El ‘segundo’ Mundial del diminuto Cabo Verde

Cuando Stopíra punteó la pelota hacia las redes ante la desesperación de los defensores de Eswatini, la locura se apoderó de Cabo Verde. De los 482,000 habitantes desperdigados en aquellas 10 islas volcánicas y recónditas, engullidas en la inmensidad del Atlántico, lejos de África continental, lejos de Europa, lejos de todo. 482,000 habitantes que conforman la segunda nación más pequeña en clasificar a una Copa del Mundo de la FIFA, sólo detrás de Islandia. 15,000 de ellos, casi un 3% de la población del país, invadieron el campo de caucho del Estadio Nacional de Praia. Nunca antes.

Una hazaña comparable con la de sólo un puñado: Islandia, Haití, acaso Trinidad y Tobago. Ejemplos como el caboverdiano no son muy usuales en el fútbol mundial. ‘Los Tiburones Azules’ ganaron su grupo (D) en las eliminatorias africanas por primera vez, aunque ya habían amenazado en 2017 y 2022. Se habían quedado cerca. Pedro Leitão Brito, Bubista, para los conocidos, utilizó las bonanzas históricas del fútbol caboverdiano, velocidad y dinamismo conjugados con el buen tacto de la herencia portuguesa, para conjuntar un bloque sólido y evitar la migración.

La diáspora había obrado en contra del desarrollo del fútbol en el archipiélago desde el inicio de los tiempos. Porque Gelson Fernandes y Gelson Martins, por ejemplo, bien pudieron haber representado a Cabo Verde, la tierra que los vio nacer, pero Portugal cantó como sirena. Y todo pudo haber sido distinto. Nani, Patrick Vieria o Henrik Larsson también, pues por sus venas corre sangre caboverdiana, cortesía de sus padres. Pero tampoco. Portugal, Francia y Suecia ofrecían mejores prestaciones.

Ya no hay deserciones. No tantas como antes, al menos. Kevin Pina, Garry Rodrigues y Nuno da Costa, todos con amplia experiencia europea, no dudaron en presentar a los Criollos. También se apuntó a la causa Steven Moreira, la actual figura, un ícono del Columbus Crew de la MLS, pese a haber nacido en Francia. Conjurada la diáspora, Bubista convenció con su proyecto y su 4-2-3-1 inamovible. Los resultados saltan a la vista: Cabo Verde no ha perdido ni un sólo partido en 2025. Además, derrotó ya a Camerún (1-0, en septiembre), toda una potencia africana, y también sometió a la otrora mundialista Angola. Hasta llegar al 13 de octubre de 2025.

El ‘segundo’ Mundial

La magnitud del hito se magnifica a la luz de otras victorias recientes. A escala per cápita, Cabo Verde se ha consagrado como uno de los países más exitosos del orbe. En 2023, los ‘Tiburones’ disputaron el Mundial de Basquetbol de la FIBA, su estreno en la élite. La presentación en sociedad del deporte caboverdiano. La actuación fue más que decorosa: compitieron frente a la todopoderosa Eslovenia de Luka Doncic (92-77) y derrotaron 100-85 a Venezuela, un clásico del baloncesto latinoamericano. Walter Tavares, titán del Real Madrid, guio a Cabo Verde a su histórico acceso al Mundial y a aquel triunfo en la lejana Okinawa, con 14 rebotes, nueve puntos y 30 de +-.

En la ronda de clasificación, ya sin aspiraciones, los del archipiélago tropezaron con Finlandia (77-100) y la anfitriona Japón (80-71), pero el mazazo ya se había asestado. Tavares se confirmó como una estrella del baloncesto FIBA (y uno de los mejores defensores de la primera fase del Mundial) y la Vinotinto no pudo levantarse del varapalo.

Ahora, ha quedado claro ante el mundo que Cabo Verde no sólo juega basquetbol. Y no olvidemos el bronce de Daniel Varela da Pina en el boxeo de 51 kg de los Juegos Olímpicos de París 2024, la primera medalla en la historia de un país que hoy vuelve a gozar.

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