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¿Adiós a la pobreza? Así evoluciona el porcentaje de población en esta situación en Latinoamérica

La pobreza monetaria cae al 25,5%, su mínimo histórico y, la pobreza multidimensional baja a 20,9 %, aunque la desigualdad sigue siendo alarmante.

La pobreza monetaria cae al 25,5%, su mínimo histórico y, la pobreza multidimensional baja a 20,9 %, aunque la desigualdad sigue siendo alarmante.
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Bryan Arellano
Redactor de fútbol en AS USA Latino y Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Amante del deporte desde pequeño, inculcado por su abuela, quien le transmitió esta bella pasión. El fútbol nacional e internacional son sus especialidades. Gran apasionado por la música y el cine de terror; estar en algún show es su lugar feliz.
Estados Unidos Actualizado a

La pobreza en América Latina habría alcanzado en 2024 su nivel más bajo desde que existen datos comparables, una noticia alentadora tras años de oscilaciones económicas e inestabilidad social. Según el informe más reciente de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ese año el 25,5 % de la población regional vivía bajo la línea de pobreza monetaria, aproximadamente 162 millones de personas, lo que representa una caída de 2,2 puntos porcentuales respecto a 2023.

La incidencia de la pobreza monetaria observada en 2024 en la región constituye el valor más bajo desde que hay datos comparables”, señala el informe de la Cepal.

¿Qué hay detrás de la caída? Empleo, salarios y políticas sociales

El descenso no se explica por un solo factor; según la Cepal, la mejora fue impulsada en buena medida por el aumento de los ingresos laborales reales, especialmente en economías clave como las de México y Brasil.

En el caso de México, las autoridades atribuyen gran parte de la mejora a políticas de salario mínimo, transferencias sociales y pensiones, que permitieron reducir la pobreza general en 3.1 puntos porcentuales y la pobreza extrema en 0.6 puntos.

Además de la pobreza monetaria, la denominada pobreza multidimensional, que incluye carencias en vivienda, educación, salud, empleo y servicios, cayó del 34,4 % en 2014 al 20,9 % en 2024. Es un dato que revela avances concretos más allá del ingreso: más hogares con mejores condiciones de vida.

¿Entonces adiós a la pobreza?

Aunque los indicadores son positivos, la Cepal y analistas alertan, pues las desigualdades estructurales siguen siendo una barrera seria. Por ejemplo, el 10 % más rico de la población concentra el 34,2 % del ingreso total, mientras que el 10 % más pobre apenas accede al 1,7 %, lo que evidencia la persistencia de enormes brechas económicas.

Ese desequilibrio limita la movilidad social, incluyendo avances agregados como la caída de la pobreza muchas veces no alcanzan para transformar la vida de los más vulnerables, especialmente en zonas rurales o entre grupos históricamente marginados.

Por ello, la Cepal advierte que reducir la pobreza monetaria no basta. ya que para lograr un cambio estructural real, se requieren políticas sostenibles en educación, empleo de calidad, igualdad de género, fortalecimiento de los sistemas de protección social, vivienda y servicios básicos.

Lo que la región aún no resuelve

  • Aun cuando la pobreza extrema (personas con ingresos insuficientes para cubrir necesidades básicas) disminuyó, en 2024 siguió afectando al 9,8 % de la población regional, unos 62 millones de personas, lo que muestra que las mejoras no han alcanzado a todos.
  • La recuperación del empleo fue lenta, y en muchos países persiste la informalidad laboral, lo que limita el acceso a seguridad social, estabilidad y protección frente a crisis económicas.
  • Los avances de México y Brasil empujaron la mejora regional, pero otras naciones todavía enfrentan niveles de pobreza y desigualdad elevados, lo que mantiene un mosaico desigual de progreso.

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Los datos de 2024 muestran, por primera vez en décadas, un respiro real para millones de personas en Latinoamérica. La caída sostenida de la pobreza monetaria y multidimensional representa un logro significativo, fruto de mejores salarios, políticas sociales y cierta recuperación económica. Pero la desigualdad estructural, en ingresos, oportunidades, acceso a servicios y movilidad social, sigue siendo un obstáculo enorme para que ese progreso se traduzca en bienestar general y duradero.

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