El Sevilla es un vendaval
Vietto, con un doblete, Ben Yedder y Vitolo, aniquilaron el partido en 11 minutos. El Málaga apareció en la segunda parte. Gran gol de falta de Sandro. Rami fue expulsado.Eibar-Sevilla: LaLiga en directo
Un vendaval de fútbol del Sevilla de Sampaoli, que dejó diez de los minutos más bellos que se han visto en este campeonato, reventó al Málaga de Juande, un disparate en defensa que le hizo pasar un rato vergonzante a su gente, que siente este partido, su derbi, como ninguno. A las órdenes de Nasri, significado ya como uno de los jugadores de la Liga, y de Vitolo, Zipi y Zape que entran como cuchillo en mantequilla en las defensas rivales, y sostenidos por un Nzonzi descomunal, el Sevilla ha interiorizado y empieza a sentir y disfrutar la partitura de Sampaoli, el entrenador argentino que, recibido entre suspicacias por los guardianes del viejo fútbol, empieza a poner un interesante sello que ya cala en una afición severa hasta el extremo.
Pareció que al Sevilla le costaría hincarle el diente al partido. Sin alas (Mariano sancionado y Escudero lesionado) y sin último pase (Mudo Vázquez estaba también fuera por sanción y Ganso no da el nivel físico deseado), se divisaba falta de creatividad. Los primeros titubeos del Sevilla acabaron con una pérdida de Iborra. Fornals, héroe en Valencia, rozó otro golazo que no lo fue de milagro. Y poco más.
Todo estaba tan en calma y tan intrascendente que era imposible esperarse una descarga de fútbol como la que protagonizó el Sevilla entre los minutos 25’ y 35’. Justo cuando escuchaba los pitos de su afición por retrasar una transición ofensiva, Vietto corrió y corrió y esperó un balón que Nzonzi, inmenso, filtró aprovechando la falta de coordinación de Llorente y Villanueva. El argentino definió con precisión ante Boyko, lo más parecido a una estatua, y de regalo marcó otro.
Por entonces, Vitolo y Nasri ya habían soltado amarras. El canario hizo una jugada espectacular en el 2-0 y marcó el cuarto. Nasri se inventó dos pases espectaculares en el inicio del tercer y el cuarto gol sevillista. El Málaga llegó al descanso devastado, con una sensación de humillación sonrojante y la idea de que podía recibir un daño mucho mayor en la segunda parte. Todo salió mal en el Málaga. El plan defensivo de Juande (Rosales de interior) se había ido muy pronto al infierno. Boyko se enredó en el 2-0, Torres estuvo inusualmente fallón y el resto de la defensa, Ricca, Llorente y Villanueva, no pareció de Primera.
Pese al 4-0, terribles rarezas del fútbol, el partido amagó con dar un giro copernicano cuando Clos Gómez castigó una entrada impulsiva de Rami (tocó balón pero se llevó por delante y lesionó a Juankar) y su protesta posterior con la roja. Sandro metió el 4-1 y el Sevilla se vio sin ninguno de sus defensas: Mercado y Pareja se habían ido lesionados y el francés estaba expulsado.
Con Ontiveros y Recio poniendo el coraje y corazón que pide el himno del Málaga, y el Sevilla disminuido y con un chico del filial de 21 años, Diego González, mandando en la defensa, pudo pensarse que había espacio para un final con suspense. El Sevilla, sin embargo, ralentizó y enfrió con inteligencia el partido y el Málaga estaba demasiado en shock aún como para acometer una empresa con tres goles de distancia en contra. Todos esperaron el final del partido y del año. Amargo para el Málaga. Dulcísimo para el Sevilla.