BARCELONA 88 - GALATASARAY 61

Sin Arroyo no hay discusión

La lesión del boricua antes del descanso marca un partido que empezó con susto y acabó de forma plácida para un Barça al que despertaron Dorsey en defensa y Pullen en ataque.

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El primer partido de una serie de cinco es capital como eje sobre el que girará todo y es peliagudo para el equipo local. El Barcelona se lo quitó de en medio con una paliza extraña y suma un 1-0 que rompe muchas de las cábalas de un Galatasaray que el jueves se puede ver a años luz de la Final Four. El equipo de Ataman se ha pasado el año enredado en lesiones y otra lo puede costar las pocas opciones que tenía de sorprender al Barça. Al filo del descanso, Carlos Arroyo cayó sobre el pie de Dorsey tras fallar una suspensión y se torció el tobillo. No volvió al partido y quizá no vuelva a la serie, como mínimo parece muy difícil que esté listo el jueves. La hipoteca para el Galatasaray es dramática: se lesionó en el minuto 19 con el marcador 27-31. En el 39 el partido estaba 88-58.

Es decir, en veinte minutos sin Arroyo el parcial fue 61-27. El Galatasaray se quedó sin brújula pero también sin ánimo, sin plan. Se le congelaron las piernas y el segundo tiempo se le hizo eterno. Sin alma, permitió reponerse y parecerse por fin a sí mismo a un Barcelona que flirteó en el primer cuarto con el desastre: arrancó 0-9, cerró 14-21. Hasta el 27-31, que fue epitafio turco, Arroyo sumaba 14 puntos, 3 rebotes y 2 asistencias. Y había sacado del partido a un Huertas desquiciado. Se jugó a lo que quiso el puertorriqueño y hubo partido. Sin él nada, ni siquiera discusión.

El buen inicio del Galatasaray, que llegaba como una furia al Palau tras el tremendo sprint final que le valió el billete para cuartos, se basó en Arroyo, un Aldemir que castigó en las zonas la desidia inicial de Tomic y Lorbek y una defensa muy intensa que obligó al Barcelona a tirar lejos de sus zonas de comodidad: 4/12 en tiros de dos y 2/7 en triples en el primer cuarto. Después, con retraso, el Barcelona entró en el partido. Dorsey activó la defensa y Pullen el ataque. En plena reacción, más una lenta colonización que una luminosa revolución, se lesionó Arroyo. Y se acabó el partido.

Pero el Barcelona, esté o no Arroyo para lo que queda de serie, tiene que mirarse al espejo. Lo cierto es que tardó mucho en entrar en calor y sólo se pareció a sí mismo en el segundo tiempo, con el rival rendido y todo a su favor. Eso sí: pasó del 2/7 inicial en triples al 12/21 final, un 10/14 dirigido por Oleson y Nachbar, las mejores muñecas en un mal día de Abrines, Huertas o un Navarro muy de más a menos (8 de los primeros 14 puntos del Barça, 12 totales). Papanikolau corrigió con albañilería lo que le faltó con el bisturí. Y ni siquiera Tomic estuvo, no es novedad en los últimos partidos, a nivel óptimo (eso sí: 6 asistencias). Así que el partido fue de los truenos de Dorsey los relámpagos de Pullen. El primero entró por Tomic y acabó con el dominio de Aldemir en las zonas. Cogió 11 rebotes, puso 2 tapones y cambió un millón de tiros. Metió calor al Barcelona antes de que el microondas Pullen pusiera firma el vuelco: apareció con 25-31 y se sentó menos de nueve minutos después con 52-43. Por el camino anotó tres triples seguidos y corrigió la desastrosa noche de Huertas, que no llegó a los 6 minutos en pista.

El Barcelona tiene más nivel que este, mucho más del que ha mostrado en las últimas dos semanas, y lo necesitará más adelante. Por el momento se quitó de encima un partido que siempre hay que manejar con precaución y en el que no sabemos cuánto habría tenido que sudar con Arroyo en cancha en un segundo tiempo que marca el termómetro de la serie: si el Barcelona toca su mejor nivel habrá poca tela que cortar. Y si Arroyo no se recupera, ninguna.