Nuestros mayores deseos con el esperadísimo The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom está a la vuelta de la esquina. Su salida, prevista para el próximo 12 de mayo en exclusiva para Nintendo Switch, lo convierte en uno de los juegos más deseados del año y de todo el catálogo de la consola. Habrán pasado más de seis años desde el estreno de la plataforma y de Breath of the Wild, un juego único y diferencial por cómo rompió las convenciones de la saga de Nintendo y reinventó los mundos abiertos.

Por este motivo, Nintendo nos ha preguntado cuáles han sido nuestros momentos más memorables con Breath of the Wild y también qué es lo que más esperamos de la nueva entrega de la serie. Así que cuatro redactores y colaboradores de MeriStation vuelven a abrir su partida con decenas de horas a sus espaldas para rememorar lo que ha supuesto esta revolución en la saga Zelda y aquello que desean con más ganas. Ya queda poco para su llegada.

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Alejandro Castillo, redactor

Recuerdo como si fuese ayer uno de los momentos que despertaron en mí la sensación de estar ante un juego irrepetible. Al poco de comenzar el juego divisé en el horizonte dos montañas separadas por escasos metros de río. Eran los Picos Gemelos, un enclave en el que se encontraban los Santuarios de Niohr y Shibben. Para trepar hasta la cima invertí un par de días de juego para reunir pertrechos que me ayudaran en tamaña empresa. Los famosos pinchitos de setas, que te regeneraban la resistencia al momento al consumirlos. Cuando me sentí preparado trepé milimétricamente para conseguir pequeños apoyos que me ayudaran a recuperarme del esfuerzo. Entre el cálculo del terreno y la comida, estuve cerca de una hora en la vida real empeñado en cumplir con mi objetivo. Y lo logré.

Esta es una anécdota de los cientos de recuerdos que me vienen a la mente en mis más de cien horas de partida. Porque The Legend of Zelda: Breath of the Wild de alguna manera es una fábrica de momentos únicos. Convierte cada palmo de terreno en una aventura: siempre va un paso más allá al convertir el escenario que te rodea en un constante rompecabezas. De The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom espero precisamente eso, que el mundo abierto siga siendo igual de impredecible. Me resulta atractivo que ahora mirar hacia arriba cobre sentido. Esa parte de Hyrule suspendida en el aire, unido a los nuevos artilugios que se han podido conocer en el material promocional, tiene potencial para seguir sorprendiéndonos.

Azucena Ruiz, colaboradora

Si hay un juego capaz de venderme una consola, ese es The Legend of Zelda Breath of the Wild, las más de 195 horas que he pasado en el juego atestiguan que es un basto mundo donde perderse, aunque he de reconocer que gran parte de ese tiempo lo he pasado persiguiendo animalitos o reuniendo semillas Kolog. Es un título capaz de sorprender tanto con su humor, como el momento en el que has de vestirte con ropas femeninas para colarte en Gerudo, como por su habilidad de conmovernos con los relatos de los elegidos, cómo Revali acepta que Link tuvo éxito donde él fracasó o cuando Mipha le da sus poderes a Link. Aunque, lo que me voló la cabeza, fue el descubrir que no hay una sola manera de resolver los puzles, de hecho, fue mirando cómo jugaba mi pareja, cuando me di cuenta de todas las posibilidades que ofrece el juego, y eso fue revelador para mí, ese momento en el que se enfrenta a un grupo de enemigos, de forma completamente distinta a como lo había hecho yo, me fascinó y me hizo apreciar muchísimo más el trabajo detrás del juego.

De la nueva entrega The legend of Zelda: Tears of the Kingdom espero grandes cosas, paisajes espectaculares en los que perderme durante horas, acción, nuevos desafíos, vehículos increíbles, pero, sobre todo, ver como se desarrolla la relación entre los principales protagonistas y qué nos depara la historia que van a vivir. ¡Oh! Y también espero algo que fue asignatura pendiente en la primera entrega: poder acariciar a los perritos... por favor Nintendo, hazlo posible.

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Borja Ruete, redactor

The Legend of Zelda: Breath of the Wild es uno de esos juegos especiales, de los que desprenden un aroma mágico que se deja entrever desde antes incluso de tomar los mandos. La saga se ha construido sobre unos ejes mecánicos muy definidos, que han perdurado a lo largo de los años. Sin perder la esencia, la entrega de Nintendo Switch explora el mundo abierto de forma fascinante, novedosa y fresca. Ahora que lo estoy jugando —45 horas y subiendo—, lo que más me gusta es la impredecibilidad del viaje. Siempre hay sorpresas, algo que llama la atención y que te invita a desviarte del camino para descubrir sus secretos.

De The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom espero una evolución de la fórmula. Link recorrerá Hyrule por tierra y mar, pero también podrá explorar los islotes del cielo, lo que aportará una nueva dimensión a la exploración. Además, tengo curiosidad por ver cómo cambiarán los puzles, las habilidades y las mazmorras. Me quedan muchas horas en Breath of the Wild, pero ya estoy deseando acompañar a Link en este nuevo periplo. Ojalá tener una Ocarina del Tiempo para sacar más tiempo.

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José María Villalobos, colaborador

Uno de los momentos más maravillosos que guardo como jugador fue mi salida a la pradera de Hyrule en Ocarina of Time. Después de horas disfrutando del poblado Kokiri y de la mazmorra en el árbol Deku, ya me daba por satisfecho en aquel primer Zelda 3D. Pero ver esa enorme explanada ante mí, con el castillo al fondo y la humeante Montaña de la Muerte a lo lejos, hizo que me invadiera un enorme sentimiento de plenitud y felicidad. Muchos años después volví a sentir lo mismo, en esta ocasión con Breath of the Wild. Curiosamente, ese nuevo juego de Zelda no escondía sus cartas como Ocarina, o A Link to the Past, para soltarte el órdago de su mundo una vez hubieras adquirido las habilidades necesarias. No, Breath of the Wild te mostraba, desde su mismo comienzo, el inabarcable territorio que te esperaba más allá de la limitada primera zona en la que tenías que ganarte la paravela. Recuerdo abrir el mapa y alucinar con lo enorme que era… hasta que me di cuenta de que había un zoom out que multiplicaba hasta lo impensable lo que estaba viendo. Cuando por fin puse el pie sobre terreno desconocido, supe que la tan cacareada libertad que exhibía el juego me iba a llevar, cual viajero cartógrafo, de norte a sur, de este a oeste, y que ya me encontraría a mí la historia del juego mientras yo labraba, paso a paso, la mía.

Volar sobre Hyrule es algo con lo que he soñado desde que el Modo 7 me permitió, a principios de los 90, recorrer el mapa de A Link to the Past a ojo de pájaro. Por eso me supo a poco, ya en pleno siglo XXI, que una limitada tecnología cortara en fundidos a blanco los cielos que surcaba a lomos de mi pelícaro rojo en Twilight Princess. Parece que todo en Tears of the Kingdom se encamina hacia aquel viejo anhelo. ¿Qué espero del nuevo juego de Zelda? Que esas lágrimas que adornan el título sean las mías por encontrarme ante un sueño, por fin, cumplido.

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The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom ya se puede reservar para estar preparado de cara al enorme viaje que va a empezar el próximo 12 de mayo. Descubre en el enlace las bonificaciones de reserva en distintas tiendas en las que el título estará disponible el día de su salida.