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MOTOCICLISMO

Tito Rabat: “Siempre supe que no era un piloto del montón”

El líder de Moto2 aventaja en 38 puntos a Mika Kallio y se proclamará campeón en Australia si le mete 12 puntos más (primero y cuarto).

Phillip islandActualizado a
Mika Kallio y Tito Rabat.

-El GP de Japón fue el de Marc Márquez. ¿Será el de Australia el de Tito Rabat?

-(Sonríe). Lo intentaremos… La intención es que sí. Para que fuera aquí campeón de Moto2 yo tendría que ganar la carrera y que Mika terminara cuarto. Está claro que será difícil de hacer, porque Mika está muy fuerte y lo normal es que acabe aquí entre los cinco primeros, así que tendría que pasar algo muy extraño para que saliera campeón aquí, pero no es imposible…

-¿Cómo se siente en tal privilegiada posición?

-La verdad es que últimamente me siento bien, muy fuerte. Lo vi en los entrenamientos de Japón, aunque luego en la carrera sufrí un poco de colapso y entraba en las curvas como en 2012, un poco cerrado. Rodando solo iba bien, porque entro más abierto en las curvas y conducía mejor, pero al ir detrás de alguien iba peor, iba bajo presión.

-¿Por qué esa presión?

-Porque notas que te estás jugando el campeonato y, sin darte cuenta, bajas un poco tu rendimiento y conduces un poco a la defensiva. Esto es una sensación que no me gusta, y más cuando eres el gran favorito después de haber hecho unos grandes entrenamientos. Eso es lo que me pasó en Japón.

-Pues ahora puede que esté ante la carrera más importante de su vida…

-No, que va, ni de broma. Ha habido muchas carreras importantes para llegar hasta aquí. De hecho, cada carrera es importante y tendré que hacer mi trabajo del principio al final, desde el viernes al domingo, como he hecho en todas las carreras. No puedes fallar en ninguna, y sobre todo en esta categoría. Me planteo el viernes como un viernes más, y lo mismo vale para la calificación del sábado y la carrera del domingo.

-Esa es la teoría y se la tiene bien aprendida, pero no me puedo creer que no esté más ilusionado que nunca. ¿O no?

-Hombre, claro que estoy ilusionado, pero llevo ilusionado todo el campeonato.

-¿Ha de luchar de alguna manera en su interior contra sí mismo para conseguir que esta carrera sea como una carrera más?

-Claro, un poco sí que mantengo esa lucha interior conmigo mismo. A veces se me pasa por la cabeza la idea de ser campeón, porque esto es lo que llevas esperando toda la vida, lo que siempre has querido y por lo que tanto has luchado, pero se ha de disfrutar de cada día y de cada carrera, y no puedes afrontarla pensando que vas a ser campeón o alterar tu orden y hacer cosas diferentes. Los rivales estarán fuerte y quieren retrasar tu título, si es que lo consigues, y lo que más me llena a mí es ser fuerte en el día que toca.

-¿Cuál ha sido el momento más difícil hasta llegar a este punto en el que se encuentra?

-La ilusión diaria ayuda a que se vayan pasando los malos momentos, que son cuando te va mal en una carrera y quedan muchos días para que llegue la siguiente. También cuando por mucho que lo intentas las cosas no te acaban de salir, pero si no paras de intentarlo al final tienes muchos números para conseguirlo.

-Sea más concreto.

-Supongo que mi segundo y mi tercer año en 125 fueron los momentos más duros. En 2008, que iba con KTM, de compañero de equipo con Marc, la moto se rompía todos los días y salíamos muchas veces volando. Además, yo tampoco tenía un físico adecuado para 125, porque era muy alto. Y al año siguiente, volví al BQR y pasé dos años muy malos como compañero de equipo de Scott Redding porque la moto no paraba de romperse.

-En esa época hubiera costado creer que algún día podría ser campeón del mundo. ¿Temió quedar relegado a ser por siempre un piloto del fondo de la parrilla?

-No. Nunca pensé que acabaría siendo un piloto del montón ni en dejarlo, porque sabía y sé que puedo hacerlo bien. El día que no se pueda lo sabré, pero mientras tanto siempre lucharé por cumplir mis objetivos y eso lo hacía también cuando no tenía tan buenos resultados.

-¿Cuándo supo que había un campeón del mundo en potencia dentro de usted?

-Lo tengo claro desde que soy pequeño. Igual es que tengo una fe ciega en mí, pero siempre he querido serlo. Empecé a montar en moto a los doce años y a los catorce me lo tomé con profesionalidad. Conducía un coche pequeño (con licencia de ciclomotor), desmontaba los asientos para meter la moto, una CRF 450, y me iba de Barcelona a Vic yo solo dos horas para hacer supermotard. Ahí ya sabía que quería ser piloto.

-Los que le conocen bien dicen que es un adicto a las motos. ¿Es cierto?

-(Se ríe). Me gustan mucho y me lo paso bien. Lo que más me gusta es llegar preparado a las carreras, trabajando antes de venir a los circuitos, en casa, en Almería o donde pille, para que luego me cueste relativamente poco luchar con los de delante. Así es como más me divierto.

-¿Qué supone Almería para usted?

-Almería es mi casa. Allí estoy bien. Tengo amigos y el circuito, donde cada día puedo rodar un rato.

-Sé que es reacio a dar detalles, pero cuente cómo es un día de entrenamiento suyo en Almería.

