Diario 2 del Tokyo Game Show 2025: apretando el culo
El mayor miedo de los repartecarnés del género souls y una oda a la entropía.


Esta vez no podéis quejaros de clickbait. Puede que el título sea soez, pero también certero. Hay momentos para ponerse pedantes (como en la primera crónica del Tokyo Game Show) y otros en los que toca arremangarse y bajar al barro. Citando a Stephen King, “es lo que le dijo la puta al marinero vergonzoso: Oye guapo, que no es cuestión de lo que tienes, sino de cómo lo usas”. Si me han puesto unos electroshocks en el culo, se dice y no pasa nada. Sin eufemismos ni leches. Era lo último que esperaba del día inaugural de la feria, pero si uno viene a Japón, tiene que venir dispuesto a jugar (y no solo a videojuegos).
Imagina estar jugando a la consola y recibir una descarga en el culo cada vez que te golpea un enemigo.
— David Arroyo (@DavidArroyoAS) September 26, 2025
Deja de imaginar. Así es Let it Die: Inferno en el Tokyo Game Show.
Quién me mandaría… pic.twitter.com/fXQrMJ2Y1s
El responsable de todo ha sido Let it Die: Inferno, secuela del mítico juego de Grasshopper y una de las muchas sorpresas (y alegrías) del evento. Si habéis probado el original, es muy probable que no necesitéis más explicaciones. Dentro de todas sus locuras, esta es de las normalitas. No cabría esperar otra campaña de promoción por su parte. Si no lo hicisteis, sí, os confirmo que lo que estáis viendo es real. Una jaula de cristal en plan zoológico humano, una azafata como las de antaño irremediablemente incómoda y un tío dando saltos cada vez que un enemigo le golpea en el juego y activa una descarga en sus férreos e indómitos glúteos.
El dilema que se nos planteó era sencillo. Hacer una cola kilométrica para jugar a Let it Die: Inferno o apuntarnos a la pecera, donde no abundaban los valientes y el tiempo de espera parecía sensiblemente menor. Era sencillo y aún así elegimos mal. Tras varios aplausos y sonrisas (imagino que es la reacción normal cuando encuentras una cobaya humana, un ‘Mickey 17’), tienes que firmar un consentimiento eximiendo a sus responsables de posibles percances. Las opciones van desde descubrir que tienes un esfínter suelto hasta hallar una cardiopatía y explicarle a San Pedro que te has despedido del mundo jugando a algo llamado, curiosamente, Let it Die. “Es una casualidad, le aseguro no soy tan idiota como parece. Déjeme pasar, por favor se lo pido”.

La situación no hizo más que mejorar. Me explicaron que no encontraban la hoja con los controles del juego en inglés y que tendría que apañarme con las instrucciones en japonés. “Es un souls, no puede ser tan difícil”, pensé. Un minuto y diecisiete calambrazos después, veía pasar mi vida ante mis ojos. El primer salto de la silla que veis en el vídeo es el que muestra el dolor real. Mucho, pero MUCHO más fuerte de lo esperado. Brincas contra tu voluntad. Tras unos segundos de conmoción, tu cerebro te recuerda que tienes diez cámaras apuntándote y a partir del siguiente sonríes apretando los dientes (y el culo) mientras repasas tu diccionario mental de insultos nipones. Una de esas cámaras se proyecta ante un pantallón gigante para deleite de los 60.000 asistentes diarios al evento.
No puedo contaros cómo de bueno era el juego porque yo estaba allí, pero mi alma no. Recordaba el invento aquel que te perforaba el cerebro con un clavo si morías en un videojuego. Pensaba en lo útil que sería que los pesados de los souls pasaran por una experiencia así (la de los calambres, no la del clavo, esa estaría reservada a los turras de Silksong). Quizás de ese modo se acabara el elitismo y se revalorizara la columna sobre por qué todos los juegos deberían tener modo fácil. Por los comentarios de internet, uno pensaría que existen más fans de Miyazaki que del Real Madrid, pero lo cierto es que aquí en la cola de la silla eléctrica no se veía a ninguno. Qué decepcionante es la vida real cada vez que uno sale a tocar césped.
Así es el Tokyo Game Show. Un dispensador de anécdotas y momentos tierra trágame. Puedes coger una de las bolsas promocionales de los stands por lástima, porque ves que nadie más se las acepta a las azafatas, y horas después, en plena reunión de negocios, puedes descubrir que si la gente no las pillaba era porque su diseño, ese que te ha acompañado todo el día, roza el hentai. Puedes verte rodeado de cuatro cosplayers oficiales de ‘The Seven Deadly Sins’ que te señalan un cartel de prohibido andar con el móvil mientras escribes, prohibido usar el wifi y prohibido trípodes (mientras, obviamente, vas escribiendo mientras caminas, robas todo wifi que puedes y llevas un precioso trípode colgado al hombro).
Puedes chocarte con un Agumon gigante, derribarle y que quien venga a levantarle sea Astrobot. Y por supuesto, puedes tener una reunión en uno de los hoteles de lujo adyacentes, que la compañía en cuestión se olvide de darte los detalles y tener que averiguar la habitación en base a tu olfato de detective (es decir, siguiendo a la persona que más parece ir a lo mismo que tú y rezando por no acabar en una habitación individual con un extraño que te pregunta a voces quién eres tú y qué haces en su cuarto).
En la era del minimalismo, el ahorro, la profesionalidad, el control y las sensibilidades, larga vida a la entropía del Tokyo Game Show.

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Let It Die: Inferno es un videojuego de acción roguelike multijugador a cargo de Supertrick Games y GungHo Online Entertainment para PC y PlayStation 5. ¡La Puerta del Infierno se abrió en la Tierra! En sus profundidades, donde tiempo y espacio se distorsionan, yace el 'Ojo de la Parca', tesoro que otorga el poder de dominar el mundo. Eres un raider inmortal. ¡Vence el desafío de la Parca y arrebata tu destino desde el averno!
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