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Los más jóvenes no lo vivieron, pero el mejor juego de fútbol de los 90 tenía chapas de botella y un garbanzo como balón
El juego evolucionó con el paso de los años y un español conquistó el Mundial de Chapas de Brasil en 2022.
Hay tradiciones que no siempre se heredan entre una generación y otra. El avance de la tecnología ha dado lugar a que los más pequeños estén completamente familiarizados con dispositivos electrónicos como consolas de juegos, móviles, tabletas y ordenadores, además de disfrutar del contenido bajo demanda que ofrecen las plataformas de streaming. Todo eso ha ocasionado que hoy día no sea demasiado frecuente ver a niños jugando con una peonza, a las canicas o a las chapas, la versión original del actualmente denominado fútbol de mesa.
Entre los años 80 y 90, muchos niños —y no tan niños— jugaban al fútbol en la plaza. Algunos, cuando no lo hacían, disputaban partidos de chapas. Se pintaban las líneas de un campo de fútbol en el suelo, con una tiza si se jugaba sobre cemento o con un palo si la superficie era de tierra. Se cortaba por la mitad una caja de zapatos para crear dos porterías al colocarlas boca abajo y se empleaba un garbanzo como balón, ya que no era necesario que la pelota rodase excesivamente por el terreno de juego.
Los jugadores eran chapas de botella y era muy habitual ir a los bares del barrio a preguntar al camarero si tenían chapas para evitar que fuesen a parar al cubo de basura. Dentro de cada chapa se pegaba un círculo de papel con el nombre del jugador o la equipación del equipo elegido, ya que mucha gente trataba de recrear los clubes reales de LaLiga. Por último, para que el portero fuese una figura distinguida se hacía uso de un tapón de botella de refresco.
No todo el mundo jugaba con las mismas reglas, aunque en líneas generales se daba por sentado que cada jugador tenía hasta tres toques en cada turno y solo se podía jugar hacia adelante. Para golpear el balón se colocaba la chapa más cercana a un par de centímetros del mismo, se formaba un arco con los dedos índice y pulgar para que la chapa no pasase traer golpear la pelota al impulsar la chapa con la otra mano. Así eran las chapas, algo que para muchos era puro fútbol.
De jugar en la calle al sofisticado fútbol de mesa
Jugar a las chapas es algo que evolucionó con el paso de los años, pues el campo pintado en el suelo se cambió por una alfombra que simulaba el césped real, mientras que las porterías recreadas en miniatura sustituyeron a las que cada uno creaba con cajas de cartón y, por supuesto, los garbanzos fueron relevados por pelotas diminutas idénticas a los balones de la época.
Además, los más entusiastas empujaron aún más los límites gracias a su fijación por los pequeños detalles. Por ejemplo, había quien pintaba los balones para crear su propia versión de los oficiales de competiciones como la UEFA Champions League, LaLiga o el Mundial de Fútbol, entre otras. También aparecieron comercios que se dedicaban a vender chapas personalizadas con herramientas profesionales, por lo que eso de recortar círculos y pintar los colores de los equipos se fue perdiendo.
Por cierto, ¿sabías que las chapas se popularizaron tanto que a día de hoy hay competiciones oficiales? Sin ir más lejos, el primer campeón del mundo de chapas es el español Adrià Garriga, quien se hizo con el título en el Mundial de Chapas que se celebró en Brasil en 2022.
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