Cómic
‘La guerra de Charley’, reseña. Uno de los mejores cómics bélicos o antibélicos de la historia
Pat Mills y Joe Colquhoun muestran el lado más amargo de la guerra a través de los ojos de un muchacho de 16 años.
‘La guerra de Charley’ es al cómic lo que ‘Senderos de Gloria’ al cine y ‘Tempestades de acero’ a la literatura, una obra colosal que describe la I Guerra Mundial con toda crudeza, prescindiendo del aire romántico y aventurero que suelen tener los relatos bélicos de consumo popular.
Aquí el ‘héroe’ es un joven británico con poca sesera y casi analfabeto que se alista voluntario para luchar en Europa contra los ‘hunos’. El guionista es Pat Mills, uno de los personajes más relevantes del cómic británico de los 70, quien construye una historia que comienza en 1916 con la llegada de Charley al norte de Francia pocos días antes de la batalla del Somme y que termina con la evacuación de las tropas británicas en Dunkerque en 1940.
A través de los inocentes y poco lúcidos ojos del joven Charley repasa todas las penurias que soportaban los sodados: el barro, las ratas, el frío, los bombardeos, los ataques con gas, los francotiradores, los alambres de espino, el hambre… Y retrata todos los estereotipos de combatientes: el sargento gritón y borracho, el veterano que hace de padre, el que prefiere volver mutilado para librarse del combate, el mando inepto, el mando competente pero incapaz de poner cordura en un mundo que ha perdido el rumbo… Y en medio de todos ellos, Charley, cuyo viaje en el horror va haciendo mella en su inocente mirada de la vida.
Por entregas
‘La guerra de Charley’ fue originalmente publicada en la revista británica Battle Action desde 1979 a 1985. La publicación fue creada por Pat Mills y John Wagner como contrapunto a Warlord, que también presentaba historias cortas bélicas basadas fundamentalmente en la Segunda Guerra Mundial y con un aire aventurero. Mills y Wagner, más políticamente comprometidos promovieron unas tiras más críticas con el establishment, que sacaban sus héroes de la clases bajas y medias.
Al ser una revista donde compartían espacio con otras historias sus entregas semanales estaban entre 3 y 4 páginas, algo que condiciona y mucho tanto la estructura narrativa como la visual. Mills empieza combinando la acción con el género epistolar para dar una versión más íntima del conflicto, pero pronto abandona este esquema que ralentizaba el ritmo para centrarse en el día a día en la trinchera. El número reducido de viñetas obliga a ser muy directo en la presentación de las situaciones y ello aumenta la crudeza de las situaciones y las imágenes.
Un gran dibujante
Joe Colquhoun era ya un veterano cuando llegó a ‘La guerra de Charley’, combatió en la Segunda Guerra Mundial lo que le ayudó a trasladar con gran realismo las situaciones en las que se veían involucrados los soldados. Es un excelente dibujante, que más allá del aire caricaturesco de sus personajes, plasma con gran rigurosidad histórica escenarios, armas, uniformes, vehículos… La obra está hecha en blanco y negro y Colquhoun utiliza unas sombras muy duras para enfatizar el dramatismo de las situaciones. Como curiosidad fue su mala salud, moriría un año después de acabar la historia, la que obligó a cerrar antes de tiempo las aventuras de Charley.
Edición de cARTEm
‘La Guerra de Charley’ se publicó en 300 entregas, un tercio de las cuales se recoge en el primer álbum que ahora lanza la editorial salmantina y que cubre 86 episodios: del 6 de enero de 1979 al 25 de octubre de 1980. Como extras lleva un interesante prólogo de Pako Domínguez y portadas de la revista Battle Action, muchas de ellas de Joe Colquhoun y una joya de Carlos Ezquerra.
Conclusión
‘La guerra de Charley’ es una excelente obra, comprometida socialmente, crítica con los mandos militares y que presenta sin tapujos la terrible rutina diaria de muerte y penalidades que sufrían los soldados en las trincheras.
