¿A qué juego hoy?
Shinobi III, uno de los mejores videojuegos de los 16 Bits
Un clásico de acción de los noventa que todo el mundo tiene que jugar una vez en la vida.
Uno de los anuncios más sorprendentes y mejor recibidos por los seguidores del mundillo en los pasados The Game Awards celebrados en diciembre de 2023 fue la vuelta de grandes sagas clásicas de Sega, con nuevos títulos que a priori lucen una pinta espectacular. Crazy taxi, Jet Set Radio, Golden Axe, Streets of Rage y Shinobi, nombres legendarios en esta industria, volverán con más fuerza que nunca. Este último luce realmente increíble en las primeras imágenes y vídeos mostrados, aunque desgraciadamente intuimos que la espera se va a hacer larga, ya que parece que habrá que esperar al menos hasta 2025 para disfrutarlo. Para amenizar dicha espera, hoy os recomendamos una de las mejores entregas de esta mítica saga de ninjas, el colosal Shinobi III: Return of the Ninja Master, conocido como The Super Shinobi II en tierras niponas.
Continuación directa del también soberbio Revenge of Shinobi de 1989, Shinobi 3 era un título cuyo lanzamiento estaba planeado para 1992, aunque en Sega no estaban nada contentos con los resultados que mostraba la versión que se iba a lanzar dicho año. El hecho de haber enviado copias de prensa con dicha versión, y de haberla mostrado en varias ocasiones, no fue óbice para que en última instancia Sega la desechara y rehiciera el título para que este alcanzara los altos estándares de calidad que se esperaba de la saga. Afortunados nosotros, porque lo que recibimos un año después, fué uno de los mejores videojuegos que pudimos disfrutar en la Mega Drive, uno de los grandes exclusivos de la máquina y una de las mejores bazas de la misma en la encarnizada batalla que esta disputaba con la Super Nintendo por el trono de los 16 bits.
Aunque a priori parecía que estábamos ante un título continuista con respecto a Revenge of Shinobi, manteniendo el desarrollo de juego de acción bidimensional de avance lateral con un personaje que dispara estrellas ninja y puede realizar poderosos saltos para hacer frente a una oleada de letales enemigos, pronto quedaba constancia de que Sega había tirado la casa por la ventana, y que no estábamos ni medio preparados para la excelsa aventura que teníamos por delante. Solo quedaba agarrar con fuerza el esbelto pad de Mega Drive y prepararnos para uno de los títulos de nuestras vidas.
La primera en la frente. El descomunal tamaño y detalle del sprite del protagonista, el ninja Joe Musashi, quitaba literalmente el hipo. Aún no habíamos pulsado un botón, y aquel descomunal videojuego ya nos había conquistado con sus gráficos. Dicha sensación derivaba en amor verdadero al comprobar la calidad de la animación del personaje, y la enorme agilidad que había ganado frente a títulos anteriores de la saga. No se trataba solo de la infinidad de cuadros con que contaba cada animación o de lo suaves que eran, se trataba de las enormes posibilidades añadidas al movimiento del personaje. Pulsando dos veces una dirección, Musashi corría raudo y veloz a la acción, y pulsando el botón de ataque durante dicha carrera en el momento preciso ejecutaba un tajo que además funcionaba como parry absorbiendo ataques enemigos. También se había dotado al ninja de una patada voladora, haciendo que la acción resultara más desenfrenada y fluida que nunca en la saga. Para rematar, la posibilidad de rebotar contra muros durante un salto, permitía llegar a lugares a priori inaccesibles, habilidad que se sumaba al doble salto tradicional de la serie.
Con aquellas nuevas herramientas, junto con las habilidades mágicas del ninjitsu en sus 4 variantes, avanzar por el bosque de la fase inicial era un auténtico placer, masacrando hordas de enemigos, hasta entrar en unas preciosas cavernas donde había que hacer frente a unos enormes samurais asesinos. Toda una gozada jugable y un enorme despliegue técnico, ya desde la mismísima primera fase.
