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‘El caso Sloane’, un eléctrico thriller que pone contra las cuerdas al lobby armamentístico
El filme dirigido por John Madden está protagonizado por Jessica Chastain, que encarna a una feroz lobista.
Elizabeth Sloane vive por y para el trabajo. Su carrera profesional tiene prioridad sobre cualquier otro aspecto de su existencia, incluida su vida amorosa y sus relaciones de amistad. Exitosa y resolutiva, el personaje interpretado por Jessica Chastain hace lo que sea necesario para triunfar, sin pensar demasiado en el daño que pueda ocasionar a terceras personas. Ejerce de lobbista hasta las últimas consecuencias, fríamente, anticipándose a todos los demás. El caso Sloane, dirigida por John Madden, logra crear tensión y mantener al espectador sentado en el sillón durante todo el largometraje, que dura 2 horas y 12 minutos.
Este thriller plantea un choque entre dos lobbies antagónicos en los Estados Unidos. Mientras Sloane trabaja para la firma Cole Kravitz & Waterman, sus jefes le piden reunirse con Bill Stanford, representante de los fabricantes de armas. Su deseo es contratarla para oponerse a la aprobación de la ley Heaton-Harris, que permitirá a las autoridades ampliar los controles a la hora de adquirir armas. La lobbista se mofa de Stanford y abandona la firma junto a casi todo su equipo para unirse a Peterson Wyatt, un lobby a favor de la restricción de la compra de armas.
El inicio de la película es in media res e intercala escenas de distintos momentos del caso. Al principio, vemos a la lobbista sentada en el banquillo de los acusados ante el senador Ronald Sperling. La han imputado por violar presuntamente los códigos éticos del Senado cuando desempañaba su labor como lobbista. Por supuesto, esta acusación responde a un movimiento por parte del lobby contrario.
El filme plantea varias reflexiones interesantes que se colocan directamente frente al espejo de la realidad contemporánea: el grave problema y las nocivas consecuencias del workaholismo, la gran influencia de los lobbies en la sociedad (en este caso norteamericana), los límites que se deben o no sobrepasar y la propia metodología de Sloane: “El fin justifica los medios”, filosofía que le granjea sus triunfos, pero que también genera un inmenso dolor y no pocos odios contra su persona.
Bajo la confrontación de los lobbies se esconde una red de intereses feroz, tanto de tipo económico como político. En el caso Sloane, los engranajes del juego de tronos se exponen a reloj abierto, sin ningún reparo. Valiéndose de una serie de técnicas mediáticas y de presión, ambos bandos intentan convencer a los senadores dudosos para que voten a favor de sus designios.