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Análisis

Facecam Pro, análisis. Decir que es la mejor webcam es quedarse corto

Analizamos la cámara de elGato que sorprende por sus características, a medio camino entre una webcam y una cámara Réflex.

Facecam Pro

Las webcams forman parte de nuestro día a día, y las mejoras que han recibido en los últimos años son enormes. Las usamos para reuniones virtuales de trabajo, para hacer streams e incluso para grabar vídeos. En nuestro caso, es evidente que una webcam es imprescindible para los streamings de eventos y la Taberna de MeriStation, para grabar vídeos o hacer gameplays en directo. Por eso, tras varias semanas trabajando con la Facecam Pro de Elgato podemos decir que es la mejor webcam con la que nos hemos topado. Pero tenemos que añadir que dejarlo solo en eso es quedarse cortos, porque cuenta con una calidad que busca ir un paso más allá.

Facecam Pro
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Hemos tenido otras cámaras para streamings y gameplays que funcionan realmente bien y cumplen con su cometido, pero con las que no nos plantearíamos grabar vídeo, y eso cambia totalmente con este dispositivo. Con resolución máxima de 4K y 60 frames por segundo, lo de menos acaba siendo esto, ya que tiene distintas especificaciones técnicas que la acercan a las cámaras profesionales, pero con el diseño compacto de una webcam. Son estos:

  • Resoluciones admitidas: 2160p60, 2160p30, 1080p60, 1080p30, 720p60, 720p30
  • Intervalo de enfoque: 10cm
  • Apertura: f/2.0
  • Distancia focal 21 mm (equivalencia en fotograma completo)
  • Campo de visión 90°
  • Sensor: SONY® STARVIS™ CMOS
  • Precio: 349,99 euros

Trabajo profesional

Aquí hay dos opciones. Que no hayas trabajado nunca con una cámara y te pueda sonar extraño algunos de los elementos de las especificaciones o, por el contrario, que te suene la película. En ambos casos, el trabajo que hace Facecam Pro sorprende. En el primero porque tiene un sistema que automatiza muchos de los parámetros básicos, de tal manera que es fácil tener la luz que deseamos y el enfoque correcto con tan solo conectarla.

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Por el otro lado, el dispositivo nos aporta unas posibilidades que se agradecen para ajustarnos a lo que deseamos (o adaptarnos a lugares con poca luz). La apertura permite controlar la cantidad de luz que entra al sensor de la cámara, ya que significa el tamaño de abertura del diafragma del objetivo. Teniendo en cuenta que tiene un valor de f/2, el resultado es muy útil porque permite que entre una luz considerable y tiene una profundidad de campo reducida, pudiendo dar un efecto de desenfoque del fondo más pronunciado que en otros casos.

Otro elemento destacado es la distancia focal de 21 mm, lo que permite tener un ángulo de visión muy amplio (como podéis ver en las capturas que hemos hecho) y eso te permite jugar con el encuadre de forma mucho más precisa. Esta distancia permite también crear una sensación de profundidad en la imagen con distorsión mínima (mejor en interiores que exteriores). Si a esto le añadimos el campo de visión de 90º, que permite capturar una gran cantidad de elementos de nuestra sala y jugar con el efecto ojo de pez si nos interesa.

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Aquí es importante recalcar que puede que no quieras emitir a 4K porque es totalmente innecesario y un streaming lo harás máximo a 1080p, pero la calidad de imagen va a beneficiarse a pesar de ello, porque las resoluciones inferiores a 4K se reduce la escala desde esa resolución. Perdemos detalle, claro, pero se verá mejor que otras que sean a una resolución nativa menor. A todo esto, no lo hemos comentado pero los 60 frames por segundo son una maravilla que permiten ver una imagen suave en movimiento y el autofocus funciona bastante bien. Alguna vez hemos tenido que ajustarlo pero por norma, que se desenfoque nuestra imagen pasa bastantes menos veces que en comparación con otros dispositivos con los que hemos trabajado hasta el momento.