-(Risas). Tengo el circuito de nueve a diez de la mañana para mí, para poder entrenar. Estoy muy agradecido al circuito, que hace años que me ha cedido cada día esta hora de pista. Después hago gimnasio, me voy a correr, también monto en una moto pequeñita para curvear en un circuito pequeño dentro del 'paddock'. Y una o dos veces a la semana hago bici de montaña.

-¿Por qué rueda sólo una hora en el circuito?

-¡Para qué más! Luego hay que arreglarla y limpiarla. Ahora tengo una moto de carreras, una Kalex, y me da más complicaciones porque se rompe el basculante y toca soldar, que si las suspensiones según esté la pista, aunque al final las dejo de un modo estándar y ya me apaño encima de la moto.

-¿Es de los que habla con su moto de carreras?

-Sí, y a veces hasta la doy algún beso. (Se parte de risa). Suelo decirla al despedirme que descanse, que mañana es el día.

-¿La dijo algo especial al despedirse de ella en Japón?

-La dije que a ver si en Australia dábamos un pasito más.

-La ventaja de sus 38 puntos sobre Kallio es que tiene más oportunidades y Australia no es un todo o nada…

-Esa ventaja me dice que he hecho el trabajo bien en una temporada en la que se han alternado los momentos cómodos y los difíciles. En Assen (donde llovió), supe mantener la calma. Y en los fáciles he aprovechado mi momento. Llevo tres o cuatro años trabajando muy bien, haciendo lo que yo creo, pero dentro de unos parámetros profesionales, como son entrenar, la dieta, el físico… Hago todo lo que ha de hacer un deportista, pero luego dentro de la pista hago lo que yo quiero, que es lo que me va bien. Y tomé una decisión buena al venir al equipo Marc VDS, porque me ha apoyado muchísimo. No me he rendido nunca y me siento satisfecho.

-Llegar hasta esos tranquilizadores 38 puntos ha costado muchísimo, porque Kallio casi nunca falla y respondió a cuatro de sus victorias con cuatro segundos. ¿No le desesperó nunca tenerle tan cerca hasta hace poco tiempo?

-No, porque me centraba en lo mío. Ganar y verle a él segundo, te hace pensar, pero también lo hago ahora porque aún no se puede cantar victoria. Kallio ha sido un rival muy difícil y me hizo gracia un periodista que me dijo que me lo estaba poniendo muy fácil. Es el único que no se ha caído de las tres categorías, el segundo que lleva más puntos de las tres categorías, sigue apretando y se están batiendo récords y con ritmo alto hasta final de carrera, lo que el año pasado no ocurría, por lo que fuera. Me lo ha puesto muy difícil, puede que el que más de las tres categorías. Siempre está ahí hasta el final.

-¿Cómo es la relación entre ambos en el box y fuera de él?

-Es un tío serio y frío. La verdad, me va bien que sea así, porque lo que menos quiero es un compañero tocando las narices todo el día. Es una persona normal, que no hace ruido, que trabaja y deja trabajar, que donde pelea es en la pista y no fuera de ella. No somos amigos del alma, pero nos respetamos.

-¿La carrera clave de la temporada fue en la que le ganó cuerpo a cuerpo en Silverstone?

-Sí, porque esa fue la mejor carrera de mi vida. Cuando me pasaron todos me enfadé y noté como la sangre me ardía y la cabeza se me giraba, así que reaccioné dispuesto a remontar pasara lo que pasara. Ese día sabía que no me ganaba, que si perdía iba a perder yo. Me vino bien para saber que tengo también ese carácter y esta carrera fue muy bonita para mí.

-¿Se puede decir que su triunfo es el de la perseverancia?

-Me ha costado y he tenido que trabajar duro, pero no se llega sólo con trabajo ni solo con talento, hay que aunar las dos cosas. La clave de todo ha sido encontrar un sitio como el circuito de Almería, con David García, que me da ganas de levantarme cada día a trabajar, y luego la psicóloga, el preparador físico, mi representante y mis ganas de querer hacerlo, claro.

-¿Ha visualizado ya a qué debe saber un título mundial?

-Debe ser la leche. (Se vuelve a reír). Sí que lo he visualizado, pero lo aparto rápido de mi cabeza. Ser campeón del mundo es un objetivo que te da toda la motivación, pero lo que de verdad mola es la adrenalina de cada carrera. Eso es por lo que entrenas cada día.

-¿A quién se lo dedicaría?

-Lo primero está clarísimo, a mi madre (falleció hace dos temporadas), y luego a toda la gente que me ha ayudado.

-¿No le dará rabia quedarse un año más en Moto2 si sale campeón? Todos hasta ahora habían subido…

-Claro que me da rabia, pero creo que será mejor en mi caso subir en 2016, el año del cambio del reglamento y al que yo llegaré más preparado, porque me quedan cosas por pulir, como pilotar en agua, la salida, las primeras vueltas, pasar a gente, ser un poco más agresivo. En 2016 seré más piloto y habrá más igualdad en entre oficiales y satélites.

-¿Qué les dan en Rufea cuando van a entrenar usted y los Márquez, porque pueden salir los tres campeones este año?

-(Más risas). Es secreto. Me alegré mucho por Marc y creo que Álex también lo va a ser.

-El año que viene le tendrá de compañero. ¿Seguirán entrenando juntos y llevándose tan bien como hasta ahora?
-Seguirá siendo igual. Será rival dentro de la pista, pero fuera de ella no, aunque habrá que tenerlo en cuenta desde el principio el próximo año.

-Un año en el que podría llevar el uno… ¿Lo cambiaría por el 53 si sale campeón?

-(Se le iluminan los ojos). ¡Hombre que si lo pondría! Eso ni se pregunta.