Cine
Crítica de ‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’, un biopic atípico que pone rostro a los traumas del ‘Boss’
La película dirigida por Scott Cooper se centra en un momento clave de la carrera de Bruce Springsteen.

En 1981 todas las radios en Estados Unidos tenían como himno el ‘Hungry Heart’ de ‘The River’, el disco con el que Bruce Springsteen se dirigía a la cima del rock y gritó a los cuatro vientos que ‘Born to Run’ (1975) y ‘Darkness of the Edge of Town’ (1978) no eran fruto de una inspiración pasajera. Todas salvo en la del propio ‘Boss’. En el momento en el que sus sueños se cumplían, los fantasmas del pasado le empujaron cerca del precipicio.
La historia de ‘Nebraska’ merecía la pena ser contada
Fue precisamente al final de la gira de ‘The River’ cuando Bruce dijo “basta”. Alquiló una pequeña casa en lo profundo del bosque de Nueva Jersey, su hogar, a 80 km de Nueva York para alejarse de todo el ruido externo. Sus compañeros esta vez tenían forma de guitarra, bolígrafo y cuaderno. Nada de aduladores, nada de campañas ni acciones promocionales. Estaba él solo frente a la naturaleza... y sus traumas.
‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’ supone un acercamiento atípico al biopic de artista de cabecera. Scott Cooper se basa en el libro homónimo de Warren Zanes para narrar qué ocurrió durante el proceso creativo tras ‘Nebraska’ (1982), el disco más disruptivo e íntimo del artista en una época de su trayectoria donde las armonías corales y el rock and roll eran su seña de identidad. Las historias de esperanza, de la clase trabajadora y su libertad quedaron a un lado frente a la oscuridad que transmiten temas como ‘Atlantic City’ o la propia ‘Nebraska’, que captura el sentir de todo el álbum, y otras como ‘My Father’s House’, una narración autobiográfica de la compleja relación que mantenía con su figura paterna. Las imperfecciones del disco maestro, fruto de la grabación en equipos modestos y la apuesta por la sonoridad del casete, dan un sello personal que no se puede encontrar en ninguno de sus otros trabajos.
Pero para entender por qué ocurrió este maravilloso ‘accidente’ musical debemos trasladarnos al Bruce Frederick Joseph Springsteen de nueve años. A esa edad su madre le mandaba al bar para avisar a su padre de que volviera a casa. Los problemas con el alcohol y un trastorno psicológico diagnosticado con el tiempo fueron los ingredientes que crearon un entorno familiar que ningún niño debería vivir. Los recuerdos de pequeño en su cama, escuchando los gritos de sus padres y alguna botella de cristal romperse contra el suelo, fueron una banda sonora que quedaría para siempre en su subconsciente.

La película capta a la perfección cómo el cantante mantiene una lucha constante con sus demonios internos. Jeremy Allen White hace un trabajo sensacional trasportando a un personaje difícil de interpretar por la cantidad de matices que tiene su personalidad, salvo cuando canta. Afortunadamente son pocas las veces donde se pone frente al micrófono, ya que la mayoría de los temas que se reproducen son directamente los originales.
Quien espere imitaciones de sus conciertos o largas secuencias de interpretación, que lo haga sentado. La película no trata de celebrar o mostrar los mejores y peores momentos de Bruce Springsteen, sino de poner rostro a los traumas de un momento concreto de su vida donde psicológicamente cae en un pozo sin fondo. Las largas noches de desvelo y la pérdida de afecto en los demás tienen un nombre: depresión. Hasta que no se puso en manos de profesionales no supo qué era lo que verdaderamente ocurría.
Por eso ‘Nebraska’ es incluso medicinal para sí mismo. En la cinta se pone especial énfasis en la figura de Jon Landau, su representante por aquel entonces e interpretado por Jeremy Strong. Al contrario del típico agente que busca el máximo margen de beneficios, Landau creía en él como persona. Se pegó con todos en CBS (el sello discográfico con el que trabajaba) para lanzar el álbum con las condiciones que exigía Springsteen. Bien es cierto que el trabajo comenzó como un doble LP que convivía con muchos de los temas que luego darían forma a ‘Born in the U.S.A. (1984). Quién sabe qué hubiera pasado sin la existencia de esos temas en un momento donde el sello tenía hambre de más hits.

Es cierto que se toma algunas licencias ficticias para comunicar el sentir del cantante en lados personales como sus relaciones sentimentales, que es precisamente la parte de la película donde pierde ritmo y se aleja del tema principal de la narración. Precisamente es por ritmo donde también consideramos que es atípico: se toma mucho tiempo para contar lo que quiere contar. Depende de la sección de la película suma, pero en otras resta. Todo un acierto haber puesto énfasis en las peculiaridades sonoras de ‘Nebraska’. Todos los momentos de la mesa de grabación son un deleite para los fans.
Conclusión
‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’ toma valor por la valentía de contar una historia completamente diferente a la típica película sobre un artista mito. Hay que ir con las expectativas claras de que no es una celebración de Bruce Springsteen, sino una forma de poner rostro a los traumas que asolaron en un momento muy concreto de su trayectoria profesional, justo cuando estaba cerca de tocar la cima. Todo se traduce en ‘Nebraska’, un álbum cuya historia merece la pena ser contada y así lo sentirán los aficionados a su música. Ahora bien, hay problemas de ritmo cuando el foco se traslada lejos de la propio concepción del disco. Jeremy Allen White está fantástico trasportando al artista... salvo cuando le da por interpretar algunas de sus canciones.
Su estreno está previsto el 24 de octubre del 2025.
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