The Game ¿Awards? un buen evento pero una mejorable gala de premios
Los TGA son una gran cita, pero la entrega de los premios a la industria del videojuego deja algo que desear.
Mucho se escribe todos los años de The Game Awards y de su motor, la figura de un Geoff Keighley que genera no pocas animadversiones entre un sector del público. Hay quien encuentra cargante su protagonismo omnímodo, pero puede que sin ese constante ejercicio de ponerse en valor a él y a su evento, no tendríamos esta gala con la que cerrar y celebrar el año en el videojuego.
Por supuesto, lo ideal sería que existiera una academia de profesionales reconocidos que tuvieran el apoyo de la industria para montar un evento a la altura de lo que es este sector. Pero viendo cómo las principales casas ni siquiera parecen interesadas en algo tan básico en cualquier sector como una gran feria profesional como era el establecido E3, al final todo queda en mano de una iniciativa privada que se apoya en la publicidad para mantenerse a flote. Resultaría raro que los Oscars sirvieran de plataforma para mostrar tráilers de las películas que llegarán los próximos meses, más anuncios de las principales distribuidoras y servicios de contenido en demanda. Pero The Game Awards tiene que funcionar así para que pueda existir, una máquina de marketing que no pocas veces desplaza lo que es la propia entrega de premios, un defecto recurrente que se mantiene en esta edición.
Por ello, The Game Awards se juzga casi más por los anuncios y juegos que se presentan que por lo que es la gala en sí. Si nos atenemos a ese baremo, la gala ha sido este año de lo más entretenida. Pese a que nada esta semana va a ser más grande que el primer tráiler de GTA VI, lo visto en el evento tiene considerable interés. El nuevo tráiler de Metaphor ReFantazio del equipo de Hashino está a la altura de lo que esperamos de los responsables de los últimos Persona, además de ofrecernos un periodo de lanzamientos. Un nuevo contenido gratuito de God of War le añade un modo roguelike que puede ser más que divertido. Hemos visto algunos proyectos desconocidos hasta ahora que muestran un buen potencial, como Exodus, un proyecto en el que participan el núcleo duro de los responsables de Mass Effect; o No Rest for the Wicked, un ARPG de los creadores de Moon, con todo el potencial que eso tiene.
Nuevos tráilers acompañados de fechas de lanzamiento que nos sirven para anticipar algunos de los juegos más interesantes del 2024: Hellblade II, Rise of the Ronin, Black Myth Wukong e incluso la nueva entrega de la saga Mana, Visions of Mana, tienen un aspecto excelente y merecerán atención en los próximos meses. Para más adelante queda el nuevo título de Dragon Ball, Sparking Zero, con un aspecto más que prometedor. Otros nombres destacan como lo nuevo de los creadores del insospechado éxito de Untitled Goose Game, o el anuncio de que Arkane Lyon está trabajando en un juego de Blade. También hubo incluso la oportunidad de encontrar cosas interesantes e inesperadas como el tráiler de The First Berserker: Khazan, un juego salido de ninguna parte pero que impresionó con su estilo artístico. También, a nivel personal, me entusiasmó el nuevo proyecto del estudio de No Man´s Skies, Hello Games, otra ambiciosa propuesta procedural, esta vez en un mundo fantástico.
Vaporosos fueron los anuncios de Hideo Kojima e Ikumi Nakamura. El primero llegó, por supuesto, con la alfombra roja acostumbrada cada vez que Geoff lo recibe en su gala. Pero con el debido respeto a su legendaria figura, el tráiler de su proyecto, OD, para Xbox no me dijo nada, ni tampoco lo que comentó sobre él a posteriori. Hay pocas dudas de que Kojima Productions lanzará algo interesante, pero la manera de presentarlo por primera vez resultó demasiado críptica, incluso para un Kojima que está acostumbrado a jugar con las expectativas de sus aficionados. Y sobre Nakamura y su Unseen Studio, el concepto parece atractivo pero está claro que falta bastante para ver un juego de ahí. Más curiosidad levantó el anuncio múltiple de Sega, que anunció de golpe cinco juegos en proyectos, todos de sagas bien conocidas como Streets of Rage, Jet Set Radio, Golden Axe, Crazy Taxi y Shinobi. Siempre es agradable que una compañía clásica se acuerde de los que fueron sus referentes y sólo queda esperar que todos esos intentos de actualizar esas míticas franquicias cuenten con el apoyo creativo y financiero adecuados.
Con un ritmo ágil, ausencia de largos bloques publicitarios y divertidos momentos musicales -impagable el número dedicado a Alan Wake II con Sam Lake como protagonista-, el evento pasó ligero pese al horario poco amigable para los europeos. Y en esa faceta, fue un evento que hizo su papel como el popurrí que es entre espectáculo y máquina promocional, con un buen puñado de nombres al que prestar atención.
Sin embargo, volvemos a lo de siempre, The Game Awards cada vez hace menos honor a su nombre y la entrega de premios resulta cada año menos trascendente. Resulta desconcertante que se despachen cuatro o cinco categorías de corrillo, incluyendo algunas tan importantes como mejor banda sonora o mejor juego independiente. Y también resulta extraño cómo en las categorías que sí tienen entrega de estatuilla, la organización ha dado menos tiempo que nunca antes de poner la música que “invita” a terminar y salir. Mientras que Kojima tiene barra libre para divagar con su proyecto sin enseñar casi nada, el pobre de Sam Lake apenas pudo terminar el discurso por recoger el premio a la mejor narrativa para Alan Wake II antes de que sonara la música que le invitaba a irse. Al menos no hubo premios repartidos fuera de pantalla como otros años, pero sigue resultando difícil de encajar y un fallo claro de prioridades: las presentaciones de juegos tienen más espacio e importancia que la entrega y recogida de premios, cuando debería ser por lo menos al revés (y no hablemos ya del detalle de apresurar al equipo de Larian cuando estaban homenajeando a uno de lo miembros del equipo de Baldur’s Gate 3 que falleció este año).
Así que, por un lado, es agradable que haya un gran evento global de videojuegos en diciembre, como una forma de despedir el año con algunos anuncios fuertes y un reconocimiento al juego del año bastante influyente y reconocible (que además, sienta bien a juegos que claramente se lo merecen como a Baldur’s Gate 3). Por otro lado, sería deseable que el evento evolucionase a una entrega de premios más pura, una en la que el galardón a la mejor banda sonora de un videojuego no sea poco menos que un pie de página. Esa debería ser la gran asignatura pendiente para futuras ediciones.