España aplasta a Georgia en su debut hacia la Euro Sub-21 (2-7)
Fue un cambio generacional sonado, un estreno como Sub-21 estruendoso por parte de una hornada de jóvenes talentos con visos de hacer algo grande en el futuro. Mejorar a los Mata, Javi Martínez, Thiago o Ander es tarea complicada, pero Milla tiene relevo suficiente en su equipo como para convertirlo en otro vivero para el de Del Bosque. Lo que no cambia de uno a otro, aquello que es innegociable más allá de la edad, es el estilo, ese entramado de toques y combinaciones que tiene aturdidos a los rivales, cualesquiera sean sus banderas y continentes.
Georgia fue una víctima más. La salida en tromba de La Rojita, cuya firme columna vertebral provenía del recientemente disputado Mundial Sub-20, acabó de un plumazo con el partido. No fue un mordisco sin más; fue un alarde de finura al estilo de los más grandes conjuntos. A cada gol le siguió uno más bello. Rodrigo elevó el listón con un recorte dentro del área que dejó sentado a su defensor, Isco arrancó los aplausos con una vaselina propia de los fueras de serie y Canales cerró el primer tiempo con una falta teledirigida a la escuadra.
Entre medias, los propios Isco y Rodrigo -por dos veces- habían salpicado el espectáculo con tres tantos más. Un set en blanco con el que demostrar la abismal diferencia entre unos y otros y que, sin embargo, no tuvo su continuidad tras el descanso. España se relajó, Íñigo Martínez marcó en su propia puerta y sólo el gol de Bartra eclipsó el tanto final de Kvekveskiri. No importó. La historia ya estaba escrita. Y todo salió del color de rosa.