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ACTUALIDAD

¿Cuál es la diferencia entre beatificación y canonización en la Iglesia católica?

El proceso de beatificación se presenta como un paso previo a la santificación. El alcance, clave en su distinción. Ambos procesos se hacen tras el fallecimiento.

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Canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII

Tras la muerte el pasado 31 de diciembre del papa Benedicto XVI, son muchas las voces las que piden que Joseph Aloisius Ratzinger (nombre secular del papa emérito) sea canonizado. Una de ellas, es la del cardenal Raymundo Damasceno Assis, arzobispo emérito de Aparecida: “Creo que lo canonizarán pronto. En él, lo primero que destacaba era su humanidad”, declaró en la despedida del pontífice.

Sin embargo, según dicta la doctrina católica, antes de santificar o canonizar a alguien, es necesario pasar por un proceso previo de beatificación. De ambos procesos se encarga la Congregación para las causas de los Santos de la Santa Sede.

Beatificación

Para poner en contexto, ambos procesos se hacen una vez ya la persona ha fallecido. En el caso concreto de la beatificación, su explicación se basa en “declarar que un difunto, cuyas virtudes han sido previamente certificadas, puede ser honrado con culto”, según explica la Fundéu.

La definición simplificada sería que alguien tras fallecer, entra en el cielo y tiene la capacidad de mediar entre aquellos que oran en su nombre. En este caso, la beatificación solo implica aquellos lugares en los que la persona ha dejado su huella católica a lo largo de su vida.

Canonización

Según la propia definición que establece la Fundéu, posiciona a la beatificación como un paso a seguir para alcanzar la canonización: “Hacer santo a una persona ya beatificada”. Según establece la Iglesia católica, se declara alguien como santo y entra dentro de una lista oficial de santos. Dicha lista se denomina canon.

Desde la propia Iglesia tienen la convicción de que dicha persona que ha sido santificado tiene un don divino, el cual puede estar en contacto con Dios. Por ello, se le asignan diferentes lugares de culto (iglesias, capillas, altares...) en los que puede intermediar entre Dios y los católicos.

Además, tiene un alcance más global, debido a que una canonización se hace a petición de toda la Iglesia. De esta manera, es posible venerar al santo desde cualquier rincón del planeta.