Cómic
‘Lobo. Retrato de un bastardo’. El antihéroe más gamberro de DC
Creado en por Roger Slifer y Keith Giffen en 1983, Alant Grant y Simon Bisley convirtieron al personaje en un icono de lo políticamente incorrecto.
En 1983 nacía en las páginas de Omega Men#3 en uno de los personajes más carismáticos de DC. Lobo era un cazarrecompensas alienígena con look de Ángel del infierno y unos modales que hacían parecer a Wolwerine un miembro de la nobleza. En sus primeras apariciones desempeña un rol de villano en colecciones como L.E.G.I.O.N y R.E.B.E.L.S. Cuando de verdad cobra protagonismo es cuando a principios de los 90 de la mano de Grant y Bisley tiene su propia miniserie: ‘El último czarniano’. Al igual que en su día Wagner y Ezquerra crearon a Judge Dredd como una parodia en respuesta a un excesivo uso de la violencia por parte de la policía, Lobo se pone de moda con la misma idea de caricaturizar a un tipo de personaje ultraviolento que se está imponiendo en Marvel en esa época y cuyos máximos exponentes eran Wolwerine y The Punisher.
En realidad, Lobo es un Lobezno al cuadrado, posee muchas de sus características (factor de curación, malhablado, irónico, aficionado a la cerveza…) y al que se ha exagerado tanto su carácter ultraviolento que resulta entrañable. Al igual que el mutante, se mueve por su propio e inquebrantable código de conducta: siempre cumple todos sus contratos. Esto le lleva a situaciones disparatadas que suelen terminar en un baño de sangre.
Un macarra muy poderoso
En términos de peligrosidad estamos hablando de uno de los personajes más poderosos e inteligentes que pueblan el universo de DC, su fuerza es similar a la de Superman, es inmortal (nadie puede matarle salvo un czarniano y él es el último), posee un factor de regeneración ilimitado, habla casi 20.000 lenguajes, es un experto en química, no necesita alimentarse y puede sobrevivir en el vacío espacial sin necesidad de ayudas externas. Las otras características que le definen como personaje es su amor incondicional a los delfines especiales, su moto con la que surca el universo en busca de contratos y su arma favorita: un gancho unido a una cadena con el que golpea y arrastra a sus enemigos.
Retrato de un bastardo
El nuevo tomo de ECC reúne las mejores historias de Lobo. Comienza con el clásico de Grant y Bisley: ‘El último czarciano’, donde reinventan el origen de Lobo convirtiéndole en el último de su especie tras asesinar al resto de su civilización. Esta miniserie va a dar el tono general al personaje durante años y está llena de humor negro y violencia a partes iguales. Su final no tiene desperdicio y da buena idea de la medida del personaje. En ‘El Regreso’ Lobo recibe el encargo de acabar con un asesino llamado Loo para lo cual deberá ir hasta el cielo donde sufrirá diversas reencarnaciones.
‘La sanción navideña de Lobo’ es probablemente el especial más salvaje y divertido que se ha hecho en cómic sobre la Navidad. Lobo recibe del conejo de Pascua el encargado de eliminar a Santa Claus y el mercenario no duda en eliminar a todo lo que pone por delante, aunque este Papa Noël poco tiene que ver con el viejo regordete y bonachón que conocemos.
El tomo lo cierran varios números autoconclusivos en los que se relaciona con Batman y personajes de su universo como el Joker, Harley Quenn o el Pingüino.
Una pareja creativa de primera
Aunque muchas de las historias Giffen está presente, el guionista de la mayoría es Alan Grant, un veterano del cómic que durante años trabajó en revistas inglesas, sobre todo en 2000 AD, dando vida a personajes como Judge Dredd, Robo-hunter o Strontium Dog. Formó parte del desembarco británico en EE. UU. de la mano de Vértigo. En DC su etapa en Batman marca el devenir del personaje durante años con los arcos: ‘Contagio’, ‘Legado’ y ‘Cataclismo’. Sus ideas anarquistas y Neo-tech son plasmadas en sus comics de una manera divertida.
Al dibujo está Simon Bisley, otro artista británico que también pasó por 2000 AD donde dibujó Judge Dredd y Sláine. Al igual que Grant llegó a DC (Lobo, Batman, Hellblazer…) en la década de los 90 y más tarde (1997) pasaría a formar parte de la revista Heavy Metal. Su estilo es muy personal y fácilmente reconocible, aunque hay que distinguir sus trabajos como portadista a los de dibujante. En su primera faceta está más en la línea de Frank Frazetta o Richard Corben, mientras que como artista de viñetas se acerca a Sienkiewicz con el que comparte su gusto por las líneas duras y rotas que tienen a enfatizar las expresiones de los personajes. No ahorra violencia ni sangre, a veces en exceso, en sus creaciones y el uso del negro y de un trazo grueso no hacen sino enfatizar esa tendencia macabra.
En las páginas tiende a combinar estructuras clásicas con viñetas claramente separadas y simétricas con otras donde rienda suelta a su creatividad, aunque se tiene la sensación de que el dibujo prima sobre el guion imponiendo grandes dibujos más por lucimiento personal que por necesidad de la historia.
Conclusión
‘Retrato de un bastardo’ es una magnífica ocasión para acercar a uno de los personajes que más admiración despierta en DC en relación con la cantidad de cómics en los que ha participado. Su estilo gamberro, su estética ultraviolenta y sus guiones por momentos disparatados hacen muy divertida su lectura. Si te gustan The Boys o The Preacher, este es un cómic que se anticipó a esa forma de narrar en la que se sobrepasan bastantes veces los límites de lo políticamente correcto. En la sociedad actual difícilmente sería posible sacar adelante un proyecto como este sin recibir todo tipo de críticas y vetos.
Ficha