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EUROCOPA SUB-21

Fútbol y religión conviven en la Eurocopa Sub-21 de Israel

No existe para los ultraortodoxos y es una pasión para los musulmanes. Beit Yisrael en un barrio ultraortodoxo viven aislados: "¿Messi? ¿Quién es Messi?".
España - Argentina: amistoso en el Wanda

Jerusalén
Fútbol y religión conviven en la Eurocopa Sub-21 de Israel

Un autobús se detiene y de él bajan como hormigas los jaredíes, los judíos ultraortodoxos cuya práctica religiosa es la más devota de cuantas existen. Hay decenas, cientos, congregados alrededor de la Yeshiva, el lugar en el que aprenden las doctrinas de la Torá. Reconocerlos es inconfundible. Lucen largas barbas, sus patillas forman tirabuzones y van completamente de negro, desde la chaqueta que les cubre hasta el sombrero que les corona.

Estamos en Beit Yisrael, al norte de Mea Shearim, los dos barrios más ultraortodoxos de Jerusalén y probablemente del mundo. Encontrar cualquier relación de esta comunidad marginal con el fútbol es casi imposible. Más aún con la Eurocopa Sub-21 que se juega estos días en su ciudad. Defienden valores como el separatismo social, el rechazo a la modernidad, la vestimenta modesta también por parte de quien les visita. La televisión e internet están prohibidos. Por eso es posible escuchar lo imposible. "¿Messi? ¿Quién es Messi?", nos cuenta un carpintero, joven, cuando le preguntamos mientras encuaderna biblias en madera.

Fútbol. Por increíble que parezca, no es el único que jamás en su vida ha escuchado el nombre del argentino. Entender el porqué es más fácil en un colegio situado a pocas manzanas de allí. Los niños, pequeños jaredíes uniformados como los mayores, se revolucionan al ver a gente tan diferente. Enseguida nos rodean y se fijan en los teléfonos móviles, señal inequívoca de que la prohibición les crea interés. "No pictures", recitan bien instruidos hasta que llega el vigilante, un veterano ruso que no oculta la pistola. Y no es para menos. El colectivo ultraortodoxo ha sido víctima de atentados recientes por parte de suicidas palestinos, como el que causó nueve muertos hace 10 años en pleno corazón del barrio.

Hasta allí nos dirigimos. Ofrecer jugar con una pelota a los chicos que pasan por el lugar no parece una buena idea. Algunos le tienen miedo porque nunca vieron una. Incluso se apartan cuando les viene. Insólito. Hasta que por fin se arrancan y la patean. Varios adultos les llaman la atención y sugieren que nos vayamos. Otros defienden enérgicamente al Beitar de Jerusalén, el equipo que se ha hecho famoso en los últimos años por las connotaciones racistas de sus hinchas y la prohibición de fichar jugadores árabes.

De hecho, en 2007 surgió como contrapunto el Hapoel Katamon, otro club de la ciudad que engloba a la comunidad musulmana y a los judíos más liberales. Su camiseta cuelga de los tenderetes de la parte árabe de la Ciudad Vieja. También las de Maccabi o Hapoel. Y por supuesto las de Madrid o Barça. "España tiene buenos jugadores: De Gea, Isco o Thiago",  sorprenden al  preguntarles por la Euro Sub-21. Ellos sí están al día, sí disfrutan de La Roja, sí tienen contratado Al Jazeera.

De eso, de fútbol, hablan los musulmanes en la Explanada de las Mezquitas, mientras los judíos ortodoxos van a rezar al Muro de las Lamentaciones y católicos, armenios y greco-ortodoxos regresan de compartir lugar de culto en el Santo Sepulcro. Todo un crisol de religiones y creencias. Apasionadas con el fútbol unas, indiferentes otras, concentradas todas. Así es Israel.