Destacar que podemos conectarlo con Stream Deck, algo que permite que pulsando una simple tecla podamos cambiar la zona que estamos enfocando, activar efectos que tengamos previamente seleccionados o cambiar el encuadre para buscar el detalle en algún otro lugar. Todo ello, claro está, pudiendo guardar settings y caracteristicas para que las recuerde cuando volvamos a activarla en próximas sesiones.

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Ajustarlo a nuestro gusto

Como decíamos, lo interesante de todo esto es que por una parte, el sistema capta automáticamente la cantidad de luz, el enfoque y el FOV con el que queremos trabajar, pero también podemos trastear nosotros mismos las características. Abrir más o menos el diafragma para situaciones que no tienen tanta luz como desearíamos, captar una parte concreta de la escena (gracias al detalle y resolución máxima, sin perder apenas detalle) o incluso cambiar el tono de más frío a cálido según nuestras necesidades.

Todo funciona de forma sencilla con la app descargable para la cámara, con el añadido que vemos los cambios en tiempo real en pantalla, por lo que, aunque no seamos expertos, podremos determinar si estamos quemando demasiado la escena u oscureciendo en exceso. Probar, ajustar y empezar a usar. El sistema está vinculado a la nueva plataforma de NVIDIA Broadcast App que permite desenfocar el fondo o añadir cualquier otro con un resultado más que óptimo.

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Consideraciones: una máquina exigente

La Facecam Pro viene en un pack sencillo con la cámara, una montura con rosca y un cable USB-C. En este punto, lamentamos que no cuente con una protección para la lente tipo tapa, como sí pasa por ejemplo con la Facecam de 1080p, cosa que creemos no estaría de más y nos daría cierta seguridad teniendo en cuenta que hablamos de un producto premium no apto para todos los bolsillos. Más allá de esto, hay algunas consideraciones que debemos tener en cuenta.

La primera es que para que su funcionamiento sea óptimo necesitamos estar conectados a un puerto 3.0 como mínimo, si no directamente el ordenador puede que no la detecte o que se congele la imagen. Como el conector es USB-C en ambos lados, puede ser que no tengáis conexión disponible. A nosotros nos pasó lo mismo con el PC, por lo que toca comprar un adaptador que eso sí, no puede ser uno cualquiera. Hay que tener en cuenta que el adaptador USB-C a USB sea 3.0, soporte 5GBps y vatios suficientes de potencia (más de 10). Si no, no lo detectará. Si vuestra entrada al portátil o PC sobremesa es USB-C, de esto no os deberíais preocupar.

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Además de todo esto, es importante destacar que el dispositivo en sí tiene un tamaño considerable comparado con otras webcams, algo que puede ser una molestia menor porque con el agarre encaja perfectamente en el monitor (y si no, se puede clavar en cualquier trípode que tengáis) y que no trae micro incorporado, un detalle a nuestro parecer menor teniendo en cuenta que la calidad se resentiría y que para uso profesional, mejor tener un micrófono dedicado. Aunque es cierto que para charlas en reuniones rápidas no habría sido un mal añadido.

Conclusión

Facecam Pro puede que no sea un dispositivo pensado para un público ocasional, pero como webcam para profesionales centrados en la creación de contenido y emisión de directos, es potentísima. La calidad, suavidad y nitidez de la imagen juega otra liga, y las características y ajustes que tiene la acercan más a una cámara profesional que a una simple webcam. Eso sí, echamos en falta algunos detalles como una tapa para la lente y es verdad que su precio no es apto para todos los bolsillos. Con todo, su capacidad de captar luz en zonas poco iluminadas, los 60fps o la forma que tiene de tratar el color de la imagen, así como otros elementos como el buen funcionamiento del autofocus hacen que sea un dispositivo de primerísimo nivel y que supone un salto cualitativo inmediato, desde el primer momento.