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Mentalidad imparable
Mónica Pascual

Claves para entrenar una mente ganadora.

Mónica Pascual

MENTALIDAD IMPARABLE

¿Cómo pasar de joven promesa a una imparable certeza?

Estar llamado a ser el próximo Nadal, el próximo Márquez o la próxima Mireia Belmonte es una carga innecesaria.

¿Cómo pasar de joven promesa a una imparable certeza?
Jesse Orrico

“Lo tiene todo para triunfar”, dijo aquel. Un palmarés con apenas 14 años que ya quisiera el mismísimo Leo Messi. No caben más trofeos en casa ni en su habitación. Lo tiene todo para triunfar: disciplina, sacrificio y ambición. Lo tiene todo para triunfar, pero… no nos olvidemos de lo más importante. Aún no ha triunfado. Como él o como ella, hay muchos. Son jóvenes promesas. Jóvenes que lo tienen (casi) todo pero que no tienen lo más importante: la certeza de que lo conseguirán.

Gestionar las expectativas es clave cuando estamos hablando de deportistas en sus fases más tempranas. La historia del deporte, de hecho, está tejida de muchísimas historias de jóvenes promesas se quedan solo en eso: promesas que pudieron ser y no fueron. Es una historia amarga, una cara B que no hay que obviar. Porque no basta solo con ser bueno, o ser el mejor. Hay muchos jóvenes que son capaces de cosas increíbles en un momento dado, pero no todos tienen la mentalidad necesaria para ser verdaderos campeones.

¿Qué hacer para pasar de joven promesa a campeón?

Como decimos, con ser el mejor no basta. Hoy lo eres tú, mañana es otro. Tampoco se mide con destreza o capacidad de sacrificio y disciplina. Todo eso ayuda, es necesario. Son ingredientes básicos, mejor dicho. Pero no es determinante. Para ser campeón uno debe tener la mentalidad necesaria para serlo, se gane o no se gane. ‘Pero qué dices Mónica’, te preguntarás al leer esto. ¿Cómo puede ser campeón uno si no se gana? Pues se puede. Es una mentalidad, un mood, como se dice ahora.

Para ilustrarlo, una frase del irrepetible Michael Schumacher: “Si de verdad quieres dejar de ser una futura (y lejana) estrella, bajar al suelo y poner contra las cuerdas al más fuerte de tus rivales, tendrás que trabajar la más poderosa de todas las armas: tu mentalidad”. No le falta la razón. Son muchos los jóvenes que sienten la presión de las expectativas puestos en ellos. En ese contexto entrenan durísimo, compiten sin parar, lo dan todo, día y noche. Y, sin embargo, llega un momento en el que el rendimiento no es el que debe ser. Y esa burbuja, ese resplandor, se desinfla.

Para empezar, porque estar llamado a ser el próximo Nadal, el próximo Márquez o la próxima Mireia Belmonte es una carga innecesaria. Un bloque de hormigón que desmoraliza a cualquiera. Una joven promesa no será como el ídolo al que todos admiran. Ni lo será ni debe serlo. Porque de eso se trata: de no ser ‘el próximo’ sino de ser solo ellos mismos con su esencia. Para estar por encima de todo este ruido, no (solo) hay que entrenar duro, hay que trabajar desde la mentalidad.

En este punto interviene el coaching deportivo, muy importante para saber guiar y orientar en momentos de máxima ilusión, presión e incertidumbre: ¿seré capaz? ¿y si no lo consigo? ¿tendré otra oportunidad de demostrar lo que valgo? Como coach, he visto con mis propios ojos como no tener respuestas a estas preguntas se convertían en trampas mentales que afectaban a los resultados y marcas de excelentes deportistas.

La gestión de las expectativas es clave. ¿Cómo convivir de forma saludable con la presión? Pensando en objetivos y no en los resultados. ¿Sabes la diferencia entre estas dos cosas? Un objetivo depende únicamente de ti y para lograrlo pones en marcha toda la maquinaria que tienes a tu alcance. Podemos decir que en el objetivo el reto es contigo.

Por el contrario, un resultado es lo que obtienes como consecuencia de aquello que haces, pero puede estar condicionado por factores externos y no siempre depende de ti. Es el tiempo, la marca, el resultado cuando suena el silbato. Muchos deportistas tienen estos conceptos mal entendidos y miden su valía únicamente en función de sus resultados. Los más jóvenes, poseedores de mayor impulsividad e inmadurez, aún más. Se mueven por una máxima muy engañosa e injusta: tanto consigo = tanto valgo.

Un ejemplo. ¿Recuerdas a Simone Biles? Era la mejor y todo lo conseguía. ¿Qué pasó en la mente de la mejor gimnasta del mundo para que, delante de todo el planeta, diera un paso atrás y abandonara la competición más ansiada como unos JJOO? Pues que la presión ejercida por el entorno, los medios, seguramente su equipo técnico y el mundo en general pudo con ella. Y no es para menos.

¿Quieres pasar de joven promesa a certeza incuestionable, independientemente del resultado? Apunta: debes elegir muy bien hacia dónde quieres llevar tus pasos:

  • Aprender a gestionar la presión y también las expectativas.
  • Aceptar los fracasos del mismo modo que los triunfos.
  • Saber gestionar a nivel mental una lesión.
  • Fluir, y a la vez ser tú dentro de un equipo.

Saber enfocar la comunicación con los aficionados y los medios de comunicación (los buenos y los no tan bien intencionados).

Todo esto y más es necesario en una carrera joven que quiere transitar hacia la madurez y esa es también la función del coaching deportivo: acompañar para que todo ese potencial no se eche a perder. Y un último apunte: la gestión del rival. Recordemos que en una carrera deportiva el rival es pieza indiscutible. No hay deportista que puede erigirse campeón si no hay rivales a los que batir y de los que aprender.

Te dejo aquí mi visión sobre la figura del rival y por qué es tan necesario aprender a convivir con ellos sin que su existencia nos impida brillar a nosotros mismos.