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Javier Cercas: “Decir que no te gusta leer es como si dices que no te gusta el sexo”

El escritor, miembro de la RAE desde la 2024 (letra ‘r’) atiende a AS para hablar de los libros, la vida, su última obra y el FLEM 2025.

El escritor Javier Cercas posa con uno de sus ejemplares.

El escritor Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), miembro de la Real Academia Española desde 2024, cerró este año el Festival de Literatura Expandida de Magaluf (FLEM) a los pies del INNSiDE by Meliá Calvia Beach a propósito de su último libro: ‘El loco de Dios en el fin del mundo’. Entre risas, reflexiones y su lucidez inconfundible, habla de la literatura como una forma de vida. Es oxígeno. Agua del conocimiento. La literatura como acto de conocimiento y de placer que iguala al del sexo. Por eso aboga por llevar a los libros a los lugares menos esperados. Como una discoteca. Y el propio Magaluf.

Como el ateo confeso que es —aunque dice a AS que ahora es agnóstico—, Cercas se metió en lo más profundo del Vaticano, le abrieron todas y cada una de las puertas a cambio de escribir un singular libro sobre el catolicismo, el papa, la Iglesia y el cónclave (“un Gran Hermano elevado a la enésima potencia”). Nació entonces ‘El loco de Dios en el fin del mundo’, un recorrido por la institución más longeva del mundo mientras acompañó al papa Francisco I, el loco de Dios, a Mongolia, donde menos del 1% de los habitantes son católicos.

Una tarde de otoño en la que el frío ya ha llegado a Madrid conversa con AS en una larga charla que viaja de los libros al tenis y su admiración para siempre por Nadal. Un diálogo que se detiene en el fútbol (espejo del país), la polémica alrededor del último premio Planeta (galardón que Cercas recibió en 2019 por Terra Alta) y de aquella conocida influencer que abogaba porque los ‘no-lectores’ salieran de los armarios. Irónico, sagaz, irónico y adictivamente inteligente, cualquier charla con él resulta corta. Maestro del maridaje entre la ficción y la no ficción y gran cronista de la España de la guerra, postguerra y transición con novelas como Anatomía de un instante te arrastra. Como en sus libros.

Javier Cercas: “Decir que no te gusta leer es como si dices que no te gusta el sexo”
Charla de Javier Cercas en el FLEM 2025.

Participó en la edición de 2025 del Festival de Literatura Expandida de Magaluf (FLEM), ¿qué le pareció la cita?

Oye, me encantó. Francamente. Por muchos motivos. Uno: precisamente porque se celebra en Magaluf, un sitio teóricamente inadecuado para que se haga allí. Que a mí me parece el más porque la literatura tiene que estar en la calle y los sitios menos esperados. Encima el ambiente era fantástico. Yo me quedé sorprendido. De hecho, he escrito sobre eso.

¿Por qué le pareció fantástico?

Un domingo. Yo llegaba no sé me acuerdo de dónde, del quinto pino, y pensé: “¿A la una del mediodía en Magaluf quién carajo va a venir?”. Estaba a-ba-rro-ta-do. Hasta la bandera. “C-o-ñ-o”. Me pareció fantástico. Luego estuve no sé cuántas horas firmando. La atmósfera era extraordinaria y, además, hay que colonizarlo todo: ¡hay que meter los libros en las discotecas! Me parece una iniciativa genial, la verdad.

Lleva ya un año dentro de la Real Academia Española (RAE), con la letra ‘r’. ¿Qué supone para un escritor? ¿Le cambia mucho?

Yo sigo siendo exactamente el mismo. No cambia nada. Y malo si lo hace. Te puedes sentir abrumado por la solemnidad, la responsabilidad. Error. Tú tienes que ser quien eres. Yo voy a seguir escribiendo lo que pasa en la calle, no “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”, que era el chiste que decía Machado.

“¿El FLEM? Me encantó. La atmósfera era extraordinaria y, además, hay que colonizarlo todo: ¡hay que meter los libros en las discotecas!"

Javier Cercas

¿Esperaba ese asiento?

Para nada. Nunca esperé, ni pretendí, estar en la RAE. Jamás se me pasó por la cabeza. Yo-no-lo-bus-qué. Me vinieron a buscar. A mí nunca se me hubiese ocurrido estar ahí. Dicho esto, estoy encantado. Me da un buen rollo impresionante. Hay gente muy lista y el ambiente es buenísimo. El trabajo es, eso sí, enorme y la ganancia económica, nada (ríe). ¡Es el peor negocio que he hecho en mi vida (carcajea)! Pero es fantástico. Lo concibo como que estoy devolviendo a la sociedad parte de lo que me ha dado. La RAE es un servicio público.

