Compró una granja de árboles hace 15 años… y ahora se ha convertido en este precioso paraje navideño para las familias
Cuando un terreno olvidado se transforma en la granja donde miles de familias redescubren su Navidad año tras año.


Hace 15 años, cuando muchos piensan en relajarse o ir disminuyendo el ritmo, Bob Schrader hizo algo distinto, pues en 2010 compró 133 acres de terreno descuidado en Hatfield, Massachusetts, un terreno abandonado, con maleza, caminos olvidados y sin actividad agrícola, por $215, 000 dólares.
Con su hijo Jake Schrader, entonces recién egresado en ciencias del suelo, emprendió la tarea de devolver la vida a ese espacio, donde plantaron miles de plántulas, limpiaron la tierra, repararon caminos, implementaron sistemas de riego y comenzaron una labor de transformarlo año tras año en una granja de árboles navideños.
72-year-old bought an 'overgrown' Christmas tree farm in 2010—now it's a 'Hallmark setting' for families
— The Last Show- Karen Lee (@thelastshow) November 29, 2025
Chestnut Mountain Christmas Tree Farm is a 133-acre farm in Hatfield MA run by father and son Bob and Jake Schrader.#Christmas #tree #agrotourism https://t.co/KChPNvvUm8
Hoy, lo que era un terreno olvidado se ha convertido en un paraje idílico donde, cada temporada, familias enteras llegan para elegir su árbol, pasear entre senderos y vivir un ritual navideño que mezcla naturaleza, tradición y calidez. La granja vende unos 2,500 pinos al año, y durante el fin de semana de Acción de Gracias, cuando inauguran la temporada, se concentra cerca de un tercio de esas ventas.
No se trata solo de vender árboles. En plena temporada navideña, la familia Schrader convierte la granja en un pequeño “parque temático”, que cuenta con carruajes tirados por caballos, chocolate caliente, paseos familiares, taller de ornamentos, artesanía local. Una experiencia que recuerda más a una postal navideña de película que a una transacción comercial.
Pero detrás de la magia hay disciplina, paciencia y un calendario que parece contradictorio con la rapidez de la vida moderna. Para que un pino alcance un tamaño adecuado para decorar casas navideñas suelen pasar entre 7 y 9 años, a veces más dependiendo de clima, plagas o condiciones del suelo.
Además, los costos son constantes con mantenimiento, fertilizantes, control de malezas, podas, remodelaciones del campo, infraestructura. De hecho, los Schrader reconocen que lo que hoy parece un sueño navideño ha requerido esfuerzo, dedicación y a veces sacrificios.
Aun así, a pesar de la inversión y la incertidumbre, influida por clima, plagas y fluctuaciones en demanda, la granja logra ser viable. Según sus responsables, el negocio suele generar ingresos netos de entre $50,000 y $100,000 dólares en una temporada, aunque esos beneficios rara vez se reparten como salario: se reinvierten en la propia granja para mantenerla, mejorarla y prepararla para la siguiente generación.
Y hay algo más profundo que números o árboles. Para los Schrader este proyecto es también un legado, un espacio donde familias con niños reviven el ritual de escoger su árbol, donde generaciones vuelven y donde cada pino entregado significa recuerdos, historias que se repiten y alegría compartida. Jake lo define así: “Ni mi papá ni yo podríamos hacerlo solos” y, esa alianza entre padre e hijo es el corazón del lugar.
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Este pequeño milagro agrícola nos recuerda que a veces lo que parece un terreno baldío puede, con visión, trabajo y paciencia, transformarse en un refugio de tradición, esperanza y espíritu navideño.
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