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Boston Red Sox y el dilema de la tercera base: ¿Alex Bregman o Rafael Devers?

La llegada de Alex Bregman encendió un polvorín. Rafael Devers se planta, Triston Casas toma partido y la gerencia tiene un problema mayúsculo

FORT MYERS, FLORIDA - FEBRUARY 18: Alex Bregman #2 of the Boston Red Sox poses for a portrait during photo day at JetBlue Park at Fenway South on February 18, 2025 in Fort Myers, Florida.   Kevin C. Cox/Getty Images/AFP (Photo by Kevin C. Cox / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP)
KEVIN C. COX | AFP
Ariel Velázquez
Especialista en periodismo deportivo con vocación en investigación y en artículos de largo aliento.
Estados Unidos Actualizado a

En tiempos de conflictos globales, donde los equilibrios de poder se definen con declaraciones estratégicas y movimientos calculados, los Boston Red Sox han generado su propia versión de una Guerra Fría en el infield. No hay misiles nucleares en juego, pero sí egos, contratos millonarios y un dilema defensivo que puede definir el rumbo del equipo en la temporada 2025.

La llegada de Alex Bregman a Boston, con un contrato de 120 millones por tres años, fue vista como una declaración de intenciones: reforzar la antesala con un jugador de calibre élite. Sin embargo, el problema surgió cuando Rafael Devers, dueño de la tercera base desde 2018, dejó claro que no está dispuesto a ceder su trinchera. Su mensaje fue directo y sin rodeos: “No quiero ser bateador designado ni jugar en ninguna otra posición que no sea la tercera base”.

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Como si no bastara con esa postura, Triston Casas, primera base del equipo, decidió avivar las llamas con una declaración categórica: “Creo que es la posición de Raffy Devers. Él no conoce otra posición, no quiere jugar en otra posición. Y va a luchar por ella”. Mientras tanto, Bregman, más diplomático, se limitó a decir que jugaría donde lo necesiten, evitando la confrontación directa. Pero las estadísticas y la historia dicen otra cosa: Bregman ganó el Guante de Oro en 2024, mientras que Devers lidera la liga en errores en tercera base desde 2018.

Este no es un simple dilema posicional, sino un conflicto que pondrá a prueba la autoridad del manager Alex Cora y la habilidad de la gerencia para manejar una crisis interna que amenaza con convertirse en un problema de vestidor.

El choque entre la lealtad y la lógica

Históricamente, el beisbol ha sido testigo de situaciones similares. En 2004, cuando los Yankees adquirieron a Alex Rodríguez, el ex campocorto MVP tuvo que ceder su posición a Derek Jeter y mudarse a la tercera base. La diferencia es que Rodríguez aceptó el cambio en favor del equipo.

Aquí el caso es opuesto: Devers no cede y, aunque es una pieza ofensiva clave, su defensa sigue siendo una de las más deficientes en la MLB. Desde 2018, ha liderado a los tercera base de la Liga Americana en errores cada temporada y ha sido el peor en outs por encima del promedio (-67 OAA). Su porcentaje de fildeo (.950) está muy por debajo del estándar de élite. En cambio, Bregman es lo opuesto: guante seguro, brazo preciso y métricas defensivas que lo colocan entre los mejores de la posición.

Los números no mienten, pero el béisbol no es un algoritmo de inteligencia artificial. La dinámica del clubhouse, la química del equipo y la moral de los jugadores también juegan su papel. La pregunta es si los Red Sox están dispuestos a anteponer la lógica a la lealtad.

¿Qué opciones tiene Boston?

  • Mantener a Devers en tercera y mover a Bregman a la segunda base. Esta opción evitaría conflictos con Devers, pero debilitaría la defensa del infield y obstaculizaría la progresión de jóvenes como Kristian Campbell.
  • Hacer de Devers el bateador designado y dejar a Bregman en tercera. Esto fortalecería la defensa y permitiría que Devers se enfoque en su mejor habilidad: batear. Pero su negativa pública a moverse haría que la decisión fuera explosiva.
  • Buscar un intercambio. Esta sería la opción más extrema, pero en un mundo donde Mookie Betts fue cambiado por Boston, cualquier cosa es posible. Si Devers sigue inflexible y su defensa sigue siendo un problema, ¿hasta qué punto Boston estaría dispuesto a aferrarse a él?

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La decisión no será fácil y, como en cualquier conflicto geopolítico, la clave estará en la diplomacia interna y en qué tanto los Red Sox estén dispuestos a sacrificar hoy para ganar mañana. En tiempos de incertidumbre, solo una cosa es segura: el infield de Boston será el centro de atención en 2025.

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