Entrevista

Mikel Santiago, autor de ‘La chica del lago’: “Todo podemos sentirnos alienados con nuestro trabajo”

El escritor publica un ‘thriller’ en el que el lector viaja por distintos escenarios tras los pasos de la protagonista, que se enfrenta a un secreto oculto durante años.

Mikel Santiago, autor de ‘La chica del lago’: “Todo podemos sentirnos alienados con nuestro trabajo”
Carlos Alvarez
Marta Rodríguez Peleteiro
Su trayectoria en Prisa comenzó en AS, en 2006, en la sección de Cierre. Posteriormente asumió la coordinación de la revista AS Color y la redacción de los blogs Match Point y Erratas de Campo. En 2017 pasó a formar parte de PrisaNoticias, en el control de producción de El País y AS, y volvió a AS a finales de 2022, como redactora de Tikitakas.
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Quintana Torres es una escritora de éxito. Los medios la apodan “la nueva reina del thriller”. Durante una firma de ejemplares en Bilbao, se acerca a ella un antiguo compañero del instituto y le entrega un misterioso sobre negro. Dentro hay una fotografía del diario de Alba, la adolescente muerta en extrañas circunstancias cuya historia inspiró la novela más conocida de Quintana: La chica del lago. Este hallazgo llevará a la escritora a cancelar su gira promocional y regresar a la vieja casa de su padre en Urkizu, el pequeño pueblo de interior del País Vasco donde ocurrió todo. Fue allí donde, durante la noche de san Juan de 1999, Alba desapareció para siempre y, con ella, ese enigmático diario que siempre llevaba consigo.

Solo con leer esta sinopsis, apetece ya meterse de lleno en La chica del lago, el nuevo thriller de Mikel Santiago, en el que el lector viajará por distintos escenarios —Bilbao, Madrid y Urkizu—, tras los pasos de una protagonista que se enfrenta a un secreto oculto durante años. Charlamos con él.

¿Cómo surgió la idea de La chica del lago? ¿Qué fue ese primer destello que le hizo pensar: “tengo que contar esta historia”?

El primer “chispazo”, como me gusta llamarlo, fue una historia ambientada en 1999: una noche de botellón y fiesta en una isla, y una chica que muere ahogada, aparentemente por un accidente, aunque en el trasfondo hay dinámicas propias de la adolescencia, como el bullying. Ese fue el punto de partida.

A partir de ahí fueron apareciendo otros elementos: la idea de crear un escenario ficticio, un pantano situado en el interior de Álava, en el País Vasco, construido a partir de referencias reales que he visitado mucho para recrear la atmósfera.

Faltaba decidir la mecánica narrativa, la tercera pata del banco. Ahí surgió la idea de contar la historia en dos tiempos: el presente, situado en 2025, y el pasado, narrado a través de los recuerdos de una de las chicas que estuvo allí aquella noche. Esa mujer es ahora una escritora de misterio muy reconocida, Quintana Torres, la protagonista de la novela, que regresa al pueblo para reconstruir lo ocurrido en 1999 mediante entrevistas y encuentros con quienes siguen viviendo allí. Con esos tres ingredientes ya tenía material suficiente para empezar a desarrollar la trama.

Mikel Santiago, autor de ‘La chica del lago’: “Todo podemos sentirnos alienados con nuestro trabajo”
Cristina Arias

¿Por qué decidió que la protagonista fuese una escritora de éxito? ¿Qué quería explorar desde esa perspectiva?

Me apetecía mucho que fuera una detective amateur, no una investigadora profesional ni policial, sino alguien con tiempo, curiosidad y una implicación personal muy fuerte con los hechos. Además, necesitaba que fuese miembro de aquella cuadrilla, que tuviera una conexión íntima con todos los personajes.

También quería reflexionar sobre el paso del tiempo y sobre cómo se viven las heridas de la adolescencia desde la madurez. En el caso de Quintana, el hecho de que sea escritora me permitía volcar experiencias propias y mostrar al lector cómo es la vida de un escritor en gira en 2025.

Por otro lado, tenía curiosidad por trabajar con un personaje femenino, por variar, y porque de manera intuitiva me resultaba más estimulante contar esta historia desde esa mirada.

La novela alterna constantemente el presente y el pasado. ¿Cómo planificó ese doble hilo narrativo?

Lo primero que hice fue construir de forma muy clara toda la historia del pasado. Escribí resúmenes muy detallados de lo que ocurrió en 1999. Aunque la narración se sitúa en 2025, el reto estaba en ir introduciendo el pasado poco a poco, sin recurrir siempre al flashback clásico.

Para ello utilicé muchos recursos narrativos: recuerdos, conversaciones, entrevistas, recortes de periódico, lecturas, grabaciones… La idea era que el pasado fuera llegando por distintos canales y que el lector fuese reconstruyendo la historia de manera progresiva. Técnicamente ha sido un desafío importante, pero también muy estimulante, porque exigía fluidez y ritmo sin romper la lectura.

Al tener como protagonista a una escritora, ¿aprovecha para hacer cierta crítica al mundo literario?

Más que una crítica al sector literario, diría que es una reflexión sobre un estado vital bastante universal. Todos, en algún momento, podemos sentirnos alienados con nuestro trabajo, incluso con aquel que un día nos apasionó. Eso no es exclusivo de los artistas: le puede ocurrir a un periodista, a un consultor, a un informático.

Quintana representa ese momento de crisis en el que una persona se pregunta si debe seguir o cambiar de rumbo. Yo, personalmente, estoy muy agradecido al mundo literario; llevo diez años en esta profesión y me ha permitido cumplir un sueño. No quería transmitir una visión amarga, sino explorar un sentimiento humano muy reconocible.

¿Cree que la inteligencia artificial puede transformar el panorama literario? ¿Podría llegar a escribir best-sellers?

Tengo mucha prudencia con ese tema, porque no soy especialista, aunque sí he trabajado durante quince años en el mundo del software y en varias start-ups. Reconozco ciertas dinámicas: la inteligencia artificial se presenta como una gran promesa tecnológica y financiera.

Ahora parece que todo es ilimitado y gratuito, pero no lo es. Mantener estos sistemas es muy caro, y generar el hardware necesario también lo es. La novela es un sistema de información extremadamente complejo. No dudo de que técnicamente pueda hacerse, pero me pregunto a qué coste y si realmente compensará. Es una reflexión abierta, no una afirmación cerrada.

¿Usted utiliza la inteligencia artificial en su trabajo como escritor?

Sí, la utilizo como herramienta de apoyo: para buscar sinónimos, documentarme, condensar información o acelerar búsquedas que antes requerían mucho tiempo. Siempre valido la información, igual que haría con una búsqueda en Google, especialmente en ámbitos sensibles.

Me parece una herramienta muy útil y rápida, pero no la uso para escribir literatura. Creo que un escritor tiene que escribir, construir sus frases. El día que deje de hacerlo, empieza a perder capacidades.

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