Qué bonito eso.

Es que es la verdad. La RAE no es un club privado de señores privilegiados. Te aseguro yo que privilegio ninguno, cero patatero. Es muy bonito porque tiene mucho prestigio, ganado, tres siglos, pero no te pagan, no hay sueldo, no hay nada. Ni entradas gratis al cine (ríe). Las dietas y ya.

¿Cómo empezó a escribir usted?

No fui un escritor prematuro, sí un lector prematuro.

¿Recuerda sus primeros libros?

Recuerdo algunos que leí muy pronto, muy temprano. No sé con cuántos años, pero muy, muy niño. Uno es Miguel Strogoff, de Julio Verne. Me impresionó muchísimo. Tanto que, cuando lo he vuelto a leer, ahora de mayor, para cosas mías, me di cuenta de que lo recordaba de pe a pa, todo.

Fíjese.

Yo leía básicamente eso: cuadernos de aventuras y libros de historia. Pero, a partir de un momento, los 14 años, empecé a leer de una manera distinta. Hasta lo hacía solamente por placer, y lo más importante en la literatura es el placer, como en el sexo, pero también es una forma de conocimiento, como el sexo. Por eso, cuando escucho a alguien que dice que no le gusta leer, lo único que me dan ganas es de darle el pésame. Es igual que a quien no le gusta el sexo, ¿verdad?

“A esta chica que decía que no le gustaba leer solamente puedo darle el pésame”

Javier Cercas.

Hace poco, de hecho, hubo una polémica alrededor de una conocida influencer por presumir de que no le gustaba leer…

Solamente puedo darle el pésame a esta chica. Es como si me dijese que es loable que a la gente no le guste follar. Bueno, no le veo la gracia por ningún lado (ríe), pero allá cada uno con sus gustos. Yo no voy a intentar convencerla de que lea. Ella se lo pierde, ¿no? Yo, a partir de los 14 años, empecé a leer no solo por placer, sino también en busca de conocimiento.

¿Y a escribir, cuándo empezó?

Seriamente, tarde. A los 20 años o por ahí. De una manera más o menos regular, con la ambición de querer ser escritor.

Parte de la memoria histórica de España está en sus libros.

Pero yo no escribo novela histórica.

En su manera de escribir, la realidad y la ficción se dan la mano de un modo muy particular.

Y, además, mis libros del pasado forman parte del presente. Porque yo creo que el presente abarca también el pasado, que no es una cosa que ya pasó y no tiene nada que ver con nosotros. No. Está aquí. Y tenemos que lidiar con él. Yo intento mostrar un presente complejo del que el pasado forma parte. La guerra, la Transición… Todo esto no es pasado, forma parte del presente, más rico y complejo de lo que habitualmente pensamos, no es solo ahora.

Dice que cuando se sienta a escribir nunca sabe hacia dónde van a llevarle los libros.

Al principio escribía así. Con el tiempo construyo algunos guiones. Tengo una idea vaga, pero al final siempre llego a un sitio completamente inesperado. Escribir es como meterte en una cueva y no saber por dónde vas a salir. Yo nunca lo sé. Porque es una forma de conocimiento. Te haces una pregunta y buscas.

¿Qué le cuesta más, escribir novela o no ficción ficcionada?

Para mí es lo mismo. No hay ninguna diferencia. Yo escribo novelas. A veces son novelas con ficción y a veces novelas sin ficción, como en el caso del último libro, una novela construida como tal pero con todo real. Los personajes son reales. Lo que ocurre es real. La construcción es la misma y la dificultad también, simplemente son cosas distintas.

“La impostura forma parte del paisaje mediático, político, literario. Está todo lleno de impostores. Saturado".

Javier Cercas

En estos tiempos que vivimos, ¿hay algún impostor sociopolítico?

Está lleno. Saturado. De un modo u otro. La impostura forma parte del paisaje mediático, político, literario. Hay muy poca realidad y mucha ficción.

Usted, que ganó el Planeta en 2019, ¿entiende las polémicas que año a año se producen alrededor de este galardón?

No. No entiendo que se critique a un libro que nadie ha leído. No me lo explico. Cuando se publique el libro de Juan del Val, que yo no conozco, pero cuando se publique la gente ya podrá decir: me gusta, no; me parece bueno, malo. Pero el libro no se ha publicado aún. No me explico todo este lío. ¿Por qué? ¿Por que este señor aparece en la tele? A lo mejor ha escrito un buen libro. ¿Quién lo sabe si nadie lo ha leído? Pero es que esto es tan elemental que parece mentira que nadie lo haya dicho. No lo entiendo. ¿Cómo se atreve la gente a opinar sobre algo que no ha leído? El escándalo es ese.

