Diario 3 del Tokyo Game Show 2025: las mentiras de Xbox, los plagios de PlayStation y otras amargas disociaciones
Lo raro que es darse cuenta de que hay dos realidades completamente diferentes coexistiendo a la vez.


Me enteré del anuncio de Forza Horizon 6 como el resto de asistentes al Tokyo Game Show. Desde el móvil, viendo el teaser a través de Twitter y haciendo cola para probar otro juego. Aquí los viajes de Phil Spencer a Japón son como el yeti de GTA: San Andreas. Todo el mundo ha oído hablar de ellos y nadie ha visto sus resultados. En internet, Microsoft celebra un evento y asegura apostar a lo grande por el país del sol naciente. En la realidad, su presencia en la feria se reduce a un cartel en la puerta con el eslogan ”This is an Xbox". Hasta los próximos lanzamientos de la compañía están destinados a otros stands (es el caso de Ninja Gaiden 4 en Koei Tecmo, por ejemplo). Qué cosas tienen las narrativas.

No es tanto un palo a Microsoft como una muestra de lo disociados que a veces estamos del mundo real. Ha habido muchas más en este Tokyo Game Show. Es el caso de Ananta, el juego que ha dejado los plagios de Palworld y Light of Motiram en un leve parecido en el blanco de los ojos. El título se ha vuelto viral en redes sociales por ser una copia de todo el catálogo first party de Sony. Los últimos diez años de PlayStation condensados en un solo videojuego.
Devs Said Let’s Do every game ever existed in one game pic.twitter.com/KA0Du6FRR5
— Gacha Zone (@Gacha_Zone) September 26, 2025
Mientras la gente se pregunta quién juega a estos gacha de baratillo que parecen salir de debajo de las piedras, en el Tokyo Game Show es uno de los juegos que más gente tiene alrededor de su stand. Mientras nos compadecemos a través de la pantalla del dinero que van a tener que pagar cuando los demanden, la feria entera está repleta de paneles y photo calls de Ananta, como si sus creadores imprimieran billetes. Las mochilas verdes que regalan de merchandising son las más codiciadas del evento y los asistentes se preguntan unos a otros dónde se consiguen.

Llaman la atención muchas más cosas en los pasillos del TGS. Una de ellas es la ausencia de Nintendo, también reducida al stand de Koei Tecmo con Hyrule Warriors: La era del destierro. Ni que tuvieran a Kirby o Metroid en camino. Cualquiera diría que hay un Pokémon a la vuelta de la esquina. Todo lo contrario al pomposo despliegue de Sega. Vista su escenografía pareciera que Mega Drive 2 es inminente. No creíamos posible que la gente hiciera colas de hora y media para jugar veinte minutos (¡y de pie!) a los Kiwami, pero así es la fiebre por Kiryu y por esa nueva historia de Yoshitaka Mine. Y mientras uno asiente al ver el puesto de EA Sports FC 26 vacío, como si fuera lógico y “demasiado occidental”, a su lado el de Battlefield 6 es uno de los más impresionantes y concurridos de todo el evento.
Es como ver a las azafatas en los booths de las compañías. Son un déjà vu, un viaje en el tiempo a las ferias de excesos de antes, a cuando los anuncios de televisión de Toyota Corolla tenían la voz de Bruce Willis y una chica que salía más en pantalla que el propio coche. Como decía un compañero de cobertura, es algo que a un lado del mundo “alguien decidió que ya no estaba bien” y que al otro lado les da absolutamente igual. Supongo que es una de las ventajas de viajar, ser consciente de las paredes de tu pecera.

Pero sin duda, el mayor choque con la realidad lo sintetizó estupendamente uno de los comentarios del primer diario del Tokyo Game Show. Decía así: “El otro día abrí una Hobby Consolas del 99 y comparé con la de este verano con la portada de RE9. Es cierto que siempre ha habido quejas sobre la prensa videojueguil, pero el optimismo es palpable en la antigua, no es un recuerdo inventado asociado a la nostalgia. En la de este año se destila bastante amargura. Todo son protestas contra desarrolladores, crunch, referencias nostálgicas y artículos reclamando volver al pasado".
Me es imposible no pensar que tiene algo de razón al observar de reojo a las 60.000 personas que pasean cada día por el evento. A veces se producen tales apelotonamientos de gente que uno se siente como Jon Snow en la batalla de los bastardos. Atascos en los que no puedes moverte en ninguna dirección por más que quieras y empujes. Tienes que esperar a que venga un policía con un silbato, una señal de tráfico y una porra que parpadea en rojo. No es una metáfora, sino real. Empieza a pitar y mover los brazos como un molino y la marabunta se va desenredando. El caso es que toda esa gente, la mayoría de los cuales no jugará a nada en la feria, no pierde la sonrisa jamás. Ni aunque las colas superen las dos horas y el evento dure siete. Por más que solo vayan a poder dar una vuelta y ver los stands. Hayan traído las compañías unos u otros videojuegos.
¿En qué momento perdimos esa ilusión y pasión por una industria cuya mera existencia nos hace tan felices? ¿Cuándo nos dejamos contagiar por el espíritu de Anton Ego? Algunos entendimos ‘Ratatouille’ al revés. Nos dejamos llevar por la amargura de esas disociaciones incluso al denunciarlas. A ver si al año nuevo le pedimos volver a reconectar con nuestro niño interior y con aquel optimismo noventero. This time for real, ¿verdad Diana?

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