Cómic
‘Conan Rey’, reseña. Una visión distinta del gran icono del cómic de espada y brujería
El tándem estrella del bárbaro, Roy Thomas-Buscema, es el encargado de dar vida a la vejez no tan pacífica del monarca de Aquilonia.
A principios de los 80 Conan y con una década a sus espaldas, Conan se había convertido en una de las grandes estrellas de Marvel con dos colecciones regulares: ‘Conan, el bárbaro’ y ‘La espada salvaje de Conan’, así que en la casa de las ideas pensaron que era la ocasión de ampliar el catálogo, y por ende la caja, narrando las vicisitudes de un guerrero ya monarca de Aquilonia, casado y con tres hijos. Dos de ellos pequeños y el primogénito, Conn, que es el heredero al trono y con el comparte con su padre su espíritu aventurero.
Para el nuevo proyecto se escogió el mejor equipo, como editor-guionista estaba Roy Thomas y como dibujante, John Buscema; ambos habían firmado ya con el cimmerio las mejores viñetas de su ya larga vida en el cómic.
Para los guiones Thomas escogió dos novelas escritas por los sucesores de Robert E. Howard: ‘Conan de Aquilonia’ y ‘Conan el vengador’, de Sprague de Camp, Lin Carter y Björn Nyberg. El autor estadounidense empezó a escribir sus relatos de Conan en 1932 de los que publicó 15 antes de su suicidio en 1936 y otros cinco con carácter póstumo. En algunos de ellos había referencias vagas al bárbaro en el papel de gobernante, pero fue en sus cartas donde dejó esbozado como debería ser su reinado.
Pasado y presente unidos
Como el mismo Thomas confiesa uno de los problemas fue dar continuidad a la figura de Conan, unir su pasado de ladrón, mercenario y pirata al de un presente regio. Para ello optó por una espléndida doble página de presentación de la colección en la que se narraban los principales hechos de la vida del cimmerio y en la que el lector descubría de golpe que su bárbaro favorito se había convertido en rey, estaba casado con Zenobia y tenía tres hijos. Buscema impuso su teoría de un Conan rey más cercano al conocido, en las novelas se le presentaba con barba, envejecido y anclado a la silla del trono. El dibujante le presenta como una figura más madura, pero que mantiene la presencia y la fuerza de antaño, conectando con el inconsciente del lector desde el primer momento.
Thomas ofrece una imagen algo más reposada del bárbaro, centrado en su doble responsabilidad como gobernante y como padre, aún así recupera, no con mucho interés por su parte, a un viejo enemigo, Thoth-Amón. Pero en mitad de la colección el guionista se enemista con Marvel por su estatus en la editorial y decide emigrar a DC, el conflicto estalla durante el proceso creativo del número cuatro, aunque llegaría a firmar hasta el #8.
Nueva pareja creativa
El relevo lo toma un conocido de la casa, Doug Moench, que cambia de rumbo por completo la serie y se lleva las historias a un mundo de magia y fantasía donde la aparición del monstruo de turno se impone a los problemas palaciegos. En los lápices se produce el mismo proceso y tras la salida de Buscema en el #9, con mucha diferencia el dibujante que mejor ha sabido plasmar la esencia del bárbaro, pasan fugazmente por la serie Ernie Chan y Ron Frenz, hasta que llega a la serie un jovencísimo Marc Silvestri, que aún está lejos de convertirse en el gran dibujante que sería años después, pero que ya da muestras de su enorme talento.
Cambio de rumbo
Para los últimos números del Omnibus los guiones corren a cargo de Alan Zeleneth, que intenta apartarse de los caminos marcados por sus predecesores y arriesga algo más en las tramas. Su trabajo está por encima del de Moench.
Conclusión
El cuidado ómnibus de Pannini contiene los 19 primeros de una colección que llegaría hasta los 55 y en la que la pareja Thomas-Buscema vuelve a demostrar que es la que más jugo exprime a los relatos del cimmerio. Hay que destacar los dos extensos artículos de Roy Thomas y Doug Moench en los que explican su visión del monarca bárbaro y cuentan cómo llegan a la colección.