The Game Awards y su permanente paradoja: premios en la sombra para un espectáculo que lo devora todo
La gala ofreció grandes revelaciones, dominio absoluto de Expedition 33 y un debate recurrente sobre su propia identidad.


Hay un detalle que nunca entenderé de The Game Awards. La gala comienza con una especie de pre-show, antes de que Geoff Keighley entre en escena. La presentadora no está en el escenario principal, pero la estructura es parecida: hay anuncios y tráilers de juegos, mientras que se reparten algunos premios. Aquí se resume la paradoja del evento: premios que deberían celebrar el trabajo de un año entero convertidos en simples notas al margen de un espectáculo que, por momentos, parece olvidar su propia razón de ser.
Tiene que ser un poco triste recibir un premio en algo que se considera el calentamiento de la gala. Y un poco displicente cuando uno de los ganadores en ese periodo fue Donkey Kong Bananza, que recibió el premio a mejor juego familiar, una de las pocas migajas que dejó Expedition 33 en su paseo militar. Al menos al presidente de NOA, Doug Bowser, se le permitió recoger esa estatuilla, aunque fuera en un momento tan anticlimático. No todos pueden decir lo mismo, con numerosos premios que se cantan, pero que no tienen entrega formal durante todo el evento.
Este es un aspecto de los The Game Awards que ya parece que es crónico y con poco remedio. El evento es largo y tiene que equilibrar numerosos elementos para que salga, incluyendo publicidad y la presencia de anuncios que también se pagan a alto precio para que estén ahí, además de ser fundamentales para atraer a una mayor audiencia. Lo lógico sería que, como hace el cine, la gala fuera exclusivamente dedicada al reconocimiento de los juegos y las personas que han trabajado en ellos, pero las cuentas no salen si no son las propias compañías las que financian y la organicen, algo para lo que parece que tienen pocas ganas. Así que sólo queda Geoff y sus equilibrios.

Lamentando, un año más, la forma en la que algunos premios son despachados, lo cierto es que ha sido un evento tremendamente entretenido, brillante en algunos tramos y con una gran cantidad de juegos, algunos de los cuales están relativamente cerca, así como varios anuncios de peso que han conseguido llegar relativamente intactos a la noche. Ha habido agradables sorpresas en todos los frentes, aunque también sorprende encontrar varios de ellos apuntando a un 2027 que se antoja, ahora mismo, lejano.

Entre premio y premio, la gala volvió a desplegar ese vértigo de promesas que sólo puede darse en un escenario donde conviven tantos intereses. El regreso de Lara Croft, con un remake que revisita las ruinas fundacionales de la serie y una nueva aventura que apunta a una Lara más segura y carismática, marcó uno de los grandes momentos de la noche. El anuncio de Star Wars: Fate of the Old Republic despertó un murmullo inmediato en el teatro, la confirmación de que la memoria de KOTOR sigue viva en una generación que exige nuevas epopeyas. Y, entre destellos, desde el misticismo luminoso de Control Resonant, hasta el futuro de “sólo guerra” de Warhammer 40.000 en las capaces manos de Creative Assembly, pasando por nombres de peso como Resident Evil 9 (al fin con Leon y una acción más reconocible), Lego Batman, Ace Combat 8, Phantom Blade 0, o la nueva expansión de Diablo IV entre otros anuncios.
Mención especial para Larian, que se ha trabajado una poderosa campaña de publicidad, con estatua misteriosa incluida para volver a reclamar lo que es suyo y de nadie más: Divinity, ofreciendo en el proceso un tráiler cinemático totalmente desatado. La serie sobre la que se pusieron los cimientos del estudio ha sido muchas cosas a lo largo de su vida: variante de Diablo, juego de acción rolera con Ego Draconis, y referente táctica/rolera con influencia de Ultima en Original Sin. Que llegue sólo como “Divinity” puede significar muchas cosas, pero tendremos que esperar un poco más para descubrir hacia dónde quiere volver esta serie que nunca ha sabido estarse quieta.
La batería de juegos se mostró sólida y agradable, acaparando protagonismo. Podemos cuestionar que el cierre final, que siempre se suele reservar para lo más impactante, se dedicase a un juego multijugador desconocido como Highguard, que no suelen ser los protagonistas de momentos así. Pero, tal y como comentó Keighley, eso le daba la oportunidad de dar protagonismo a algo que sale en unas semanas. El terreno de los juegos con menos nombre estuvo también bastante poblado de ofertas intrigantes, aunque me quedo con ese No Law de los creadores de The Ascent que resulta tan prometedor.

Por lo demás, se esperaba dominio de Expedition 33 y acabó superando las expectativas, con unos desarrolladores que casi parecían apurados de tener que subir tanto a recoger premios. Un total de 9 distintos colocan al título francés como el más galardonado de la historia del evento, convirtiéndolo en un referente y en un espejo en el que muchos querrán mirarse en los próximos años. Una prueba más, por si hacía falta, de lo especial que ha sido este proyecto y del brillante futuro que tiene como saga si Sandfall opta por ese camino.
Así que, en general, un buen evento a nivel de anuncios y producción, del que se sale satisfecho y con varios nombres rondándote la cabeza para el futuro. Faltó una traca final, pero lo visto convenció y agradó, incluso cuando hay que ver el evento en la noche profunda dentro de una Europa a la que se mira poco a la hora de plantear estas galas. Hasta el año que viene.
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