Cine
‘Misterio en Venecia’. El terror gótico le sienta bien a Hércules Poirot
La tercera entrega de la trilogía de Kenneth Branagh sobre las novelas de Agatha Christie es la menos fiel al texto original y la mejor.
Si en las dos primeras adaptaciones de Kennet Branagh de los textos de Agataha Christie ‘Asesinato en el Orient Express’ (2017) y ‘Muerte en el Nilo’ (2002) el cineasta británico se mantiene fiel a las obras originales y se decanta por un festival de CGI para recrear los escenarios de la época, en ‘Misterio en Venecia’ toma la dirección contraria. El relato, ‘Las Manzanas’, solo sirve de inspiración y escoge como marco un lugar más recogido y oscuro para poner foco en lo verdaderamente importante: la trama.
La cinta arranca con un Hércules Poirot desencantado y retirado en Venecia, donde vive una existencia monacal alejado de los focos del mundo, pero la visita de una vieja amiga le lleva a una sesión de espiritismo que dará pasa a una serie de asesinatos.
Un misterio detrás de otro
Branagh se toma con pausa y con cierto mimo la creación de una atmósfera sobrenatural que toma prestados muchos elementos de la novela gótica: fantasmas, viejos palacios, muertes violentas… La cinta es como una matrioska, con un misterio que se esconde dentro de otro, donde los personajes, como es habitual en el género, son mucho más que lo aparentan a simple vista.
El problema es que este Branagh artesanal y paciente llegado a cierto punto acelera tanto el ritmo de la historia que se deja por el camino al espectador, perdiendo esa complicidad detectivesca con Poirot tan necesaria en este tipo de películas. Adiós a especular si este o aquel son el asesino y se limita a ver como se suceden los acontecimientos a un ritmo endiablado, eso sí el espectáculo está montado con oficio y el resultado es entretenido.
Un thriller sobrenatural
El gran acierto de la película es llevarse la historia hacia zonas oscuras donde las barreras entre lo real y los sobrenatural se difuminan. Todo arranca con una noche de tormenta en una decadente Venecia y una sesión de espiritismo donde se invoca a la fallecida hija de la dueña del palacio. Branagh tira de recursos clásicos del cine de terror (sombras, ángulos imposibles, cambios brucos de plano...) para crear una atmósfera inquietante y opresiva. Algunos de los fenómenos paranormales son desenmascarados por el propio Poirot con su habitual lógica deductiva, pero para otros se mantiene una puerta abierta.
Un gran elenco
El británico vuelve a rodearse de buenos actores, aunque da la sensación de que ninguno de ellos, ni la oscarizada Michelle Yeoh ni el propio Branagh, ofrecen todo el talento que llevan dentro. Cada personaje representa a un estereotipo: la médium, los ayudantes gitanos, el novio de la difunta, un doctor con estrés postraumático, el ama de llaves, un antiguo policía y una escritora de misterio. A medida que se progresa en la historia se irán descubriendo que tras esa primera fachada todos esconden algún secreto que les convierte en sospechosos y solo la muerte les librará de la carga.
Conclusión
‘Misterio en Venecia’ es una cinta entretenida, el espectador sabe qué va a ver y Branagh se lo da con la maestría de un viejo relojero. El despegarse de novela y virarla hacia lo sobrenatural le ha sentado bien a Poirot y es paso hacia delante para futuras entregas, que con casi toda seguridad habrá.