¿Cómo fue conocer a Roberto Bolaños?

Al Roberto Bolaños que yo conocí no es el que ahora es conocido. No sé si me explico. Yo tenía 20 años y él era un tipo que andaba por ahí, simplemente. Luego, más tarde, nos hicimos amigos, cuando yo tendría 38 y a él le faltaba poco para morir, cuatro o cinco años. Era un amigo, y tuvimos una relación muy intensa durante muchos años. Luego lo que pasa es que no hay que morirse. ¡Ese es el problema! Sobre todo no hay que morirse joven. Un error. Hay que evitarlo. Yo estoy haciendo todo lo que puedo (ríe).

“No me explico todo el lío alrededor del Premio Planeta. A lo mejor ha escrito un buen libro. ¿Quién lo sabe si nadie lo ha leído? ¿Cómo puede criticarse algo que no ha leído nadie?"

Javier Cercas

Para no morirse joven.

Para no morirme, a secas. Ser el primero que lo hace.

Si lo consigue, pase la receta, por favor.

Bueno, aquí estoy (ríe).

Usted de pequeño era del Madrid por su padre, pero luego en Cataluña se hizo del Barça y luego se desenamoró del fútbol cuando fue al Camp Nou. ¿Es así la historia?

Estás bastante bien informada. Es complejo, eh. A mí el fútbol me gustaba mucho. Del Madrid yo era cuando vivía en Cataluña ya, que me fui de Extremadura a los cuatro años. Como tanta gente que veníamos de allá, de Andalucía. De donde fuera.

Como en la película de ‘El 47’.

Exactamente. Ese tipo de gente, ni más ni menos. Solo que mi familia no era tan pobre porque mi padre era veterinario. Entonces a mí me encantaba el fútbol. Lo jugaba en el colegio y era del Madrid. También porque todos eran del Barça y los del Madrid eran muy pocos (ríe), pero éramos muy buenos. Y, efectivamente, luego dejó de gustarme. Aunque yo nunca he sido un aficionado religioso, siempre laico. Y tampoco antimadridista.

Buena definición.

Es que es verdad. Hay esta frase de El secreto de sus ojos que dice: “No se puede cambiar de club de fútbol”. Pues yo no estoy de acuerdo. Para mí el fútbol no es una religión, es simplemente una cosa para pasarlo bien. A mi padre no le gustaba. Fue una vez a un estadio y vio que insultaban a los contrarios y ya no volvió nunca más. Y entonces, ¿qué pasa? Que luego me he desenamorado bastante del fútbol. No me gusta, y no ya por la corrupción y tal. No. No me gusta por otras cosas: yo no entiendo que un señor que le mete el dedo en el ojo al entrenador del equipo rival siga entrenando. En el tenis, que es mi deporte no pasa. ¿Comprendes? Es muy raro lo del fútbol. Un señor como Casillas, una persona correcta en el campo, que respetaba a sus rivales, que sea una excepción. A Rafa Nadal nadie le ha visto insultar a un contrario o meterle el dedo en el ojo. Eso no se ve en el tenis.

No se puede acceder de hecho a la pista cuando los tenistas están disputando un punto.

El tenis es un deporte que significa respetar al rival, las reglas, etcétera. En el fútbol parece que lo que enseñan es a lo contrario. Y eso me harta un poco. Alguna vez fui con mi hijo al campo del Barça era un horror. Yo he visto insultar en un Barça-Madrid al linier antes de que empezase el partido. Unos tíos que estaban a mi lado. “¿Esto qué es, coño?”, dices. ¡Que no ha empezado el partido! Es como lo del Planeta: si todavía no has leído el libro, cuando lo hagas te metes con él, pero antes no. Hay una atmósfera en el fútbol que no me gusta. Que no me apetece. Esto puede sonar moralista pero no lo es. Es puro sentido común. Dicho esto, me divierte ver un partido. En la última Eurocopa no sabía ni quién jugaba en la Selección, poquísimo, pero vi un partido y dije: “Esta gente juega muy bien”. Después vi casi todos los partidos y efectivamente jugaban un fútbol maravilloso. A mí el fútbol es que me gusta. Yo lo llevo en la sangre, como casi todos los españoles, pero me irrita todo lo que te comentaba.

Siempre ha dejado patente su admiración por Nadal. Y que después de Rafa haya aparecido Alcaraz, ¿qué le parece?

