Destapa la corrupción en este deporte y enfrenta estas amenazas: “Lo que pasa cuando alzas la voz”
Una madre de familia denuncia corrupción en el hockey juvenil y paga el precio por alzar la voz. Te contamos a detalle.


Lo que comenzó como una inquietud común entre padres de familia terminó siendo una batalla personal que expuso la podredumbre en una de las comunidades deportivas más queridas del estado. Brooke Wilfley, madre de hijos que practican hockey juvenil, jamás imaginó que cuestionar las finanzas de una asociación sin fines de lucro la lanzaría al centro de una tormenta de amenazas, costos legales exorbitantes y una etiqueta despectiva que aún resuena en los pasillos de las ligas locales.
Todo estalló cuando Wilfley observó irregularidades en cómo el presidente de la Asociación de Hockey Amateur de Colorado manejaba fondos destinados al deporte base. Tras indagar y solicitar explicaciones, no solo sus reclamos fueron ignorados, fue objeto de acciones legales y presiones que, según ella, buscaban silenciarla y desviar la atención de los verdaderos problemas. “Esto es lo que pasa cuando hablas claro”, recordando las amenazas de represalias que recibió incluso dirigidas a afectar la participación de sus propios hijos.
This hockey mom exposed a youth-sports theft. Then came the attacks. https://t.co/TCSuXtlEU7
— USA TODAY (@USATODAY) December 17, 2025
Polémica en el hockey juvenil
En medio de presiones internas, Wilfley contrató una firma contable independiente que descubrió disparidades de seis cifras y transacciones ocultas vinculadas a negocios privados del dirigente cuestionado. La situación escaló tanto que USA Hockey, el organismo que supervisa este ámbito en el país, tuvo que intervenir, paralizando los intentos de disciplina y ordenando una auditoría formal. El resultado fue un veredicto contundente; el presidente fue destituido, suspendido de toda actividad relacionada con el hockey y obligado por un tribunal civil a devolver casi $600,000 que se habían desviado.
A pesar de ese triunfo judicial, el costo personal para Wilfley ha sido alto. Entre facturas legales que superan los seis dígitos, reputación dañada y la constante vigilancia de detractores, ella sigue recibiendo mensajes intimidatorios y rumores maliciosos. Padres y familias de la comunidad se dividen, pues unos la ven como una heroína que limpió un sistema opaco; otros, influenciados por campañas de desprestigio, le reprochan haber perturbado lo que muchos consideraban una comunidad unida.
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Este episodio arroja luz sobre un problema más amplio en los deportes juveniles en Estados Unidos: cuando los pocos en el poder manejan recursos y decisiones sin transparencia, los verdaderos perjudicados son los jóvenes atletas y sus familias. Y como Wilfley y, otros que empiezan a hablar, han aprendido, la lucha por la rendición de cuentas tiene un precio que pocos están dispuestos a pagar… hasta que alguien decide dar el primer paso.
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