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Su obra genera 160 millones de euros cada mes, pero él lo dejó atrás: “Tengo cierto arrepentimiento”

Minh Le, el programador que convirtió un mod de Half-Life en Counter-Strike, recuerda cómo cedió su creación justo antes de que se transformara en una máquina de dinero.

Minh Lee, el padre de Counter-Strike
Francisco Alberto Serrano Acosta
Apasionado de los videojuegos desde que tiene uso de razón, Francisco Alberto ha dedicado su vida a escribir y hablar de ellos. Redactor en MeriStation desde el 2000 y actual coordinador de redacción, sigue empeñado en celebrar el videojuego de ayer y de hoy en todas sus ilimitadas formas de manifestarse.
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Counter-Strike lleva un cuarto de siglo instalado en la historia del videojuego, pero lejos de apagarse, sigue siendo una de las mayores máquinas de hacer dinero de Valve. Su última encarnación, Counter-Strike 2, es un free-to-play que vive de las cajas de botín: la llave para abrir una cuesta unos 2,35 euros (2,50$) y cada mes se abren en torno a 70 millones de ellas. El resultado son más de 165 millones de euros al cambio actual que entran en la caja de la compañía cada treinta días.

En medio de esas cifras mareantes hay un nombre propio que no siempre aparece en la conversación: Minh Le. El desarrollador canadiense, conocido en la comunidad como Gooseman, fue quien convirtió un experimento casero con el motor de Half-Life en un mod competitivo que empezó a correr como la pólvora en cibercafés y redes locales a finales de los noventa. Ese mod acabaría dando lugar a uno de los shooters tácticos más influyentes de la historia… pero su creador decidió soltar las riendas antes de tiempo.

Su obra genera 160 millones de euros cada mes, pero él lo dejó atrás: “Tengo cierto arrepentimiento”
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En una reciente entrevista a EDGE, Le recuerda cómo él y su colaborador Jess Cliffe se encontraron de repente con Valve llamando a la puerta. Counter-Strike era un mod gratuito, un proyecto de pasión más que un plan de negocio, y cuando la compañía les ofreció comprar la idea y contratarles, la reacción fue casi instintiva: aceptar sin negociar demasiado. A sus ojos, cualquier cantidad era un sueño; la prioridad era conseguir estabilidad económica y, si era posible, ayudar a sus padres a pagar la hipoteca.

«Counter-Strike era un mod gratuito. Recuerdo hablar con [Jess] Cliffe (un modder que se unió al proyecto poco después del lanzamiento) y preguntarle: “¿Cómo se supone que van a ganar dinero con esto?”. Para nosotros, podrían habernos ofrecido cualquier cantidad de dinero y la habríamos aceptado. No entendíamos el valor. No negociamos. Simplemente dijimos: “Vale, es un gran acuerdo”. Sólo queríamos trabajar con Valve.»

El acuerdo implicaba ceder el control de lo que luego sería una franquicia multimillonaria. Le no ha revelado nunca la cifra exacta, pero sí admite que no fue suficiente para retirarse. Se convirtió en empleado de Valve, cumplió un sueño que compartían muchos modders de la época y, al mismo tiempo, renunció a participar en el enorme flujo de dinero que llegaría después con las sucesivas versiones del juego, el mercado de skins y la explosión del esports. Hoy, algunas de esas skins superan el millón de dólares en transacciones entre jugadores, cerca de 860.000 euros al cambio.

Su obra genera 160 millones de euros cada mes, pero él lo dejó atrás: “Tengo cierto arrepentimiento”

Minh Le dejó Valve en 2006. Desde entonces ha pasado por proyectos tan conocidos como Rust o Black Desert Online y ahora trabaja en su propio shooter táctico, Alpha Response, dentro del estudio Ultimo Ratio Games. Es decir, sigue en el lugar natural de alguien que ayudó a definir el ritmo, la precisión y la lectura del mapa que asociamos a los FPS competitivos modernos.

Le reconoce que tiene “ciertos remordimientos” cuando compara su situación con la de antiguos compañeros de Valve que hoy están muy acomodados gracias, entre otras cosas, al éxito de productos como Counter-Strike 2. No lo expresa como un lamento, pero sí como la constación de que él y Cliffe no entendieron el valor real de lo que tenían entre manos en aquel año 2000.

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