Cómic
‘Criminal’. La gran obra referencial del ‘comic negro’ del siglo XXI
Ed Brubaker y Sean Philips crean una magnífica obra que nada tiene que envidiar a las grandes novelas negras de Raymond Chandler o James Ellroy.
Ed Brubaker se ha convertido por derecho propio en el gran autor del comic noir de los últimos 25 años. Sus historias sobre personajes al límite o más allá de la ley se han convertido en un referente en el género y en cada una de ellas casi siempre ha tenido como compañero a Sean Philips, un dibujante que sufre en los cómics de superhéroes, pero que se mueve como nadie en este registro.
Ed inició su acercamiento a las historias de perdedores con la autobiográfica A Complete Lowlife (1997) en la que se muestra el lado menos seductor del sueño americano desde la perspectiva de un adolescente. Fichado por DC mostró su talento en Escena de un crimen (1999) y Deaddenders, e incorporado ese toque oscuro a las colecciones relacionadas con Batman. Con dos obras maestras: Catwoman (2002) y Gotham Central (2003). Ese mismo año en Wildstorm, que era ya propiedad de DC, lanza Sleeper que se centra en un agente que se infiltra en una organización terrorista y en la que de nuevo elimina las fronteras entre cómic negro y personajes con poderes.
Fichado por Marvel como gran estrella ha pasado por los mutantes, Capitán América (Soldado de Invierno), Daredevil e Iron Fist. Aunque donde ha mostrado todo su potencial fue en Criminal, dentro del sello Icon, una división de Marvel en la que los autores mantiene la propiedad intelectual de sus creaciones y gozan de una mayor libertad creativa.
En octubre de 2006 se publicó la primera entrega de ‘Cobarde’ en formato grapa de 24 páginas, que había salido adelante gracias a la posición privilegiada que Brubaker había adquirido en Marvel. La acogida de público y crítica fue excelente y el universo ha ido creciendo y se ha alargado durante 14 años, siendo Verano Cruel (2020) su última entrega.
Integral 1
Panini recupera en dos integrales la serie original. En el primero de ellos incluye las historias: ‘Cobarde’, ‘Lawless’ y ‘Los muertos y los moribundos’, todo ello con un prólogo de Dave Gibbons y unos maravillosos extras. Estos incluyen ilustraciones a toda página de Sean Philips donde muestra su talento para el retrato y que están inspiradas en películas clásicas. Comentarios de algunos amigos relevantes de los autores que disertan sobre sus preferencias e influencias cinematográficas y un relato en primera persona explicando cómo es el proceso creativo de Criminal y la perfecta simbiosis que hay entre ambos artistas.
Cada una de las historias de Criminal forma un arco argumental propio y cerrado, pero todas ellas forman parte un universo criminal más amplio que presenta puntos de unión que sirven para dibujar un cuadro general más amplio. Todas ellas confluyen en el Undertown, un tugurio que es santuario de ladrones, asesinos, estafadores y carteristas.
Sus personajes, en su mayoría perdedores y asociales, son la representación de los prototipos construidos durante años por el cine y la novela negra. Hombres y mujeres que saben que su destino es acabar en la cárcel o en una cuneta y cuyo día a día es una lucha por la supervivencia, sin sueños y sin esperanzas. Lo interesante de sus protagonistas es que aún siendo forajidos viven de acuerdo con un código moral, mientras que los policías y los buenos ciudadanos pueden romper las reglas cuando ello les supone una ventaja.
Cobarde
Brubaker narra en primera persona, la historia de Leo Patterson, un ladrón de la vieja escuela que presenta un perfil bajo tras un golpe fallido y que de nuevo se empujado a un gran atraco en el que participan polis corruptos y la viuda de su mejor amigo. El relato muestra como pocos las reglas y los peajes que se presentan dentro del submundo criminal. Como el propio Brubaker define se trata de poner al lector en la mente del delincuente: “Estar en un banco y pensar como lo asaltarías”
Aquí, al igual que hiciera Moore en Watchmen, hay una segunda historia que se narra a través de las viñetas del periódico (Fank Kafka: detective privado).
Lawless
El protagonista aquí es Tracy Lewis, encarcelado en una prisión militar por un incidente en Bagdad quien a su salida de prisión se embarca en la misión de descubrir que hay detrás de la muerte de su hermano, un conocido delincuente del submundo de Central City. Aquí se abandona la narración en primera persona por una más clásica.
Los muertos y los moribundos
Arranca aquí la segunda etapa de la colección, que se agrupa bajo este epígrafe y que incluye sus tres primeros números: ‘Segunda Oportunidad en el infierno’, ‘Lobo entre lobos’ y Hembra primordial’. En estos tres relatos Brubaker viaja el pasado de los protagonistas de sus dos primeros relatos para centrarse en sus progenitores. De nuevo se recogen los grandes estereotipos de la novela negra: el boxeador que acaba de matón, el veterano con conflictos de adaptación y la mujer fatal.
Más que un dibujante
Como el propio Ed Brubaker confiesa: “Sean y yo hacemos que los dos seamos mejores”, un reconocimiento que les ha convertido en una de las mejores parejas creativas de la historia. El artista británico que lleva en el negocio desde 1988 ganó notoriedad por sus trabajos en Judge Dreed (1992) y sobre todo en su paso por Hellblazer (1994), ya en DC. Su primer gran reconocimiento fue Sleeper (2003) donde conoció a Ed Brubaker. Más adelante trabajaría con Robert Kirkman en Marvel. A partir de aquí se consolida el dúo Brubaker-Philips: Criminal (2006), Incognito (2008), Fatale (2012), The Fade out (2014), Kill or be killed (2016), Bad Weekend (2019), Pulp (2020) y Reckless (2020).
Su estilo realista se acomoda mejor al género noir que al de superhéroes, le gusta mantener estructuras clásicas dejando que sea el texto el que lleve el ritmo del relato. Su forma de trabajo es muy metódica: partiendo de pequeños bocetos que luego completa con fotografías. Lo primero que tiene en cuenta es el texto de cada viñeta, ya que también es el rotulista de los cómics. Sobre los dibujos bocetados coloca la rejilla de la página, con la distribución por viñetas. Una vez todo preparado dibuja con un rotulador de color azul y como es su propio entintador no necesita marcar muchos detalles, es en este último proceso donde realiza el grueso del trabajo.
Val Staples es el colorista de Criminal, donde realiza un magnífico trabajo creando con su paleta cromática una atmósfera oscura que tan bien se adapta al relato.
Conclusión
Criminal es uno de los mejores trabajos de una de las grandes parejas creativas de los últimos tiempos. Su construcción de personajes marginales con historias que no suelen acabar bien resulta tan atractiva como las que en su día hicieron Otto Preminger, Howard Hawks, John Houston, Orson Wells, Raymond Chandler, Hammet o James Ellroy.
