La Real Sociedad se impone al Betis a base de cabezazos
El equipo donostiarra adelanta a los verdiblancos en la clasificación con los tantos de Xabi Prieto e Iñigo Martínez de cabeza. Rubén Castro recortó distancias en la segunda mitad.
La Real Sociedad coge aire con su victoria agónica contra el Betis en Anoeta en una partido marcado por dos partes completamente diferentes. En la primera, los donostiarras barrieron literalmente a los béticos del terreno de juego; pero en la segunda el Betis pasó por encima de la Real y mereció, por lo menos, empatar y deshacer su desastre del primer periodo. Los donostiarras dieron vida de forma inexplicable a los sevillanos, y Prieto Iglesias, con su pésima actuación, se la quitó, al no querer ver un penalti clarísimo de Illarramendi a Joaquín. Con estos argumentos, el empate era lo más justo, pero los tres puntos se quedan en San Sebastián y le sirven para respirar un poco y desquitarse de la manita contra el Sporting. Y en el Betis, Merino vuelve a demostrar que merece seguir en el banquillo del primer equipo, esta noche tienen razones para quejarse de las decisiones arbitrales.
La Real Sociedad, escocida por la manita recibida en Gijón, salió decidida a por el partido, sin especular, con la firme idea de enganchar a la grada de Anoeta, hacerle olvidar el ridículo de hace siete días. Y se puede decir que lo consiguió. Embotelló al Betis en su área y le superó en todas las facetas, hasta el punto de que el equipo verdiblanco ni siquiera apareció por las inmediaciones del área defendida por Rulli. Mérito de una Real que sabe que con el balón es poderosa y que sin él todavía sufre en exceso, con una defensa adelantada que todavía debe ajustarse. El Betis no entendió cómo debía jugar el partido de inicio, y la Real lo aprovechó, presionó muy arriba, impidió que los sevillanos tuvieran el balón, corrió y jugó. Y como consecuencia de ello, comenzaron a llegar las ocasiones.
El equipo de Eusebio encontró todo un filón por la banda izquierda, porque Hector, que repetía en el once por las ausencias de De la Bella y Yuri, mejoró sus prestaciones con respecto a su desastre en El Molinón, y se entendió a la perfección con el canterano Oyarzabal, que fue la gran novedad en el once inicio realista en detrimento de Bruma, al que Eusebio señaló claramente con su cambio en el descanso de la jornada pasada. Entre ellos fabricaron el primer gol, una buena pared con mejor centro al corazón del área, que remató de forma inapelable el gran capitán, Xabi Prieto, al fondo de la red. La frescura del canterano y las ganas del vallisoletano, con ganas de demostrar por qué tiene ficha del primer equipo, se convirtieron en dos armas a las que se agarró de inicio la Real. La otra era Vela, muy mejorado en los últimos partidos, y su desequilibrio. El mexicano provocó innumerables faltas, como la que botó de forma milimétrica Rubén Pardo a la cabeza de Iñigo Martínez, que marcaba el 2-0 con otro cabezazo imposible para reivindicar un poco más su deseada renovación. Y el Betis, mientras tanto, desaparecido, como queriendo que pasara el tiempo para ordenar sus ideas en el descanso y comenzar de cero su partido en la segunda parte.
Y eso es lo que pareció hace el Betis en el vestuario de Anoeta. Borrón y cuenta nueva. Porque tras el descanso el Betis sufrió una metamorfosis increíble. Pareció darse cuenta de repente de que tenía un partido en San Sebastián y que debía jugarlo. Subió su intensidad y se comió a la Real Sociedad, que de manera sorprendente desapareció. Merino no se quiso quedar mirando y forzó la conexión de su equipo con dos cambios que fueron fundamentales. Salieron Wolfswinkel y Joaquín, y el Betis fue otro Betis. El delantero holandés sirvió en bandeja el 2-1 a Ruben Castro, y Joaquín sacó a relucir su finta y sprint para convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para la zaga realista. Provocó un penalti tan claro que todo Anoeta vio menos el colegiado y junto a un inmenso N'Daye, lanzó al equipo verdiblanco a por un empate que realmente mereció, por ganas, empuje y ocasiones. Solo la mala suerte y decisiones arbitrales muy discutibles lo impidieron. Porque si llega a ser por la Real, el Betis hasta hubiera remontado el partido. El equipo de Eusebio fue completamente diferente, y pasó de ser un equipo dominador a dominado, que desesperó tanto a la grada de Anoeta que terminó pitando a sus jugadores.