Pixel a Pixel: Crónicas del Videojuego Español, un documental necesario para entender nuestra historia
De los creadores “No nos gusta el Capitán Morcilla” llega un documental valiosísimo sobre parte menos documentada del videojuego español.

Es de celebrar la existencia de Pixel a Pixel: Crónicas del Videojuego Español. Hasta ahora, teníamos una amplia cobertura visual de los 80 del siglo pasado, la denominada Edad de Oro del Software español, pero los ecos se apagaban una vez entrábamos en la tumultuosa década de los 90. El director del documental, Ángel Tirado, cacereño de nacimiento y sevillano de adopción, fue parte activa de aquella revolución de 8 bits, y así transmitió su conocimiento en su anterior trabajo ‘No nos gusta el Capitán Morcilla’.
Aquella crónica sobre el desarrollo de Capitán Sevilla, videojuego de 1988 distribuido por Dinamic, encajaba en la norma no escrita que reivindica, continuamente y por defecto, aquella época mágica. Ahora, con Pixel a Pixel, las fronteras de la historia del videojuego español se expanden hasta abarcarlo todo, desde aquella primera recreación de Pong sobre un osciloscopio a finales de los 80, hasta la revolución indie actual.
or La valiosa reivindicación de los precursores a la Edad de Oro
Se ha establecido en el imaginario colectivo que La Pulga fue el primer videojuego español. Los premios de videojuegos más importantes en España así lo atestiguan al homenajear con su estatuilla al juego extremeño. Pero como en toda historia (la de los videojuegos, la del cine, la de la música popular…), los orígenes suelen estar antes y se mueven entre líneas difusas.
Así, está bien que se reivindique en ‘Pixel a Pixel’ el trabajo previo en universidades y centros de investigación. En 1977, en la Escuela Técnica Superior de Telecomunicaciones de la Politécnica de Madrid, los becarios Juan Santos y Rafael Martínez, guiados por el catedrático Elías Muñoz, programando en el microprocesador Model 8080 un clon de Pong en la pantalla de un osciloscopio.
Es también de agradecer el espacio dedicado a aquellos arcades que acercaron los videojuegos españoles por primera vez al gran público. De la mano de Cidelsa, Destroyer, de Fernando Yago, inaugura los 80. Le seguirán otros como El fin del tiempo, Draco, Altair, etc. ¿En medio? El Paracaidista, desarrollado en 1979 para Electrogame por Javier Valero, Josep Quingles y Pere Quetglas. Aquel fue un proyecto en blanco y negro que no vio la luz por culpa de los colores que trajo Galaxian desde Japón. Pero ya volveremos más adelante sobre esta espina clavada.
Cuéntame cómo te ha ido… una vez más: De vuelta a la Edad de Oro
Viene ahora lo más conocido por todo aficionado al retro. Aquellos primeros jóvenes usuarios de los novedosos microordenadores que empiezan a llegar a España, se dan cuenta de que, además de jugar, pueden crear sus propios juegos.
Ventamatic, importadora del ZX Spectrum, dará salida a esas primeras creaciones. En 1983, José Luis Domínguez funda Indescomp, empresa que reunirá a algunos de los mejores talentos de la época. El anuncio en prensa “Ellos son famosos en el mundo de los videojuegos”, La Pulga triunfando en Inglaterra, Dinamic surgiendo desde la periferia de Madrid para ocupar con su excelsa y cuidada producción los rascacielos de la capital, Topo Soft, Made in Spain, la leyenda de La Abadía del Crimen, Paco Pastor encontrando la fórmula del éxito con Erbe, la piratería y el terremoto que supuso la rebaja de precio de los juegos a 875 pesetas… Todo está aquí en la voz de sus protagonistas.
La crisis de los 16 bits y el erial de los 90
Empieza lo interesante por novedoso. Nos adentramos en tierras menos exploradas en documentales oficiales. La caída de los microordenadores de 8 bitas y el reinado de los 16 bits, que vino unido a la exclusividad que exhibían ciertas marcas como Nintendo, acaban con aquel paraíso en poco tiempo. Se mira hacia el PC, y allí encuentra nueva vida Dinamic con PC Futbol. Su innovadora vía de venta en los quioscos y la progresiva calidad del producto en sus primeras entregas ata a la mítica compañía al césped durante demasiado tiempo.

