Las últimas semanas hemos leído en prensa y redes sociales que, la figura del “cazador formado” o “cazador con formación en materia de sanidad animal”, vuelve a estar en auge, eso sí, no exento de polémica.

¿Qué significa ese concepto? ¿Qué utilidad tiene?

La figura del “Cazador Formado” no es nueva. Ya en el Anexo III, que recoge el Reglamento 853/2004 por el que se establecen normas específicas de higiene de los alimentos de origen animal, incluye una sección completa sobre higiene de la carne de caza silvestre y dice que "Las personas que cacen animales de caza silvestre con vistas a su puesta en el mercado para el consumo humano deberán tener un conocimiento suficiente de la patología de la caza silvestre, así como de la producción y manipulación de la caza silvestre y de la carne de caza silvestre tras la caza, para poder someterla a un primer examen sobre el terreno".

Incluso autonomías como Andalucía acababan de publicar el “Manual de la persona cazadora formada en sanidad e higiene alimentaria de la caza” (las competencias en esta materia en España están transferidas a las Comunidades Autónomas).

Hasta el pasado esta función estaba exclusivamente en manos de los veterinarios. No obstante, bien es sabido, que resulta imposible realizarla si no es con la colaboración de los cazadores, porque la norma contempla que se valore el comportamiento del animal antes de ser abatido y se eviscere lo más rápidamente posible para evitar contaminación de las carnes.

Los veterinarios participantes en las cacerías no tienen posibilidad de cumplir con la inspección antemortem ni el rápido eviscerado, puesto que normalmente se "juntan" muchos animales para muy pocos profesionales.

Por ende, la presencia de cazadores formados en el campo, ayudaría muchísimo a los veterinarios, agilizando el faenado y la gestión de los subproductos (vísceras fundamentalmente), mejoraría la trazabilidad y permitiría detectar problemas incluso antes de que el animal fuera cazado.

El trabajo desarrollado por entidades como la Fundación Artemisan o la Asociación Interprofesional de la Carne de Caza (ASICCAZA), entre otros, fue un punto de inflexión el pasado año con la publicación del Real Decreto 50/2018 por el que se desarrollan las normas de control de subproductos animales no destinados al consumo humano y de sanidad animal, en la práctica cinegética de caza mayor.

En él se contempla por primera vez en una norma nacional, la figura del cazador formado, en este caso como elemento fundamental para realizar una adecuada gestión de los subproductos de cacerías.

Desde entonces, algunas administraciones autonómicas, han comenzado a trabajar en esta línea publicando normas específicas sobre el papel que el cazador formado puede jugar en el campo.

A día de hoy, cada Comunidad Autónoma va a su ritmo, de modo que, por ejemplo en Castilla y León no se ha desarrollado aún esa figura y en algunas provincias se obliga a los organizadores de montería a rellenar un documento en el que se designa a un responsable de la gestión de subproductos, mientras que en otras como Aragón, Cataluña o Madrid , las administraciones, en algunos casos de la mano con las Federaciones, dan cursos presenciales para acreditar a los cazadores en este sentido y, por último, otras como Andalucía que han publicado un manual y convocarán exámenes periódicos para acreditar oficialmente la formación.

No obstante, aún queda mucho camino por recorrer y es necesario seguir trabajando para que los cazadores bien formados puedan participar como colaboradores importantes de los veterinarios que trabajan en el ámbito cinegético.

No se trata de estar enfrentados con ellos, sino aunar conocimientos para poder realizar un muy buen trabajo entre cazador y veterinario.

¡Salud y buena caza!