El youtuber ex-marine que desmontó a una compañía con un zumo y una lata de agua
Un exmarine demuestra en redes lo fácil que es abrir un candado de 130 dólares, la empresa lo demanda y acaba convirtiéndose en el hazmerreír de Internet.


Abrir cerraduras podría parecer algo anodino, pero Trevor McNally lo ha convertido en una mina de oro. Este exmarine estadounidense acumula más de tres millones y medio de seguidores y miles de millones de visualizaciones gracias a un contenido tan simple como hipnótico: demostrar lo fácil que resulta forzar muchos candados del mercado. Con gestos calmados, herramientas improvisadas y un humor tan seco como su precisión técnica, McNally ha creado un nicho muy específico, a medio camino entre la divulgación y la sátira.
El candado que no resistió la ironía
En marzo de 2025, la empresa afincada en Florida Proven Industries publicó un vídeo presumiendo de la resistencia de su modelo 651, un candado para remolques que, según su portavoz, “no se podía romper fácilmente”. No contentos con ello, ante la sugencia de que el youtuber probara su candado, se rieron diciendo que el ex-marine sólo se atreve con “candados baratos”. McNally respondió con una pieza muda de apenas medio minuto que se haría legendaria. En ella, aparecía viendo ese mismo vídeo mientras bebía un zumo de manzana con pajita. Después, con una lámina recortada de una lata de Liquid Death, una marca de agua que parece cerveza, abrió el candado en cuestión de segundos. Ni una palabra, solo el clic del mecanismo cediendo ante la cámara.
El tono burlón del vídeo, con McNally balanceando las piernas como un niño travieso, desató carcajadas entre sus seguidores y un ataque de orgullo herido en Proven. Su dueño, Ron Lee, reaccionó con furia. Envió a McNally un mensaje directo en Instagram que terminaba con un inquietante “prepárate”. Luego, contactó con su esposa, lo que el creador interpretó como una intimidación. En cuestión de días, las redes sociales de la compañía se llenaron de comentarios y memes, y el debate sobre la seguridad del famoso candado se convirtió en tema de conversación internacional.
El juicio del zumo y la lata
Proven respondió con una batería de acciones legales. Acusó a McNally de difamación, infracción de derechos de autor, publicidad engañosa e incluso conspiración civil. En la demanda, los abogados de la empresa mencionaban una y otra vez el zumo, describiéndolo como una “imagen infantil y despectiva” destinada a humillar a la marca. Llegaron a citarlo más de una decena de veces, como si el brick fuera la prueba del delito.
Pero el tiro salió por la culata. En la vista preliminar, celebrada el 13 de junio en Tampa, la jueza Mary Scriven desmontó el caso con rapidez. Consideró que McNally había hecho un uso legítimo y transformador del vídeo original de Proven, protegido por la libertad de expresión, y que no existía ninguna difamación. “Esto es un mercado capitalista. La gente dice lo que dice. Mientras no sea falso, es su derecho.” Su comentario final fue demoledor: “En vez de demandar, tal vez deberían pensar en mejorar el candado“.

A principios de julio, Proven retiró la demanda y trató de borrar el rastro del proceso judicial. Pero la historia ya era viral. El caso se convirtió en un ejemplo perfecto del efecto Streisand: intentar silenciar una crítica solo sirve para amplificarla. McNally ganó miles de nuevos seguidores mientras que Proven caía al fango reputacional. Paradójicamente, la propia Proven había publicado meses antes vídeos criticando a sus competidores, en un ejemplo claro de “donde las dan, las toman”.
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