Finalizado
USMNT - Australia

Wright y Roldán alivian a Pochettino

La conexión afro-latina del USMNT, insólita en la titularidad, enderezó un partido que lucía cuesta arriba por la lesión de Christian Pulisic y el inicial gol australiano.

Haji Wright celebra uno de sus goles frente a Australia en amistoso disputado en Colorado.
DUSTIN BRADFORD
Eduardo López
Periodista de reportajes y contenidos especiales de AS USA Latino/AS México, a donde llegó en 2015. Ha seguido a la Selección Mexicana de Fútbol por nueve países. Escribe sobre fútbol, baloncesto y política deportiva. Ha cubierto eventos como NBA, la Copa América Centenario 2016, Copa FIFA Confederaciones y la Copa del Mundo de Qatar 2022.
Estados Unidos Actualizado a

No hay nunca Fechas FIFA apacible para Mauricio Pochettino. Entre rebeliones, dolencias y motines, la de octubre no sería la excepción. Por lo menos, los resultados ahora le han acompañado, un bálsamo, agridulce. Ahora, hay incluso certezas, brotes verdes, sonrisas tímidas. Los esculturales goles de Haji Wright frente a un usual invitado mundialista se conjugaron con la lesión, una más, de Christian Pulisic, que retornará a Milán con el brillo apagado. De menos, la crisis, que no la médica, parece haber concluido en el vestidor de ‘Poche’, que ahora innovó su esquema. A buena hora.

Después de 17 minutos insulsos, garbage, Jordan Bos malabareó con la pelota tras un saque de manos que lucía anecdótico. Richard y Robinson se unieron a la matatena, pero esto es fútbol. La jugada adquirió seriedad cuando Bos desembuchó la diestra con pólvora y fuerza ciclónica. Hasta antes, parecía un sketch de torpe comedia física. Se le empezaron a acumular los males a Pochettino, lo cual no es extraño; Pulisic se torció un tobillo en cuanto le dio la vuelta a Geria y no volvió a recuperarse. El ceño fruncido del estelar milanés, mientras los médicos lo acompañaban hacia la línea de cal, sintetiza la era Pochettino: lesiones, presagios oscuros y malas caras. Ni el gol de Haji Wright, punterazo fulminante con poca estética y mucha dinamita, recompuso el gesto de ‘Poche’. El 3-4-3 no había lucido. Pulisic se marchó tras bastidores y el partido perdió jerarquía.

Wright y Roldán alivian a Pochettino
Jordan Mos y James Sands disputan la pelota durante el partido entre EEUU y Australia en Commerce City.DUSTIN BRADFORD

Dos disparos preciosistas de Roldán, uno con efecto hacia dentro y otro con intenciones maliciosas sobre la escuadra, fueron el último retazo de fútbol en la primera mitad. Después, D’Agostino, con fierros por delante, casi tala a Sands. Apenas repuesto del machetazo, O’Neil lo placó con rudeza innecesaria. Los banquillos se vaciaron. El partido degeneró en una colección de combate, a tres tapices, de lucha grecorromana. Muy poco de amistoso. Y menos de instructivo.

El USMNT no volvió del vestidor a tiempo, quizá Pochettino aún echaba humos. El caso es que Bos, un heredero de Harry Kewell, desbordó a dos zagueros y sirvió el gol a O’Neill, quien tiró a matar. Robinson salvó casi bajo palos. Y en el fútbol los gazapos siempre se devuelven. De una falta intrascendente tras medio campo, agazapada a la línea lateral, el pillo de Roldán activó a distancia a Wright, que retó a Burgess a un sprint endemoniado. Fue más listo, más pícaro, más artista; su precioso enganche desarmó al zaguero, que presenció desde el césped, tendido y humillado, la bellísima y curva trayectoria del obús del bombardero del Coventry. La conexión Cristian-Haji había probado, una vez más, su altísima (e inesperada) eficiencia. Conjugación afro-latina para pintar una tenue sonrisa en el rostro de Pochettino.

Susto y epílogo

La música se detuvo después. Un partido átono, esdrújulo, hasta que una ingeniosa combinación entre Aaronson y Luna, concepto básico toco-y-me-muevo, finalizó con Ryan absorbiendo el granadazo. En cuanto Freeman y Bos quedaron damnificados tras una colisión de trenes, sospecha de conmoción mediante, Popovic y Pochettino entendieron que el partido ya había cumplido su cometido. Una queue de paz. Irankunda y Morris intentaron rebelarse, pero sus habilidosos esmeros terminaron en gritos ahogados. Ni empate, ni puño apretado, aunque sí alivio. Porque acabó, y porque no se encadenaron derrotas y infortunios más que los médicos.

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