Agujero Negro, el cómic capaz de transmitir enfermedades
Nuestra recomendación del día es la obra magna de Charles Burns, una novela gráfica que creó escuela y que resulta aterradora y repulsivamente fascinante.
Cuando uno quiere asomar la cabeza en el mundo de la novela gráfica, lo habitual es sentirse abrumado y perdido. ¿Por dónde empezar? Los tops y las recomendaciones están a la orden del día y parecen el único salvavidas al que aferrarse. Lo sabemos por la sencilla razón de que a nosotros también nos pasó. Y una de las pocas cosas que sacamos en claro tras consultar decenas de referencias es que no hay lista que se precie que no cuente Agujero Negro entre sus sugerencias.
Este inolvidable cómic de los noventa que nos regalara el bueno de Charles Burns es perfecto para perder la virginidad en el medio. Al fin y al cabo va de eso mismo, de adolescentes revueltos por las hormonas y de primeras veces. Pero si los protagonistas de la historia se transmiten una enfermedad que los transforma en monstruos al mantener relaciones, Agujero Negro también nos contagia a nosotros cierta afección. Nos referimos a la adicción a las novelas gráficas, de las que caeremos irremediablemente enamorados. Una adicción tan sana como dura para nuestro bolsillo.
Ambientado en la Seattle de medidados de los 70, la trama de Agujero Negro gira en torno a la llamada “plaga de los quinceañeros”. Como adelantábamos antes, esta impredecible epidemia se contagiaba manteniendo relaciones y era imposible saber cómo te iba a afectar. Con suerte quedaba en un simple sarpullido, pero a veces te salía una segunda boca en medio del pecho, te crecía una cola acabada punta de flecha o directamente te derretía la piel y transformaba en algo grotesco y aterrador. Sin embargo, ¿cómo no jugársela por ese amor adolescente que nos hace perder la cabeza?
En Agujero Negro, Burns juega mucho con esto, con el amor y la adolescencia como enfermedades que todos hemos padecido. Aunque las deformaciones de sus personajes son visibles, no dejan de ser una metáfora de las cicatrices internas que cualquiera de nosotros tiene tras haber pasado por esas edades y estados emocionales. Acompañado de los negros más intensos de los que hayáis sido testigos y de secuencias en las que ponemos en duda si las páginas nos han transmitido algún tipo de sustancia por la piel que nos está pegando un viaje y haciendo alucinar, Agujero Negro se convierte en una de esos cómics que nadie que haya leído es capaz de olvidar. Un destino de peregrinación obligatorio en el género que hoy además pasa a ser nuestra recomendación del día.