Pero Sega estaba descarnadamente decidida a volarnos la sesera, y tras la transición a la segunda fase, con la pantalla aún en negro, el sonido del poderoso galope de un bravo corcel anunciaba que aún no habíamos visto nada. Efectivamente, el espectáculo de ver a Joe Musashi sobre la grupa de aquel poderoso jamelgo mostrado a continuación es una de las imágenes de la generación. Para elevar dicho espectáculo a la enésima potencia, ninjas enemigos descendían de cometas desde el fondo de la pantalla, con aquella colosal demostración de scroll parallax que daba la sensación de contar con infinitos planos de scroll dotando de una enorme profundidad a la escena. Para elevar la misma a la categoría de magia pura, la soberbia, deliciosa y épica hasta el extremo banda sonora lograba lo impensable: hacernos olvidar que no estaba compuesta por el legendario maestro Yuzo Koshiro, quien sí había realizado la de Revenge of Shinobi. Hirofumi Murasaki, Morihiko Akiyama y Masayuki Nagao nos dejaban una de las mejores bandas sonoras de la generación de los 16 bits.
Todavía sin recuperar el aliento tras semejante despliegue, esta segunda fase cambiaba de tercio para enfrentarnos a una sección en ascensor, todo un clásico de los juegos de acción de la época. En la tercera fase visitábamos un sórdido laboratorio de tecnología punta donde se realizaban dantescos experimentos, en un nivel de soberbia y malsana ambientación. Este daba pie a una sección donde el suelo dificultaba el avance, y desde el fondo un horrendo esperpento trataba de aniquilarnos fijando sobre el protagonista un punto de mira del que había que zafarse, para en última instancia hacer frente a la vil criatura que hacía las veces de icónico jefe final. Variadas, espectaculares, viscerales y todo un portento técnico, aquellas tres primeras fases eran una demostración inapelable de la mejor Sega de la época. Estábamos en éxtasis, pero todavía faltaba alcanzar el Nirvana.
Porque, de manera inapelable, el cuarto nivel de Shinobi 3 fue uno de los puntos álgidos de las infancias y adolescencias de millones de jugadores. Frente a un fondo marino, se recorta la figura de Joe Musashi montando una tabla de surf a reacción, cabalgando con furia las olas mientras hordas de ninjas en ingenios voladores a propulsión se abalanzan sobre él. Y entonces suenan las primeras notas de Whirlwind, una de las mejores composiciones de la historia de los 16 bits, una melodía que se nos quedó grabada en la cabeza y nos ha acompañado el resto de nuestras vidas, redondeando una escena épica a rabiar. Efectivamente, aquel era el material con que se fabrican los sueños, y solo quedaba rezar a los chips de aquella bestia negra que era la Mega Drive para no despertar nunca de semejante fantasía.
Un viaje memorable, y todavía quedaban por delante 3 fases más, llenas de momentos espectaculares e increíbles. Todo un clásico que figura entre lo más granado de su época, al que poco o nada se le puede achacar. Cierto es que los jugadores más habilidosos le criticaron en su momento que era un juego mucho más asequible que anteriores entregas de la saga, bajando bastante el listón de dificultad con respecto a Revenge of Shinobi. Esto era cierto, pero incluía la posibilidad de elegir entre varios niveles de dificultad, y la opción de configurar el número de vidas inicial y la cantidad de estrellas shuriken con que se comenzaba la partida y al morir. En cualquier caso, para los estándares modernos de dificultad, mucho más bajos que los de entonces, Shinobi III ofrece un desafío de altura que alejado de excesos resulta de lo más satisfactorio. Un juegazo por el que no pasa el tiempo, de lo mejor de su generación y muy por encima de títulos similares facturados hoy en día que buscan emular dichos tiempos.
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