Oyarzabal le complica la renovación a Paco Ayestarán
El delantero de la Real Sociedad marcó el único tanto del partido en el descuento (96'). El Valencia podría terminar la temporada en decimocuarta posición.
Se dice que el silencio transmite paz. Pero el de Mestalla decía lo contrario. Era un silencio que se oía. Un grito de protesta. De queja por las cosas mal hechas. Fue la forma que eligieron los presentes en la grada de calificar la temporada de los suyos. El calvario blanquinegro terminó. Pero lo hizo de la peor manera posible. Con derrota y llegando ésta en el descuento. El gol de Oyarzabal no solo hizo justicia a los méritos de la Real, que acabará la Liga en octava posición, también resume la temporada de los ché y pone en entredicho la continuidad de Ayestarán. Porque al final sí se escuchó la banda sonora de Mestalla esta temporada: la de los silbidos.
Por si había algún turista que iba a Mestalla con intención de animar, el espectáculo en sí le quitó las ganas. Hay partidos de pretemporada que transmiten más que el Valencia y la Real Sociedad. Era una noche para que los blanquinegros pidieran clemencia con fútbol y no fue así. Combinaciones en zona de nadie y nula profundidad. En verdad, en la primera mitad solo sucedieron dos cosas de mención: la lesión de Piatti, quien para su desgracia rompía el silencio cada vez que tocaba el balón por los pitos que le acompañaban, y un remate de cabeza de Aderllan Santos tras saque de córner que se fue fuera por poco.
Tras el descanso casi hubieron más infortunios que ocasiones. Por unos segundos Oyarzabal (tobillo) y Elustondo (rodilla) temieron irse de vacaciones con muletas, mientras que Santi Mina sangró por la boca tras encontranoza con Rulli cual boxeador noqueado. Pero si un equipo mereció algo por voluntad y sensaciones esa fue la Real, que encontró equilibrio en Illaramendi, profundidad en Oyarzabal y Zurutuza y con la salida de Bruma un plus de velocidad. Mestalla se fue ‘animando’, pero para silbar y protestar. Por suerte para los suyos Jaume no acusó los meses en el olvido. Ni tan siquiera dos arrenos finales de los de Ayestarán, que optó por contentar a Negredo haciéndole jugar unos minutos con Alcácer, calmaban los ánimos. Y estos terminaron de encenderse con el gol de Oyarzabal.