Increíble. Literalmente. No creo que nadie pudiese esperarse una cosa así. Es buenísimo (ríe). No sé si será tanto como Nadal. Va a ser complicado. Le queda mucha carrera y las carreras tienen aristas muy complicadas, pero me parece increíble.

Lo que apunta es brutal.

Lo es. Yo creía que lo de Rafa Nadal iba a ser y ya. Hay que darle tiempo a este chaval. No se le puede comparar con Rafa así de entrada. Le queda un rato todavía, pero realmente lo que apunta es extraordinario. Parece Rafa Nadal mezclado con Federer y Djokovic. Una cosa tremenda. Yo con Rafa tenía una relación sentimental, me sentía identificado brutalmente. Y casi prefiero no engancharme tanto como con Rafa, porque yo con Nadal sufría.

¿Sí?

Mucho. Me lo tomaba muy a pecho, demasiado. Me acuerdo de la final aquella que terminó ganando, la del Open de Australia, que duró tanto: me fui a la cama. No pude. Estaba con una taquicardia que no podía. Encima va el cabrón y gana al final. Fatal, fatal (carcajea).

¿Te desvinculaste antes del fútbol que del catolicismo?

No, primero me desvinculé del catolicismo. Bueno, igual no, igual fue al mismo tiempo. En torno a los 14 años me empecé a desvincular del deporte en general, antes he dicho del tenis, pero también hice balonmano muy apasionadamente. Muy muy apasionadamente. Pero es cierto que en torno a la misma época, dejé la religión, la fe, el tenis, el fútbol.

No le veo tan ateo del deporte como del catolicismo

No, claro, del catolicismo me volví anti. En el tenis nunca me volví anti. La literatura lo absorbió todo.

¿No ha habido ningún momento de duda tras escribir el libro?

Después del libro, creo que soy agnóstico, algo con lo que nunca he querido definirme. Quien me ha convencido de que soy agnóstico es Hanna Arendt, que dice: “Un ateo es un necio que cree saber aquello que no se puede saber”. Un científico diría que es agnóstico, y no ateo, porque es imposible demostrar la existencia o inexistencia de Dios. ¿Si he tenido dudas? No. Lo que he tenido a veces es envidia de los creyentes. Los verdaderos creyentes tienen un superpoder, he visto a los misioneros hacer cosas increíbles. Pero la fe no es algo voluntario, o la tienes o no la tienes. Yo la tuve, pero la perdí, y aunque quisiera recuperarla, no sé cómo lo haría.

“Los verdaderos creyentes tienen un superpoder, he visto a los misioneros hacer cosas increíbles”.

Javier Cercas

¿El ateo y el creyente se reencuentran en la duda?

Hay creyentes que no dudan. Mi madre no dudaba, cuando dudaba se iba a misa. El padre Ernesto, un misionero con el que hablé, me dijo que los grandes santos tenían dudas. Le pregunté: “¿Usted ha tenido dudas?”. A lo que me respondió: “No, por eso no soy un santo”. Hay gente cuya fe es muy sólida, rocosa, y hay ateos que tampoco las tienen. Yo no soy un ateo que haya dudado, porque tener fe es mucho más difícil que no tenerla. ¡Creen en cosas rarísimas! ¡Mi madre creía en la resurrección de la carne y la vida! ¡Si tu no crees en eso, no eres cristiano, joder, y eso es muy bestia!

¿Cómo podemos explicar que tantos ateos sigan con fervor un evento como el cónclave, como si fuera un Gran Hermano?

Pues porque la iglesia católica es brutal, chicos, es un espectáculo increíble. Yo he intentado hacer un esfuerzo en este libro, que es mirar a la realidad como si la viéramos por vez primera. En eso consiste escribir, en eso consiste el arte. Tú ves la Rendición de Breda, y dices ‘coño, un caballo’, como si no lo hubieses visto nunca. Eso es el arte, y en este libro intento mirar algo que todos conocemos, la iglesia católica, la he intentado mirar con ojos nuevos, y es una cosa rarísima. Es una cosa rarísima. No hay una institución en el mundo, ni la ha habido, que haya durado dos mil años. Es asombroso. El triunfo de esta institución ha sido increíble, hay iglesias por todas partes, en Europa, en el mundo. En los pueblecitos de España, nada ha tenido una potencia como eso. El cónclave, el Vaticano, el papa, está lleno de atractivo y es normal. Todo está lleno de misterios. Cómo no va a ser atractivo el cónclave, la escenografía es brutal, cómo no va a seguirlo la gente como si fuera Gran Hermano, es Gran Hermano elevado a la enésima potencia.

“No hay una institución en el mundo, ni la ha habido, que haya durado dos mil años. Es asombroso”.

