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ATLÉTICO 2 - REAL SOCIEDAD 0

Filipe Luis, Óliver y el jet lag

El partido comenzó hora y cuarto tarde por el retraso del vuelo de la Real . Markel Bergara se marcó un gol en propia puerta . Griezmann hizo el 2-0 de volea.

Los jugadores del Atlético celebran la victoria ante la Real.
Los jugadores del Atlético celebran la victoria ante la Real.FITO GONZALEZDIARIO AS

El Atleti-Real Sociedad era el partido de Filipe Luis, porque volvía. O el de Griezmann, porque se enfrentaba a su Real por tercera vez. O, incluso, de Godín, en el primero que jugaba tras rechazar el dinero del City por ser fiel a unos colores, los rojiblancos. O el del Atleti, a secas, que cerraba en Alicante su sábado del “más difícil todavía”, con tres partidos en once horas. Pero no. El protagonista del partido fue un avión. Sí, un avión. El de la Real Sociedad. Que casi no llega a Alicante. Un lío, vamos, que retrasó el partido a las 22:00, aunque el árbitro no pitó hasta las 22:18. El avión influyó, y mucho, en todo lo que pasó en el césped.

La orden de Moyes era clara, presión arriba y que el Atleti no elaborara. Pero su equipo salió con jet lag. Bruma iba a despejar y se caía. Markel Bergara se marcaba un gol en propia meta, en el 17’, en un mal despeje de cabeza. Xabi Prieto se torcía un tobillo y se iba al vestuario… En el primer tiempo a la Real le pasó de todo. Y, mientras, el Atlético hacía su partido, con un once que tiene aire de oficial y este nuevo estilo de balón que tan bien le sienta.

Los del Cholo la querían, la mimaban y la jugaban. Gabi y Tiago ocupaban mucho campo, siempre precisos, en corto y en largo. Y luego estaban Torres y Griezmann arriba. Un peligro constante. Se buscaban y se asociaban todo el tiempo, siempre con peligro. Como si estuvieran preparados ya para jugar finales y no partidos de verano. Y también destacó Oliver que, sin Arda, se ha quedado la varita de la magia. Y volvió a sacarla ayer. Jugando entre líneas, moviendo al equipo y levantando, incluso, al público de su asiento con un recorte ante la presión de tres realistas. Soberbio.

Pero el hombre de este partido no fue Óliver. Ni Torres. Ni Correa, que cuando salió lo animó el partido con su velocidad y una asistencia a Griezmann para marcara de volea el 2-0 y sentenciara. Es su segundo gol a la Real. Y, como en la Liga, tampoco lo celebró. Ya lleva cuatro este verano. Pero lo dicho, ni siquiera Griezmann fue su hombre. Fue Filipe. Que acaparó todos los focos en el día de su vuelta. Jugó los 90 minutos y encontró en Koke, su mejor socio que, ayer de nuevo en la banda, centraba su posición para que Filipe corriera por la izquierda, como entonces, como si nunca se hubiera marchado.

Habrá que verle en pruebas de mayor exigencia que ésta, que acabó con invasión del terreno de juego, pero gustó mucho. Fue un buen partido del Atlético que, sirvió para espantar, sobre todo, el mal despertar del día en Leganés. Para eso, y para comprobar que a Filipe la rojiblanca sigue sentándole igual de bien. O, quizá, un pelín mejor. Porque ahora, ya no sólo sabe lo que es sentirla, sino también añorarla.