracaso enorme en esa primera fase. Es verdad que los rusos ocuparon rápidamente algunos territorios, pero al mismo tiempo fracasaron en puntos estratégicos, como en Kiev, con errores estratégicos o garrafales. El hecho de poner convoyes en carreteras y no a través del campo por falta de material adecuado, pues los convertía en blancos fáciles para la artillería ucraniana, que era obviamente ayudada por los servicios secretos americanos y británicos.

La fase siguiente es la réplica de los occidentales al entender que el conflicto no iba parar a Ucrania. Hoy por hoy no podemos decir que Putin está delirando, pero está en su relato, que es falso en su fundamento, pero que parece ser que se lo cree, en el cual Rusia tiene que recuperar su espacio, que ha sido robado por los occidentales, y que tiene que recuperar el territorio de la Rusia zarista o la Rusia soviética. No se sabe exactamente lo que pretende hacer Putin. La cuestión es saber si quiere ir también hasta Polonia, Finlandia, los tres países bálticos, etcétera.

En la fase actual, Rusia está apartada de la comunidad internacional, más o menos a nivel de la ONU, donde una mayoría de países condenan el comportamiento de Rusia. Sin embargo, solo hay una minoría de países occidentales que adoptan sanciones económicas contra Rusia. Mientras tanto tenemos a los chinos que están ahí jugando un papel importante en sentido de que apoyan a Rusia debido a un acuerdo entre ellos y los rusos de cara a la gestión del mundo.

¿Por qué China juega un papel tan importante en la guerra, a pesar de mostrarse al margen?

Los chinos, al igual que los rusos, consideran que el orden internacional tiene que ser reformado, ser más justo y no ser dominado por algunos estados. Claro, al referirse a los occidentales, hablan de Estados Unidos, que están en conflicto sobre todo con China, además de Rusia. China tiene un papel muy importante porque es el apoyo mayor para Rusia, pero un apoyo que ya va a molestar más y más a los rusos porque están en una dependencia creciente, dependencia económica, financiera y política o geopolítica. Necesitan a China para legitimar o mantener esa esa guerra de agresión contra Ucrania, en la lógica de que atacar Ucrania es debilitar a Occidente, y sobre todo a Estados Unidos. A China le viene bien que Estados Unidos sea debilitado, pero no le interesa un conflicto duradero, porque esto afecta al comercio internacional, y tenemos que recordar que China es un país que depende del comercio internacional. China es China porque vende y si no compramos, tienen un problema.

¿El conflicto ha sido el esperado por la comunidad internacional?

Sí y no. Se sabía que tarde o temprano iba a haber un conflicto: Rusia ya tenía una presencia directa en Crimea e indirecta en las regiones separatistas del oeste. Lo que no se sabía es que la invasión iba a ser más larga de lo previsto, debido a la capacidad de resistencia de los ucranianos. Eso ha sido un choque para los rusos, que creían que el ‘pueblo hermano’ iba a aceptar la liberación que les proponía Rusia contra los supuestos nazis, y porque han visto que había masacres y una guerra fratricida. También ha sido un choque para los europeos, un despertar muy brusco, al ver que Rusia realmente ha atacado a un país vecino, más o menos pro occidental y a las fronteras de la OTAN, y la OTAN estaba en un estado de letargo, se ha despertado. Nadie, hace dos o tres años, hubiese apostado por una OTAN tan dinámica, tan presente, tan fuerte en Europa.

¿Avanzará la guerra o seguirá en ese estado de posición?

La guerra avanzará si hay un elemento que hace cambiar el equilibrio de las fuerzas. El equilibrio está en el factor logístico, porque ambos bandos tienen fallos logísticos en términos de recursos humanos, materiales, municiones, armas pesadas… Por eso, los occidentales quieren asegurarse que los chinos no van a dar un apoyo armamentístico y logístico a Rusia, porque podía cambiar drásticamente la situación. Pero hay que ser honestos, es evidente que los ucranianos y los occidentales contamos con poder cambiar la situación al poner a disposición de Ucrania el material solicitado. Pero estamos en una carrera contrarreloj, porque los recursos humanos necesitan preparación, y los materiales necesitan fabricación, y para eso se necesita tiempo. Falta tiempo para llegar a cambiar el curso de la guerra, para pasar de una guerra de posición a una de movimiento.

¿Podemos hablar de un final de la guerra para este 2023?

Esta guerra va a tener consecuencias largas, probablemente este 2023 y el 2024 tengamos unos movimientos que fuercen a discusiones o negociaciones, pero hay muchos territorios ucranianos que podrán albergar tensiones duraderas, como la de Kosovo. No podemos hablar de un final porque Putin no quiere negociar nada. Zelenski dice lo mismo, más suave, cuando asegura que está dispuesto a negociar, pero cuando Rusia deje de bombardear su territorio. De momento, serán las armas las que hablarán, y cuando haya un evento mayor, por no decir definitivo, empezarán las negociaciones.