Charles desmonta la exhibición de Gerard y empata en el 89
El arreón final del Málaga dio la vuelta al marcador con goles de Diego Llorente y Charles, que marcó en el 90'. Gerard Moreno hizo doblete para el Espanyol.
Sigue el Espanyol siendo un equipo indescifrable en estas dos jornadas, capaz de perder 6-4 ante el Sevilla y de empatar ante el Málaga cuando ganaba plácidamente por 2-0. Esta vez, les entró el miedo y la ambición andaluza, que se revolucionó con los cambios, les llevó al empate. Tampoco han ganado los de Juande, pero esta noche demostraron amor propio, consuelo en esta Liga aún por definirse.
Empezó fuerte el Espanyol, con el joven Marc Roca acompañando al debutante Javi Fuego en el mediocampo, y un inusual Víctor Sánchez de lateral zurdo. Quiso tener más el control del juego el equipo perico, y lo logró ante un Málaga que apenas hirió. Solamente Jonny encontró espacios en el costado izquierdo, pero sus centros envenenados eran balas perdidas. En uno de esas imprecisiones, con Koné y Llorente totalmente abiertos, Baptistao tocó con Gerard, que condujo hacia la gloria. Ese premio era el pie derecho de Llorente, que no intuyó que su rival era zurdo y le abrió ese camino, una autopista hacia el gol (1-0). Solo Juanpi, con una acción de calidad zafándose de los mediocentros pericos, creó la única ocasión de peligro de los visitantes antes del descanso.
Jaleados por la grada y por la implicación del banquillo —todos los jugadores se pusieron de pie en el minuto 21 y el febril Quique celebró el gol con locura—, el Espanyol siguió dominando el encuentro. Muy limpia su salida de balón, faltos de profundidad por la izquierda pero profundos por el costado de Hernán (tuvieron que sustituir a Ricca con amarilla), el Espanyol halló el segundo tanto. Esta vez a balón parado. El cerrado centro de Piatti halló la cabeza de un afortunado Gerard, con Llorente de nuevo observándolo a dos metros. Kameni —que jugó en un estadio cuya puerta 34 lleva su nombre— la tocó ya dentro.
No quiso rendirse el Málaga. Juande sacó a Charles por Recio, quitó hormigón para añadir artillería. Llorente —quién si no— anotó tras despejar un mal balón Roberto. Pocas veces un movimiento de piezas tan nimio tuvo una repercusión tan gigantesca. El Espanyol se empequeñeció, empezó a dudar en esa defensa que hasta el momento está siendo de plastilina, y el Málaga olió sangre y se lanzó. Sandro no tiene colmillo, pero sí Charles, una hiena. Y así, con un balón al cielo de Cornellà y un pase de cabeza al área, apareció el cazador para rematar el empate. Los pericos bebieron vinagre. Los boquerones, una caipirinha, consuelo para un partido que les reafirma.