BOURNEMOUTH 0 - REAL MADRID 6
Isco manda y Cristiano mata
Magnífica puesta en escena del malagueño y dos goles y varios lujos del portugués. El Madrid ofreció una imagen dominante. Marcó Higuaín. Cherysev se lució como lateral.
Los veranos llenan de luz el fútbol. Se juega sin drama, prende la ilusión de que los que llegan serán mejores que los que estaban y hasta la gente se baña en Bournemouth sin riesgo de hipotermia. A la afición le gusta que el equipo huela a nuevo, que ya hay invierno suficiente para desencantarse. Y a nuevo huele este Madrid, que ha encontrado en Isco a un comandante en jefe con edad de recluta y que contempla, entre la satisfacción y la inquietud, que Cristiano vuelve como se fue: afiladísimo, imparable, goleador. Su renovación es el principio de cualquier hoja de ruta que se proponga.
La debilidad del Bournemouth, un recién llegado a la segunda inglesa, puede desfigurar la primera impresión, pero Ancelotti pretende que el Madrid tenga más de un registro. En el primer amistoso jugó al trote y al galope. Esa propensión a vivir de la emboscada, a ahorrarse trámites, a salir siempre a toda mecha, no se va en una semana de entrenamientos, pero Isco y Modric, buen jugador bisagra, le otorgan al equipo una inclinación a no regalar la pelota, a vivir y ganar con ella. Y existe vocación de robarla muy cerca del área rival, lo que ahorra esfuerzos y acerca el gol.
El Madrid mandó siempre, en los momentos de acción y en los de pausa, en los de Cristiano y en los de Isco, un prestidigitador que se fue con naturalidad al centro de la escena. El equipo pasará exitosamente por él. Bajó, condujo y se manejó sin ataduras, por deseo de Ancelotti, y mezcló magníficamente con Cristiano, quien antes de la primera media hora había dejado dos taconazos de lujo y un gol de falta. Verano tras verano siempre es el mejor fichaje.
El resto del once del estreno tuvo un tono menor. Carvajal necesita más arrojo, Benzema no llega demasiado despierto, Özil tuvo ocurrencias y minutos en que se hizo el muerto, Khedira insiste en ser invisible y nadie les exigió nada a Nacho, Pepe y los porteros.
Y en ese paseo por el parque que se temía Steve Cook, central del Bournemouth, fue construyendo el Madrid la goleada. El segundo tanto llegó en un pase larguísimo de Isco a Cristiano, afeado por un grueso error de Elphick, para probar que ahí hay pareja de hecho y que hablan de lo mismo. El tercero, en un afortunado remate de Khedira que pasó entre la melé generada por un córner.
Luego cambió el once y cambió el modelo, que también resultó eficiente. Fue un Madrid más directo y menos dominante, pero muy bien rematado arriba por Morata e Higuaín. El canterano se manejó bien en los terrenos de Cristiano. Está firmemente decidido a quedarse. El argentino, con el brazalete de capitán, metió un gol en su primera llegada y alimentó el debate sobre si es él quien está de más en el proyecto. Kaká le mandó un mensaje (incompleto) de esperanza a Ancelotti con un balón al larguero. Di María hizo un gol del antiguo régimen, con remate al final de la cabalgada en diagonal. Illarramendi, lejos de su plenitud física, se alivió. Casemiro se ofreció y anotó el sexto. Y Cherysev probó como lateral izquierdo sin que sonara a raro. Más bien lo contrario. Merece la pena insistir porque ofrece velocidad y llegada. Rivales de más enjundia decidirán si también aprueba en contundencia y rigor táctico, pero estuvo muy por encima de Coentrao en el feliz despegue de Ancelotti con un set en blanco.