Javier Cercas

¿Fue Bergoglio un héroe de la traición?

Eso me lo han preguntado algunas veces y yo no lo había pensado. Un héroe de la traición es alguien que tiene el coraje de decir ‘no’ a los suyos. Es alguien que traiciona un error para construir un acierto. Los de la transición fueron esos tres, dos que venían del falangismo y otro del comunismo, que dijeron ‘no’ a los suyos para construir algo nuevo y mejor. En este caso, la traición es virtuosa, es mejor que la lealtad. Bergoglio fue, en cierto sentido, un héroe de la traición, porque intentó volver a la iglesia de Cristo, que no tiene nada que ver con la Iglesia que hemos conocido. La de Cristo es una iglesia antiburguesa, porque era un tipo peligroso, un subversivo, un radical, lo crucificaron por eso, andaba por ahí rodeado de gente peligrosa, era un revolucionario social y un revolucionario en todos los sentidos.

Y la iglesia ha pervertido el cristianismo, se ha convertido en algo burgués y tradicional, del poder, de los ricos, exactamente lo contrario a la iglesia de Cristo. Bergoglio quería volver a esa iglesia, la de los pobres, de los desgraciados, la de los que no tienen donde caerse muertos, la que no es del poder, sino un contrapoder. Lo que pasa es que eso no lo ha hecho él solo, la diferencia con los héroes de la traición es que estaban muy solos: Suárez, Carrillo… Es gente que está muy sola, pero en el caso de Bergoglio, hay una corriente muy potente de la iglesia que intenta eso, pero es una institución muy complicada en la que no todo el mundo está de acuerdo con esa revolución.

Parece una lucha social, de derrotar lo que es conservador.

Este papa era muy anticlerical, estaba en contra de la idea de que el sacerdote está por encima de los fieles. Esa idea es perversa y totalmente anticristiana. La historia de la iglesia católica es la historia de la perversión del cristianismo, así de fácil y así de brutal. Bergoglio decía que eso era el cáncer de la iglesia y que el sacerdote era parte del rebaño de los fieles. La idea de que el sacerdote está por encima del fiel trae muchos problemas, como por ejemplo, los abusos sexuales. El abuso sexual es un abuso de poder. ¿Tiene eso que ver con nuestro mundo? Bueno, sí, pero es algo muy particular de la iglesia.

¿Hay en el Vaticano algún héroe de la traición?

Hay una parte, pero tiene enormes dificultades, porque la oposición a esa revolución no estaba en el Vaticano, estaba en determinadas iglesias de varios países que no comulgaban con esas ideas. Por ejemplo, España, la iglesia española ha sido muy antifrancisco, también la de Estados Unidos. El Vaticano no estaba en su contra, principalmente porque no fue Francisco quien lo configuró, al igual que Florentino configura el Real Madrid, Francisco formó su Vaticano.

“La iglesia española ha sido muy antifrancisco”

Javier Cercas

En ese tiempo que vivimos, lo religioso parece perder relevancia, pero sigue provocando. Lo vemos especialmente hoy, con las críticas a Rosalía por usar el imaginario cristiano en su nuevo disco. ¿Por qué provoca rechazo incluso si una artista reconocida hace uso de la religión?

A eso te contestaría como lo he hecho con el Premio Planeta. Primero habrá que escuchar el disco, ¿no? Pero bueno, ¿por qué no va a hacer un disco con un ideario religioso? ¿Cuál es el problema? Lo importante es que el disco sea bueno, y que se use la religión como tema musical, pues oye, como los mejores músicos del mundo. Mira Bach, el primer rockero y el mejor de todos. Si lo hizo Bach, ¿por qué no lo va a hacer Rosalía?

Hay gente joven que lo ha asociado a algo negativo

En España, mi generación tiene una fobia anticatólica, y lo entiendo perfectamente, porque la iglesia se asocia al poder, y el franquismo era un régimen católico. El rechazo al franquismo es un rechazo al catolicismo. Yo tenía esa fobia y es comprensible. La iglesia católica no ha sido positiva, ha sido terrible. Autoritaria, clerical, siempre con los poderosos y ricos… Pero en los jóvenes españoles no veo esa fobia, quizás haya otra palabra. Vosotros no sabéis lo que era el franquismo en esa época, el catolicismo era obligatorio. Por las buenas o por las malas, y era un catolicismo terrible, siniestro, opresivo, oscuro, sexófobo. La fobia era totalmente comprensible, pero eso ya no ocurre. Pero es así como debe ser, ¿no? Que no se imponga la religión, la libertad consiste en eso.

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