Por otro lado, tenemos Pyro Studios y al inevitable Gonzo con Commandos, éxito internacional que creó escuela dentro y fuera de nuestras fronteras. También aparecen Gaelco innovando en las recreativas a base de potente y versátil hardware propio, las maravillosas aventuras gráficas de Péndulo Studios y el avanzado a su tiempo Blade: The Edge of Darkness, cuyo complejo desarrollo, iniciado a finales de 1996, no llegó a su fin hasta 2001.
Siglo XXI, el indie y una nueva Edad de Oro
La llegada de internet abrió de nuevo las puertas a los desarrollos pequeños. En consolas, con Xbox a la cabeza, seguida pronto por Sony y Nintendo, los juegos españoles empezaron a aterrizar vía descarga a las respectivas tiendas digitales, dejando atrás la forzosa hibernación. La carrera armamentística en el campo de los gráficos y los juegos AAA permitirá colarse multitud de obras con mucho menos presupuesto pero, también, menor tiempo de desarrollo.
Tequila Works ya está allí, en los tiempos de 360, con Deadlight, pero pronto le seguirán todo un ejército de jóvenes desarrolladores y empresas. Así, vemos pasar por la pantalla pequeños grandes juegos que ponen, poco a poco, a España de nuevo en el mapa, hasta llegar a Gris o Blasphemous. Escuelas, festivales, asociaciones de desarrolladores, el libro blanco… Por supuesto, hay tiempo para que nos cuenten la hazaña de MercurySteam y su triple A, Castlevania: Lords of Shadows.

Conclusiones: Un orgullo no exento de amargor
“Somos supervivientes, nos hemos forjado en situaciones difíciles”. Esta frase de Tatiana, de Out of the Blue Games, refleja una sensación no pretendida por el documental. Porque han caído muchos estudios a lo largo de este largo camino, claro, pero nadie podía imaginar que, en el tiempo en el que el documental se movía por ferias y festivales antes de llegar al gran público vía Canal Sur o RTVE (donde lo tenéis disponible a través de su app), algunos de los entrevistados no tendrían hoy trabajo.
Y es que, a la España de 2025, al son de lo que está pasando en la industria de los videojuegos a nivel mundial, han llegado también la quiebra y los despidos. Hemos visto estupefactos la caída de Novarama, Tequila Works y Péndulo Studios. Se muestra así la realidad y fragilidad de una industria, la de aquí, que nunca fue. Los que se mantienen en pie siguen dando lo mejor de sí en un poderío artístico que, de solo pensarlo, ya parece un milagro la mera existencia por su complejidad. Como dice Oscar G. Pamela (Serious Games Lab) en un momento del documental: “¡Viva el riesgo!”.
DLC: Créditos finales que cierran el círculo
Los créditos finales con los entrevistados en Pixel a Pixel son apabullantes. A los Paco & Paco, los hermanos Ruiz, Gonzo, Mauri y demás desarrolladores, se les unen otros nombres propios como los de Pedja y Spidey (que ejercen como asesores especializados), Santi Bustamante (Fallo de Sistema, Museo OXO), Laura González (Indie Dev Day), Rafael Corrales (AVIC), Flavio Escribano (fundador de ARSGMES), Eduardo Álvarez (Arcade Planet), Jaume Steve (Ocho Quilates), Óscar Najera (Recreativas.org) y un largo etc.

Y mientras se despliegan todos en pantalla junto al equipo técnico, se nos muestra una última perla. Este Easter Egg se da en lo que parece un taller de recreativas. Allí, Javier Valero, Josep Quingles y Pere Quetglas, ven con emoción implementando sobre una pantalla arcade su inédito juego El Paracaidista.
“Lo inventamos todo sobre la marcha partiendo de cero”, comentaban durante el documental. Estamos en 1978, y escriben código máquina a mano con papel y lápiz que después teclean utilizando hardware creado por ellos mismos. En blanco y negro, de tamaño 8x8, trabajan durante un año hasta que tener un prototipo. Se lo presentan a Electrogames Videogames, que les da el visto bueno para comercializarlo para Recreativos Laguna.
Cuando todavía estaban desarrollando el hardware, preguntan a la empresa si no sería mejor hacerlo en color, a lo que les responden que no, que eso encarecería mucho el precio final. Les piden 25 placas mientras el trabajo sigue adelante. A los dos o tres meses se estrena Galaxian, de Namco (1979), un tsunami en forma de un colorido matamarcianos de enorme calidad. Electrogames ve que están anticuados con El Paracaidista y anula el pedido. “Y ahí se quedaron las 25 placas”, comentan los autores. “Tras la nula visión comercial de la empresa, en dos días todo se fue al agua y solo quedaron cosas en color”. ¿Recordáis?, “somos supervivientes”.

El documental termina con las risas de estos veteranos jugando a su creación maldita, con la mirada iluminada por esta espina clavada que ya, por fin, ha dejado de serlo. Fundido a negro con la certeza de que no se trata de un Game Over. Que en este país, para nuestra suerte, hay un montón de talento haciendo milagros en un eterno Continue.
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