Crítica
‘65′, crítica. Una peli de aventuras de las de antes
Scott Beck y Bryan Woods firman una cinta directa que recupera ciertas esencias del cine de evasión que se habían perdido en los últimos años.
Para bien para mal, según el gusto de cada cual, el cine de aventuras se ha convertido en una maratón en el que el espectador tiene que aguantar estoicamente durante más o menos tres horas una historia que no da tregua. La tiranía de Marvel ha impuesto una forma de hacer cine que trata de compensar con metraje la falta de talento de alguno de sus títulos.
En las antípodas de esta tendencia se encuentra 65, una obra de Scott Beck y Bryan Woods, conocidos por su excelente trabajo junto a John Krasinski en el guion de ‘Un lugar tranquilo’. La cinta recupera ciertas esencias del cine clásico de aventuras, sin más pretensiones que entretener y toma prestada inspiración tanto de ‘El Planeta de los simios’ como de ‘Parque Jurásico’, aunque ni tiene la trascendencia de la primera ni la capacidad de fascinación de la segunda. Ya hemos visto muchos dinosaurios, quizá demasiados, desde que Spielberg filmará hace 30 años su cinta.
Western espacial
Siempre se ha dicho que toda buena película tiene en su alma un western, y este lo es. Aquí simplemente se trata de un ir de un punto a otro y entremedias nos encontramos una serie de adversidades y amenazas que provienen de un entorno hostil y unos animales prehistóricos de tamaño creciente a medida que avanza la aventura.
La historia presenta una civilización espacial igual que la humana con capacidad de explorar el universo 65 millones antes de la aparición del hombre. Un accidente espacial arroja los restos de una nave sobre la Tierra y sus dos supervivientes, el piloto de la nave y una joven pasajera, deben encontrar la manera de escapar del planeta antes de que se produzca un evento de extinción masiva.
Con dos actores basta
La película se mueve en dos ejes, la relación entre Adam Driver y Ariana Greenblatt y la lucha por sobrevivir en un entorno altamente hostil. Mientras que la química entre ambos actores funciona a la perfección y son capaces de construir un nexo creíble entre ambos, no se puede decir lo mismo de su viaje por tierras jurásicas. Las situaciones a las que se enfrentan parecen hechos inconexos destinados a mostrar el buen hacer de los efectos especiales, aunque muchas de las criaturas las hemos visto ya en diferentes entregas de Parque Jurásico.
Adam Driver, aunque sin realizar uno de sus mejores papeles, 65 no da opción a ello, vuelve a demostrar que es uno de los mejores talentos de su generación, sino el mejor. Se maneja con cierta soltura como héroe de acción y aún así es capaz de transmitir que hay algo más dentro de su personaje. Ariana Greenbalt, conocida por su participación en la serie de Disney Channel ‘Entre hermanos’, apunta a que será un rostro habitual del cine de los próximos años. La interacción entre ambos es muy similar a la que mantuvieron Charlton Heston (Taylor) y Linda Harrison (Nova) en la cinta de Franklin Schaffner (1968) y que viene marcada por la ausencia de un lenguaje común que les permita comunicarse.
Efectos especiales
En una era donde el CGI es capaz de cualquier cosa se agradece cierta contención a la hora de su empleo, hay bastantes dinosaurios y de diversos tipos, que son incorporados de forma orgánica al paisaje, pero también hay una demostración de talento en cómo colocar la cámara y como narrar la historia. Hay algún homenaje a la cinta de Spielberg con algún plano idéntico a su primera entrega. Se agradece y mucho que el metraje no pase de la hora y media, tampoco hubiera dado para más, pero es una buena señal de que el cine recupera cierta cordura y que más vale dejar al espectador con ganas de más que aburrirle con 30 minutos de escenas innecesarias. Tampoco hay escenas postcréditos, gracias.
Conclusión
Una vuelta al cine de aventuras clásico, sin más pretensión que hacer pasar al espectador una hora y media de puro entretenimiento. Hay lugar para diversas emociones: angustia, ternura… aunque la película no termina de alcanzar un ritmo constante.