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MENTALIDAD IMPARABLE

Espejito, espejito: ¿por qué compito mejor cuando me miran?

¿Hasta qué punto la presencia de público influye en el rendimiento del deportista?

Espejito, espejito: ¿por qué compito mejor cuando me miran?

8 de marzo de 2020. Estadio Benito Villamarín, Sevilla. El Real Betis se enfrenta al Real Madrid. Los aficionados locales pudieron cantar dos goles y celebrar la victoria de su equipo. Lo hicieron entre abrazos y vítores, a pleno pulmón, sin saber que tras ese partido su voz enmudecería durante semanas. ¿Era posible imaginar un partido sin gente en las gradas? El confinamiento lo hizo, desgraciadamente, posible. Pero la pregunta que hoy formulo es otra: ¿juegan igual los futbolistas -y, por extensión, cualquier deportista- sin público rugiendo en las gradas?

El público, ese denominado ‘jugador número 12’, es determinante en el proceso y en el resultado, como reveló un estudio realizado por Carlos Cueva tras el estado de alarma que puso de relieve que sin la presión ejercida desde la grada los equipos locales no ganaban tanto. En concreto, con público, los locales ganaban el 47% de las veces, los visitantes el 28% y se empataba el 25%. Sin gente en el campo, la ventaja por jugar en casa disminuyó de 19 puntos porcentuales a 8.

Es realmente interesante ver cómo el efecto que causan las miradas cambia en función del tipo de deportista. En el caso del fútbol se ha hecho evidente. La presencia del público eleva al equipo local y puede mermar las opciones del equipo visitante. Un ejemplo claro lo encontramos en el libro ‘El jugador número 12’. Sus autores, Carlos Lago y Miguel Ángel Ruano, recuerdan una derrota del Real Madrid ante el Inter de Milán en San Siro en la ida de las semifinales de la Copa de la UEFA. Era la temporada 1985-1986 y Juanito no dudó en advertir a su rival de que la vuelta en campo ajeno no sería fácil: “noventa minuti en el Bernabéu son molto longo”. El Real Madrid remontó 5-1.

Más allá de la anécdota, hay que destacar que no solo se trata de contar con el apoyo de los tuyos. Sino de algo mucho más básico: que haya quien te mire. Alguien más, además de ti, por quien luchar: por quien dar el máximo. El deporte es deporte para quien lo practica y un espectáculo para quien lo sigue de cerca. La presencia de público, no necesariamente seguidor, es un agitador de sensaciones y emociones, dentro y fuera del terreno de juego.

¿Compites mejor cuando te miran?

Los espectadores influyen en el rendimiento del deportista, pero no siempre en la misma dirección. Hay que tener en cuenta que con público cada movimiento que realiza un deportista, cada acierto, cada fallo, tiene su reacción en la grada. Cada golpe tiene su respuesta, en forma de lamento, de alegría, de indignación, de nervios... y desgraciadamente, de insultos. No se puede medir ni predecir si la presencia de público sumará o restará en el rendimiento, porque el público aún hace más vivo cualquier prueba o competición.

Para algunos deportistas, la excitación que se genera en la grada, la tensión que se respira, puede generar un extra de motivación. Si les dieran a escoger, muy pocos deportistas, especialmente si hablamos de deportes de equipo, optarían por un partido o competición a puerta cerrada. El público da color, alegría, y esa energía se traslada al deportista cuando sale a competir. Su presencia pone de relieve la responsabilidad que tiene el enfrentamiento y cuál es su misión. Un extra de adrenalina y compromiso que muchos viven de forma positiva. La mirada del público es, al mismo tiempo, determinante para visibilizar el deporte y asegurar su futuro.

¿Todos lo viven como algo positivo? No todos. Hay deportistas que perciben esas miradas como un extra de presión, lo que puede mermar su concentración al estar más pendiente de sus reacciones, que del propio partido. No depende del público. Depende de cómo lo gestione. Para muchos atletas, el rugido del público es la mejor banda sonora posible. Otros, necesitan neutralizar cualquier estímulo que no provenga del terreno de juego.

En ambos casos, hay un elemento que el deportista debe trabajar: la confianza. Confianza para vencer la presión de una grada en contra, y confianza para elevar al máximo el rendimiento cuando no la presión no es evidente ni tangible. Cuando el deportista se encuentra solo ante su público más exigente: él mismo. En este link, encontrarás las claves para desarrollar y mantener de acero en competición.